El Reino Unido es un país fracturado. Las divisiones raciales son “más profundas que nunca”. Pese a tres décadas de multiculturalismo, “desigualdad, aislamiento y exclusión” son lacras que se han intensificado. A estas conclusiones llega el último informe presentado ayer de la Comisión para la Igualdad Racial (CRE).
El documento advierte de que las autoridades no están haciendo lo suficiente para reducir la discriminación entre distintos grupos de población y pide al primer ministro, Gordon Brown, que haga de la integración una de las prioridades del Ejecutivo.
“El extremismo, político y religioso, aumentará cuando la gente se sienta desilusionada”, señaló Nick Jonhson, autor del informe y director del CRE. “Si un británico pertenece a una minoría étnica, sigue teniendo más posibilidades de ser detenido por la policía, expulsado de la escuela, sufrir peor tratamiento médico y vivir en una vivienda en peores condiciones”, señaló Johnson.