Marruecos cambia de ruta
Los controles en el Estrecho obligan a las pateras a dirigirse a las Canarias, donde este mes han muerto diez inmigrantes
La Vanguardia, , 21-09-2007Buizakarn es una pequeña población de 15.000 habitantes situada 180 kilómetros al sur de la turística Agadir y 40 al norte de Guelmin. Nueve de los diez inmigrantes marroquíes que murieron a principios de mes en un naufragio en Canarias eran de esta localidad a la que no llegan ni la electricidad ni el agua potable. Yla única posibilidad laboral es convertirse en funcionario o entrar en el ejército. Con una media de nueve hijos por familia y sólo una persona con trabajo estable, la tentación de la emigración clandestina es muy fuerte. “Desapareció el 22 de agosto. No dijo nada a nadie. Me enteré de la tragedia por el periódico, luego me dijeron que mi hijo era uno de ellos”, explica, cabizbajo, el padre de Abdela Aidbaula, de 24 años, mientras se agarra las manos. “Si lo hubiera sabido, no le habría dejado marchar. Mi hijo no sabía nadar”, continúa diciendo, tras comentar que a pesar de que no comparte la decisión de su hijo, es consciente de que se trata de “la única salida a la miseria de la región”.
Junto a este padre destrozado, incrédulo ante lo que le está ocurriendo, aún sorprendido por los acontecimientos, tampoco contienen las lágrimas ni ocultan su pesar los hermanos de otros tres de los marroquíes que, según el relato de Salvamento Marítimo canario, Canarias se hundieron como piedras por el peso de las ropas SAHARA OCC. al descender de la patera después de haber dado con una roca que confundieron con suelo firme.
“Toda la familia sabía que Husein iba a intentar cruzar el tramo de Atlántico que separa las playas del Sahara Occidental de las islas Canarias para ayudarnos a salir adelante. Todos ahorramos para mandarle allí”, confiesa Bashir, quien no descarta que en el futuro tengan que volver a intentarlo con otro hermano. A su lado, el hermano de Emboirik Riad, que tenía 25 años y trabajaba en una tienda de venta de pollos, analiza la situación: “Pidió un crédito de 5.000 dirhams (500 euros) para pagarse el trayecto, y ahora lo tendrá que devolver la familia”. Como nos explicará también su padre, no sólo han perdido a uno de los que sustentaban económicamente a la familia, sino que deberán enfrentarse al préstamo.
En la familia Riad hay ejemplos de éxito que animan a otros miembros a intentar alcanzar una vida digna. “El padre de Samira – explica uno de los hermanos mientras señala a una niña de cinco años- hace seis meses que cogió la patera y llegó a Canarias, luego fue en barco hasta la Península y ahora trabaja en la construcción”. A la familia Abuach, el familiar que murió en el viaje les había llamado desde El Aaiún con una tarjeta de teléfono móvil española para decirles que ya estaba en Canarias. Pero en realidad los había engañado. “Unos amigos nos avisaron de que todavía no había subido a la patera”, explican.
Siguiendo los pasos de este grupo unido por las circunstancias y por las dificultades para repatriar a sus seres queridos (el coste es de unos 3.000 euros por cadáver), aparece Abdulah Badu, presidente de la sección regional de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH). “La ruta está abierta, la gente ya no necesita ir al norte para emigrar clandestinamente, lo hacen por las Canarias”, asegura, tras comprobar un aumento significativo del tránsito hacia El Aaiún (capital administrativa del Sahara Occidental) para contactar con las mafias, y también de los muertos rescatados. Durante los últimos días Badu ha mostrado las fotografías de los muertos a los habitantes de Buizakarn, y ha observado como el Tiznit choque visual se convertía en complicidad con el muerto. “La mayoría me dicen que ellos mueren varias veces al día quedándose en este país, porque sus bolsillos están vacíos y no hay esperanza de futuro, de cambio”. Las familias van a presentar un documento que avala su precaria situación económica para que sea la Fundación Hasan II, una institución que depende del Palacio Real, la que asuma los gastos de repatriación. Badu se opone a reflexiones como las del padre de los Riad: “No quería que ocurriera esto, pero es el destino y contra eso no podemos hacer nada. Es el don de Dios”.
“Es posible cambiar las cosas, no se puede asumir lo que nos está pasando. Necesitamos un gran desarrollo de la región, que inviertan en las zonas marginales y miserables de donde salen estos jóvenes”, concluye tras apuntar que desde la AMDH se están impartiendo talleres de sensibilización en las escuelas para cortar de raíz el ansia de partir.
(Puede haber caducado)