comunidad valenciana
Las bandas de niños rumanos roban hasta 3.000 euros diarios en las calles de Valencia
Los menores mienten sobre su edad cuando son detenidos y llevan pasaportes con la fecha de nacimiento manipulada
Las Provincias, , 26-09-2007Los menores mienten sobre su edad cuando son detenidos y llevan pasaportes con la fecha de nacimiento manipulada Las bandas de niños rumanos que roban al descuido y con violencia a los clientes de cajeros automáticos, turistas, comerciantes y transeúntes en Valencia consiguen unos botines diarios que alcanzan desde los 500 a los 3.000 euros, según se desprende de las investigaciones policiales y las declaraciones de los propios rateros.
Las oficinas bancarias, las terrazas de los bares, el metro o los mercados ambulantes son algunos de los lugares elegidos por estos ladronzuelos para cometer los hurtos.
Sus víctimas preferidas son las mujeres jóvenes y los ancianos, aunque algunos de ellos, los de más edad, se atreven con cualquier persona. Normalmente no emplean la violencia en los robos, pero los niños más mayores no dudan en hacerlo si la persona se resiste.
Se trata de una veintena de menores de entre 11 y 14 años, la mayoría de ellos sin escolarizar, que se distribuyen por la ciudad de Valencia y poblaciones cercanas en grupos de tres o cuatro.
Todos se conocen, incluso muchos de ellos pertenecen a la misma familia, ya sean hermanos o primos. Los más mayores, que rondan los 14 años, son los encargados de adiestrar a los más pequeños, que en poco tiempo adquieren una gran destreza en el arte del engaño y el robo.
Suelen ir indocumentados y no ofrecen ningún tipo de información sobre sus padres o su domicilio cuando son detenidos por la policía. Estos niños conocen muy bien la legislación española y saben que los menores de 14 años no son responsables penalmente, por lo que mienten en muchas ocasiones sobre su edad. Además, llevan pasaportes con la fecha de nacimiento manipulada.
Después de cada detención, la actuación policial finaliza con el traslado del ratero a un centro de menores. Allí comen y escapan momentos después para cometer nuevos hurtos o marcharse a su domicilio en el mejor de los casos.
Métodos para hurtar
La forma de actuar de estos menores es muy variada. En ocasiones caminan junto a la víctima, generalmente una mujer, que lleva el bolso colgado en el brazo, y con una cuchilla realizan un corte en la parte inferior del bolso. Luego meten la mano y cogen el monedero sin que la persona se dé cuenta. Pero últimamente prefieren robar a las personas que sacan dinero de los cajeros automáticos, porque consiguen botines más importantes.
Primero controlan a la víctima y, una vez que ha tecleado su número secreto, se acercan y la distraen mediante un golpe con un periódico, una patada o tapando con un cartón el frontal del cajero.
Para terminar con esta situación embarazosa, la persona coge su tarjeta de crédito y sale corriendo sin darse cuenta de que uno de los rateros ha tenido suficiente tiempo para marcar y sustraer una cantidad de dinero.
Los supermercados y los mercados ambulantes son otros de los lugares preferidos por estos delincuentes precoces. Mientras un miembro de la banda distrae a la víctima al preguntarle por algún producto o la dirección de un comercio, el otro coge el monedero o la cartera de dentro del bolso.
Un botín sustancioso
Estos grupos de menores suelen obtener al día entre 500 y 3.000 euros, que algunas veces gastan en ropa de marca o en celebraciones en restaurantes con otros compatriotas, según confesó uno de los niños detenidos recientemente en Valencia.
Cuando acuden a las tiendas de ropa para gastar el dinero suelen ir acompañados de amigos o familiares mayores de edad. Actúan así para que los dependientes no alerten a la policía al observar las grandes cantidades de dinero que llevan.
El papel de los padres queda en entredicho en muchas ocasiones, ya que es muy difícil demostrar que son los propios progenitores los que envían a sus hijos a la calle para cometer los robos.
Si esto se prueba, la policía procede a la detención de los padres por un delito de inducción a la delincuencia de un menor, aunque sólo ocurre en un pequeño porcentaje de los casos conocidos.
La intensa actividad delictiva de la veintena de niños rumanos es un asunto que preocupa cada vez más a las entidades financieras. Como ya informó LAS PROVINCIAS, Bancaja alertó a la Fiscalía de Menores y al juez decano de Valencia de la oleada de hurtos perpetrados durante los últimos meses en los cajeros automáticos.
El portavoz de la Fiscalía de Valencia, Joaquín Baños, reconoció que se trata de un tema jurídicamente complicado debido a la edad de los ladronzuelos. Al tener menos de 14 años no se les puede aplicar la normativa vigente y, por lo tanto, no tienen responsabilidad penal, matizó.
Días después fue la propia fiscal coordinadora de menores, Teresa Gisbert, quien anunció un protocolo de actuación para frenar esta lacra. Tras dos horas de reunión, los represtantes de los organismos policiales, judiciales y de la Administración autonómica acordaron que una de las principales directrices debía ser la actuación contra los padres.
Fugas continuas de los centros
La facilidad con la que se escapan estos niños de los centros es otro asunto que preocupa a la policía y la Fiscalía de Menores.
Hace una semana, una patrulla de la Policía Nacional trasladó a dos de estos rateros al centro de menores de Alboraya. Tras dejar a los niños rumanos bajo la custodia de un responsable del reformatorio, los agentes se dirigieron con su vehículo a Valencia, pero se toparon con un atasco de tráfico en la autovía V – 21.
Por ello, los policías regresaron a Alboraya para seguir otro itinerario con menor circulación y sorprendieron a los ladronzuelos otra vez en la calle. Acababan de fugarse y se disponían a delinquir.
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