El 70% de los extranjeros que vive en la comunidad autónoma cuenta con permiso de trabajo y un proyecto laboral estable

vitoria. El Palacio Europa de Vitoria abrió ayer sus puertas para acoger la primera feria para la inserción socio – laboral de los inmigrantes en Álava, un evento cuya meta consiste en que todos los extranjeros que se acerquen al recinto obtengan un contrato de trabajo y una vivienda en la que residir. Cuatro empresas de trabajo temporal, siete asociaciones y ONG, una inmobiliaria, el Gobierno Vasco y Caja Vital mantendrán abiertos hasta el sábado sus stands para facilitar apoyo e información a todos los extranjeros interesados en estabilizar su situación.

El director de Inmigración del Gobierno Vasco, Roberto Marro, la presidenta de la Asociación Afroamericana, Filomena Abrantes, el director del observatorio del mercado de trabajo de Lanbide, Javier Ramos y la responsable de Marketing de Caja Vital, Ixone Salazar, fueron los encargados de inaugurar esta muestra, pionera en Álava, que compaginará, por un lado, el asesoramiento individualizado y, por otro, la motivación para que los inmigrantes participen activamente en la búsqueda de vivienda y empleo.

Roberto Marro explicó que, actualmente, cerca de 100.000 extranjeros residen en la CAPV, de los cuales el 70% cuenta con permiso de trabajo y residencia y “presenta un proyecto laboral”. Detectadas las dificultades que este colectivo encuentra a la hora de acceder a empleo y casa, Marro señaló que la iniciativa presentada ayer resulta positiva para “normalizar” el acceso de los inmigrantes a estas metas.

Javier Ramos, de Lanbide, indicó por su parte que la principal traba que impide trabajar a muchos extranjeros es su situación ilegal. “Es evidente que los inmigrantes llegan con una expectativa económica y si las leyes no permiten regularizar a todos, algunos acaban accediendo a los empleos que los autóctonos no queremos”, resumió.

Rosa Candela, representante de la Inmobiliaria Dato 40, única presente en el foro, carecía ayer de pisos en alquiler para inmigrantes, aunque disponía de 400 viviendas de segunda mano. “Los propietarios suelen ser muy reacios a alquilar y más a gente desconocida”, manifestó.