Lo inevitable y lo inesperado
El Universal, , 23-09-2007Como decía Keynes, lo inevitable nunca ocurre, lo inesperado siempre. Basta con hojear la prensa de los últimos días para averiguar que el maestro tenía razón. Voy de lo más reciente a lo viejo de un mes. Uno: trigo a precio de oro; los cereales se han convertido en las materias primas más rentables en los mercados financieros del mundo. Por lo tanto me regocijo cuando recorro el Bajío y sus anexos michoacanos y veo que han sembrado en este año cereales; tanto más cuanto se desinflan las burbujas bursátiles de la especulación inmobiliaria e hipotecaria.
Dos: los agricultores estadounidenses deslocalizan en México (mientras que nuestras maquiladoras deslocalizan hacia China), concretamente en el Bajío. Esperaban una nueva ley migratoria favorable a los trabajadores mexicanos; esa ley no vino y contratar ilegales se ha vuelto tan arriesgado, que los agricultores estadounidenses vienen a tomar en arrendamiento tierras y trabajadores directamente en México.
Tres: un valiente economista mexicano se atrevió a decir que mientras la economía mundial ha más que duplicado los precios de la gasolina y del diesel, en México este aumento no ha repercutido en los consumidores. ¡Blasfemia! Dice que nuestra economía se ha aislado de esta realidad.
Cuatro: los obispos latinoamericanos han denunciado que el Papa recibió alterado un importante documento elaborado y aprobado por ellos en el marco del Consejo Episcopal de América Latina que se reunió en junio pasado en Brasil. ¿Milagro la manipulación o milagro la denuncia pública? Y un cardenal comentó que no es la primera vez que eso ocurre.
Cinco: China prohíbe reencarnarse en Buda, ¡tal cual! Sí, sí, usted no debe tallarse los ojos, ha leído bien: El gobierno de Pekín somete a autorización previa la designación de los altos lamas de la Iglesia tibetana, los llamados budas vivientes que son un elemento crucial del budismo tibetano.
El seis, es menos sorprendente, pero qué bueno que alguien nos recuerde el suicidio del banquero asesinado, Roberto Calvi, el banquero de Dios que recicló dinero de la mafia, se asoció con la logia masónica italiana P2, financió al socialista Bettino Craxi y trabajó mucho en interés de la Iglesia, como escribió al papa Juan Pablo II, 13 días antes de morir suicidado, hace 25 años.
Mi punto siete lo encontré en un capítulo de libro, el XLIII, que empieza así: El atropellar a los hombres al apoderarse de sus bienes equivale a anularles la voluntad de laborar por los logros y el mejoramiento, porque ven que el fruto de sus afanes concluye en ser arrebatado (por el fisco). Cesan de trabajar y su desaliento es siempre en proporción a las vejaciones recibidas; si los actos de opresión ocurren a menudo y afectan a la comunidad en sus medios de subsistencia, renuncian totalmente al trabajo, porque la desmoralización será total. Ahora bien, el progreso social y su desarrollo dependen del trabajo y de la aplicación de los hombres a los medios de lucro y bienestar. Si el pueblo se limita al sustento cotidiano y carece de ánimo para procurar el mejoramiento, los recursos del desarrollo colectivo se paralizan, la situación social se trastorna y la gente se dispersa para buscar en otros países los medios de existencia que ya no encuentran en el suyo. Señores del Congreso, tan generosos a la hora de armar el presupuesto del Congreso suyo, ¿no les estará hablando el autor de estas líneas? ¿Quieren saber quién es el atrevido criticón? Un historiador sabelotodo que murió exactamente hace 401 años, Ibn Jaldún y lo pueden leer en la página 316 de su Introducción a la Historia Universal gloriosamente publicada por nuestro Fondo de Cultura.
El gran árabe pensaba que la historia es cíclica; cierto o no, su análisis de la sociedad árabe de su tiempo ofrece similitudes sorprendentes con la nuestra. Cuando explica que los empresarios árabes y persas han levantado su fortuna gracias a sus amistades políticas, obteniendo un acceso privilegiado a los mercados y acabando con la competencia y la verdad de los precios. Ahora sí, me tallo los ojos. Cuando denuncia el daño que hace la desigualdad demasiado exagerada a la ciudad y al imperio, cuando asimila la voracidad de estos empresarios a la del conquistador bárbaro que saquea su conquista, tengo la impresión que habla de hoy y de nosotros.
¿Qué tal, cuando Ibn Jaldún señala que la gente se dispersa para encontrar en otros países los medios de existencia? Siento un calosfrío en la espalda, ¿usted no? Los millones de compatriotas nuestros que se fueron ya, los otros millones que son candidatos al viaje ilegal hacia el norte, los millones de latinoamericanos del centro y del sur que atraviesan desesperadamente nuestro territorio para cruzar el río Grande o el desierto de Arizona, ¿qué es lo que no encuentran en su país, en nuestro país, para correr tales riesgos, para lanzarse al viaje migratorio? ¿México habrá dejado de ser una tierra buena para los mexicanos? No hablo de los otros porque los tratamos muy mal, como tratamos muy mal a nuestros compatriotas que los ayudan. No hablo de los siniestros y canallescos polleros que son tan criminales en nuestra frontera sur como en la norte, hablo de los buenos samaritanos individuales, de los organismos sociales y religiosos que ayudan a estos desamparados. Las fotos que muestran la televisión y la prensa son desgarradoras. Otra vez la parábola de la paja y de la viga en el ojo. Se vale denunciar a la Border Patrol y más aún a las milicias privadas estadounidenses, pero las nuestras no cantan mal las rancheras.
La Secretaría de Gobernación ha endurecido el castigo contra los ilegales que vienen del sur y todos los que los ayudan. Con razón se ponen bajo la protección del Cristo de los Inmigrantes , mientras que los nuestros tienen como intercesor al santo Toribio Romo, sacerdote jalisquillo fusilado en tiempo de la Cristiada (sin ser cristero). Termino saludando a doña Concha (Moreno), la samaritana queretana que pasó 29 meses en prisión por haber dado de comer a unos hondureños.
jean.meyer@cide.edu
Profesor investigador del CIDE
Como decía Keynes, lo inevitable nunca ocurre, lo inesperado siempre. Basta con hojear la prensa de los últimos días para averiguar que el maestro tenía razón. Voy de lo más reciente a lo viejo de un mes. Uno: trigo a precio de oro; los cereales se han convertido en las materias primas más rentables en los mercados financieros del mundo. Por lo tanto me regocijo cuando recorro el Bajío y sus anexos michoacanos y veo que han sembrado en este año cereales; tanto más cuanto se desinflan las burbujas bursátiles de la especulación inmobiliaria e hipotecaria.
Dos: los agricultores estadounidenses deslocalizan en México (mientras que nuestras maquiladoras deslocalizan hacia China), concretamente en el Bajío. Esperaban una nueva ley migratoria favorable a los trabajadores mexicanos; esa ley no vino y contratar ilegales se ha vuelto tan arriesgado, que los agricultores estadounidenses vienen a tomar en arrendamiento tierras y trabajadores directamente en México.
Tres: un valiente economista mexicano se atrevió a decir que mientras la economía mundial ha más que duplicado los precios de la gasolina y del diesel, en México este aumento no ha repercutido en los consumidores. ¡Blasfemia! Dice que nuestra economía se ha aislado de esta realidad.
Cuatro: los obispos latinoamericanos han denunciado que el Papa recibió alterado un importante documento elaborado y aprobado por ellos en el marco del Consejo Episcopal de América Latina que se reunió en junio pasado en Brasil. ¿Milagro la manipulación o milagro la denuncia pública? Y un cardenal comentó que no es la primera vez que eso ocurre.
Cinco: China prohíbe reencarnarse en Buda, ¡tal cual! Sí, sí, usted no debe tallarse los ojos, ha leído bien: El gobierno de Pekín somete a autorización previa la designación de los altos lamas de la Iglesia tibetana, los llamados budas vivientes que son un elemento crucial del budismo tibetano.
El seis, es menos sorprendente, pero qué bueno que alguien nos recuerde el suicidio del banquero asesinado, Roberto Calvi, el banquero de Dios que recicló dinero de la mafia, se asoció con la logia masónica italiana P2, financió al socialista Bettino Craxi y trabajó mucho en interés de la Iglesia, como escribió al papa Juan Pablo II, 13 días antes de morir suicidado, hace 25 años.
Mi punto siete lo encontré en un capítulo de libro, el XLIII, que empieza así: El atropellar a los hombres al apoderarse de sus bienes equivale a anularles la voluntad de laborar por los logros y el mejoramiento, porque ven que el fruto de sus afanes concluye en ser arrebatado (por el fisco). Cesan de trabajar y su desaliento es siempre en proporción a las vejaciones recibidas; si los actos de opresión ocurren a menudo y afectan a la comunidad en sus medios de subsistencia, renuncian totalmente al trabajo, porque la desmoralización será total. Ahora bien, el progreso social y su desarrollo dependen del trabajo y de la aplicación de los hombres a los medios de lucro y bienestar. Si el pueblo se limita al sustento cotidiano y carece de ánimo para procurar el mejoramiento, los recursos del desarrollo colectivo se paralizan, la situación social se trastorna y la gente se dispersa para buscar en otros países los medios de existencia que ya no encuentran en el suyo. Señores del Congreso, tan generosos a la hora de armar el presupuesto del Congreso suyo, ¿no les estará hablando el autor de estas líneas? ¿Quieren saber quién es el atrevido criticón? Un historiador sabelotodo que murió exactamente hace 401 años, Ibn Jaldún y lo pueden leer en la página 316 de su Introducción a la Historia Universal gloriosamente publicada por nuestro Fondo de Cultura.
El gran árabe pensaba que la historia es cíclica; cierto o no, su análisis de la sociedad árabe de su tiempo ofrece similitudes sorprendentes con la nuestra. Cuando explica que los empresarios árabes y persas han levantado su fortuna gracias a sus amistades políticas, obteniendo un acceso privilegiado a los mercados y acabando con la competencia y la verdad de los precios. Ahora sí, me tallo los ojos. Cuando denuncia el daño que hace la desigualdad demasiado exagerada a la ciudad y al imperio, cuando asimila la voracidad de estos empresarios a la del conquistador bárbaro que saquea su conquista, tengo la impresión que habla de hoy y de nosotros.
¿Qué tal, cuando Ibn Jaldún señala que la gente se dispersa para encontrar en otros países los medios de existencia? Siento un calosfrío en la espalda, ¿usted no? Los millones de compatriotas nuestros que se fueron ya, los otros millones que son candidatos al viaje ilegal hacia el norte, los millones de latinoamericanos del centro y del sur que atraviesan desesperadamente nuestro territorio para cruzar el río Grande o el desierto de Arizona, ¿qué es lo que no encuentran en su país, en nuestro país, para correr tales riesgos, para lanzarse al viaje migratorio? ¿México habrá dejado de ser una tierra buena para los mexicanos? No hablo de los otros porque los tratamos muy mal, como tratamos muy mal a nuestros compatriotas que los ayudan. No hablo de los siniestros y canallescos polleros que son tan criminales en nuestra frontera sur como en la norte, hablo de los buenos samaritanos individuales, de los organismos sociales y religiosos que ayudan a estos desamparados. Las fotos que muestran la televisión y la prensa son desgarradoras. Otra vez la parábola de la paja y de la viga en el ojo. Se vale denunciar a la Border Patrol y más aún a las milicias privadas estadounidenses, pero las nuestras no cantan mal las rancheras.
La Secretaría de Gobernación ha endurecido el castigo contra los ilegales que vienen del sur y todos los que los ayudan. Con razón se ponen bajo la protección del Cristo de los Inmigrantes , mientras que los nuestros tienen como intercesor al santo Toribio Romo, sacerdote jalisquillo fusilado en tiempo de la Cristiada (sin ser cristero). Termino saludando a doña Concha (Moreno), la samaritana queretana que pasó 29 meses en prisión por haber dado de comer a unos hondureños.
jean.meyer@cide.edu
Profesor investigador del CIDE
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