Inmigrantes, el nuevo rostro de la escuela

ABC, 25-09-2007

POR MILAGROS ASENJO

FOTO FRANCISCO SECO

MADRID. Pablo es un chico español con discapacidad que se mueve en su silla de ruedas como un experto piloto de Fórmula 1 en su monoplaza. Y si algo falla, cuenta con la ayuda de Sandra, una niña peruana que acude entusiasmada a empujar la silla.

Los dos comparten aula en Tercero de Educación Primaria en un colegio público donde casi la mitad de sus 400 alumnos proceden de familias inmigrantes, de dieciocho países diferentes. Esta es la cara amable de esa integración que la escuela busca al recibir a estudiantes extranjeros.

Son más de 600.000, según estimaciones que pueden aumentar, y, en la última década, se han multiplicado por diez. Además, en gran parte de los centros son mayoría. En cifras absolutas, la Comunidad de Madrid y Cataluña encabezan la lista de población escolar inmigrante, ya que ambas rondan los 115.000. Sin embargo, es Baleares la región con mayor porcentaje de estudiantes extranjeros, un 13,6%. Por sus dimensiones, la red pública acoge un mayor número de inmigrantes, pero la concertada – supone un tercio el total de la enseñanza – incrementa progresivamente sus cifras, sobre todo desde la implantación de la gratuidad en Infantil. Junto a situaciones muy frecuentes en los centros públicos, son numerosos los concertados en los que más de la mitad y hasta el 80% de sus alumnos son inmigrantes.

Este fenómeno constituye para la escuela un auténtico desafío: el de la atención adecuada para lograr la integración de unos alumnos que forman parte de nuestra sociedad y que en el futuro tendrán un papel decisivo. «Lo primero que debemos hacer con estos alumnos y sus familias es mentalizarles de que tienen los mismos derechos y las mismas obligaciones que los españoles, ni más ni menos», dice Carmen Gutiérrez, directora del colegio público de Infantil y Primaria «Profesor Tierno Galván» de Alcobendas (una de las ciudades más pobladas de la Comunidad de Madrid), donde estudian Pablo y Sandra.

Se trata de un colegio volcado en la integración y sus 34 profesores se afanan por sacar el máximo de sus pequeños discípulos. Un elemento para que todos se sientan iguales lo constituye el uso del uniforme. «Así – dice su directora – evitamos distinciones y nos protegemos de la tentación de las marcas».

Dentro de los aspectos que no son estrictamente académicos, pero sí educativos, resalta el comedor escolar. «Los niños musulmanes – indica Carmen – observan sus ritos alimenticios. Aparentemente y para no hacerles diferentes, comen lo mismo que el resto. Pero los ingredientes son otros: si hay lentejas, ellos las toman sin cerdo; si es jamón york, les servimos pavo». No obstante, es más importante la atención educativa, que rebasa sus fronteras y se adentra en el ámbito de lo social.

Ocurre que en la escolarización de los inmigrantes, su desnivel académico es uno de los problemas de más difícil solución, puesto que encierra riesgos para la calidad. En ocasiones, acceden al sistema educativo chicos de 10 ó 12 años con un nivel de Educación Infantil, porque nunca han ido al colegio, y no pueden incorporarse al curso que por su edad les correspondería. El proceso de nivelación es largo, con grupos de educación compensatoria y refuerzos en lengua y matemáticas, y el resultado pocas veces el deseado. Además, no todos los centros cuentan con los recursos humanos y materiales necesarios para llevar a cabo la complicada tarea de la integración de los extranjeros en las aulas. La necesidad de profesores de refuerzo se cubre de forma muy desigual y con frecuencia son los propios docentes del colegio los que deben duplicar su trabajo con estas tareas.

Aulas de Enlace

Las Aulas de Enlace, que funcionan tanto en centros públicos como en concertados y que progresivamente se extienden por toda España, contribuyen a paliar los desequilibrios lingüísticos, académicos y culturales que acompañan a los pequeños inmigrantes al llegar a España. Según el déficit que presentan, permanecen en estas aulas entre tres y nueve meses antes de incorporarse al colegio que les corresponde. En definitiva, es una inmersión lingüística, educativa y social en una nueva cultura, en una nueva forma de vida.

Juan José Nieto, director del Instituto de Educación Secundaria «Julio Verne» de Leganés, una de las grandes urbes del sur de la Comunidad de Madrid, sostiene que en la prevención el fracaso de los inmigrantes tienen una influencia decisiva las mencionadas aulas. Dice asimismo que Secundaria es un tramo especialmente difícil tanto en lo académico como en lo relativo a la convivencia y la disciplina. «De ahí – comenta – la importancia de una adecuada atención en Primaria». Además, ya en la ESO, «hay que hacer esfuerzos porque estos chicos, que son nuestra sociedad, se sientan a gusto y no acudan, por ejemplo, a la llamada de las bandas que se mueven por los aledaños de los institutos».

Europeos del Este y chinos

La experiencia de los docentes y los resultados de las diferentes evaluaciones que se llevan a cabo indican que los alumnos con mayores deficiencias proceden de los países iberoamericanos, salvo Argentina. Por el contrario, los que acceden a la escuela con una mayor preparación y se adaptan con gran rapidez al ritmo de la clase y hasta lo superan, son los niños procedentes de los países del Este de Europa y los chinos. «Su facilidad para aprender el idioma y para seguir las clases es asombrosa», dice Carmen Gutiérrez, quien coincide con Nieto en que es en Primaria donde está la clave.

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