Incidencia del factor inmigración en las escuelas taller

Diario de Noticias, por fernando echarri y juan oyarzábal, 27-09-2007

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OS equipos de profesionales que trabajamos en las escuelas taller tenemos hoy la responsabilidad de orientar nuestra labor educativa en dos sentidos. Por un lado debemos valorar que cada alumno es único y diferente al resto. Por otro, consideramos fundamental al propio grupo como elemento socializador desde el que se expresan las realidades individuales y colectivas. Pero hoy los alumnos son, si cabe, más diferentes y los grupos se abren a modelos y patrones culturales más diversos. El fenómeno de la inmigración nos presenta un panorama nuevo y, por tanto, un nuevo desafío profesional.

El debate sobre la inmigración y su repercusión en nuestra sociedad nos plantea el análisis de la relación entre las diferentes culturas, la aceptación de diferentes patrones de comportamiento y la capacidad del individuo de enriquecerse y crecer con el conocimiento de otros mundos y otras realidades. En este contexto, nuestro sistema educativo está en un proceso de cambio, no sólo en aspectos estructurales, sino también en nuestras estrategias profesionales. Más allá que transmisores de conocimientos, habilidades, valores… debemos contribuir al descubrimiento de los mismos y a facilitar el aprendizaje positivo y significativo de forma individualizada e integral.

Curiosidad por el conocimiento del otro , humildad para asumir las diferencias más que como elementos de comparación como contrastes enriquecedores y una actitud de apertura hacia el otro, son ingredientes imprescindibles de nuestro desempeño profesional. De esta manera la realidad de los programas de escuela taller también ha cambiado en los últimos años respecto a la población matriculada en las mismas debido al factor inmigración. Los aspectos anteriormente mencionados inciden directamente en el aspecto relacional de nuestro trabajo y en la responsabilidad pública que, como educadores, tenemos los equipos de las escuelas taller.

La escuela taller de Ilundáin, ubicada en el valle de Aranguren, está promovida por la Fundación Ilundáin y financiada por el Servicio Navarro de Empleo y el Fondo Social Europeo. Tradicionalmente hemos trabajado con una población en situación de exclusión social. En los últimos años se ha constatado la irrupción, el aumento y la consolidación del mencionado factor inmigración, teniendo numerosas repercusiones en las estructuras organizativas de la misma. En primer lugar, se requiere un esfuerzo en el proceso de matriculación del alumno, habitualmente sin los papeles necesarios y observándose una casuística muy peculiar a la que el equipo tiene que dar respuesta. Los trámites de matriculación están sujetos a diversas posibilidades: personas sin papeles, sólo con el certificado de empadronamiento, con solicitud del NIE, con NIE, con permiso de residencia, con permiso de residencia y trabajo…

Los requisitos indispensables para matricularse en una escuela taller son: estar inscrito en el Servicio Público de Empleo, (en el caso de la Comunidad Foral, en el Servicio Navarro de Empleo) y presentar una fotocopia del DNI o, en el caso de los inmigrantes , el NIE. El alumnado inmigrante, en cualquier caso, deberá estar en situación regular en Navarra, bien con permiso de residencia o con permiso de residencia y trabajo. Una vez que se supera la fase de formación, que dura seis meses, el alumno pasa a ser trabajador de la entidad que gestiona el proyecto, por lo que si sólo se tiene el permiso de residencia, desde la escuela taller se deberá solicitar el permiso de trabajo para su trabajador como cualquier empresa. En caso de que no se tramitara este permiso, el alumno tendría que abandonar la escuela taller en la fase laboral, ya que es necesario poseerlo para poder ser contratado.

Por otra parte, el hecho de que tengan dificultades con el castellano también implica un esfuerzo tanto en las labores de comunicación como en la responsabilidad que el equipo adquiere para que reciban una formación integral adecuada y para poder hablar el idioma. Sin duda, la convivencia se hace más compleja al entrar en juego muchos más problemas culturales y religiosos, añadidos a los problemas de comunicación por desconocimiento del idioma.

La realidad es que la mayoría de los conflictos aparecen por dificultades en la comunicación. Ante esta diversidad cultural se debe dar una respuesta con un objetivo claramente integrador que no exija la renuncia a elementos culturales propios, que facilite la convivencia y que destierre la discriminación. Pero ello se debe realizar desde una programación específica, con objetivos de convivencia entre personas diversas que ayuden a aceptar las diferencias. Además, se debe introducir el elemento inmigración en las programaciones ya aplicadas anteriormente en cuanto a habilidades sociales, igualdad de género, educación para la paz, resolución de conflictos… En ocasiones también se pueden introducir en la propia escuela cursos de lengua castellana.

Un requisito fundamental es la actitud positiva que muestre el equipo, ya que debe poseer una mentalidad abierta, que le haga ser consciente de las diferencias y que, por el propio proceso de socialización de los alumnos inmigrantes , va a tener a veces difícil comprender las razones que llevan al otro a determinadas actuaciones que para nosotros no resultan convencionales. De esta manera entendemos que el primer paso para tener la mente abierta es ser consciente de que uno la tiene cerrada (J. Puig 2007).

No debemos olvidar el rango de edad al que van dirigidos los programas de la escuela taller (16 y 24 años) y que la mayoría de nuestros alumnos son adolescentes en situación de exclusión social, con todas las dificultades que conlleva trabajar en ese rango de edad y ese colectivo. Las cinco personas que forman el equipo de nuestro proyecto tienen así que dar respuesta a un colectivo heterogéneo de 30 alumnos, con el esfuerzo que ello supone.

Es positivo que se potencie el trabajo en red con otras instituciones para dar respuesta a muchas problemáticas personales. En concreto, se trabaja con los Servicios Sociales de Base del Gobierno de Navarra y con asociaciones sindicales (ANAFE) para trabajar los aspectos relacionados con el papeleo o la formación lingüística, lo que incide en la mejora de los resultados educativos obtenidos y aumenta la coordinación y cohesión entre las diferentes partes que intervienen. También hay que tener en cuenta los aspectos religiosos ya que, por ejemplo con la religión musulmana, el mes de Ramadán implica una reducción significativa del rendimiento y la atención del alumno trabajador.

Por el contrario, sí cabe destacarse que, como regla general, el alumno inmigrante viene mucho más centrado y predispuesto a aprender un oficio que el resto de alumnos con los que trabajamos. Su motivación es claramente mayor, ya que tienen muy claro su objetivo de inserción laboral estable para conseguir una independencia económica y aportar dinero al resto de la unidad familiar en el país de origen. Así, saben perfectamente que han venido a la escuela taller a aprender una profesión. En general están más centrados y esto hace que mantengan un mejor ritmo de trabajo, que sean más constantes. Los inmigrantes comprueban que a través del trabajo y de una educación integral y humanizadora estamos favoreciendo su derecho a una vida digna y de calidad, un derecho inherente al ser humano.

Esta actitud de trabajo de los inmigrantes produce un efecto sinérgico positivo en sus compañeros de escuela taller. Es decir, provoca que la dinámica general del grupo sea la de trabajo y que los alumnos a los que más les cuesta trabajar se sientan más predispuestos a hacerlo, produciéndose así menos espacios para el juego o la distracción y, por tanto, menos ocasiones para los conflictos.

Desde la escuela taller de Ilundáin queremos insistir en estas repercusiones positivas del fenómeno de la inmigración y en nuestro objetivo de una socialización organizada y ordenada de todos nuestros alumnos, que ofrezca una igualdad de oportunidades para todos. Reconocemos algunas dificultades, algunas limitaciones. Pero la tarea apasionante que la educación nos ofrece hoy, con este nuevo escenario, es una oportunidad para mirar lejos y descubrir en el horizonte demasiados colores como para no abrir nuestras ventanas al mundo y ver que, superando las nubes, podemos soñar con una sociedad más justa y más humana.

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