MUNDO

Más allá del río Grande

Agricultores de EE UU trasladan sus plantaciones a México ante la escasez de mano de obra en su país

El Correo, 16-09-2007

«Una mañana el estado norteamericano de California descubrió que un tercio de su población había desaparecido». Este es el inicio de la película ‘Un día sin mexicanos’ (Sergio Arau, 2004), una fábula en la que el ‘modo de vida americano’ se marcha de este estado junto con los 14 millones de hispanos que trabajan como cocineros, jardineros, policías, niñeras y trabajadores de la construcción.

Montones de basura abarrotan las calles; las mujeres tienen que abandonar sus empleos para hacerse cargo de sus hijos; y los agricultores se echan las manos a la cabeza por la falta de personal para recoger sus cosechas. Las implicaciones políticas, económicas y sociales de esta situación son devastadoras y Estados Unidos vuelca todos sus esfuerzos en traer de vuelta a los latinos.

La profecía de la película se ha cumplido en cierta manera ahora, aunque de la mano de los granjeros estadounidenses. Ellos han sido los que han hecho las maletas para cruzar río Grande, el torrente que establece frontera natural entre EE UU y México. Es el caso de Steve Scaroni, un empresario estadounidense que en 2006 comenzó a explotar terrenos de cultivo en Celaya, municipio de Guanajuato, en la región central del país hispano y cuya historia publicaba hace días ‘The New York Times’. «Soy un americano al cien por cien, pero estoy cansado de luchar con el tema de la inmigración», se lamentaba el propietario de una granja y una empaquetadora de lechuga y brécol.

La creciente mudanza de empresas agrícolas a México ya ha sido detectada por el Congreso, donde la senadora demócrata, Dianne Feinstein, ha advertido de que los agricultores de California y Arizona alquilan en secreto 18.600 hectáreas de terreno para cultivar fuera de su país. ¿La principal razón de esta tendencia? La incertidumbre y la escasez de mano de obra para las cosechas.

La tierra prometida

Una situación que empeora por las recientes reformas en la seguridad fronteriza. El 53% de los 2,5 millones de trabajadores del campo son inmigrantes y la mayoría de origen mexicano. Las nuevas leyes migratorias, sin embargo, reducen las posibilidades para obtener un permiso laboral y contemplan penalizaciones para quienes contraten indocumentados. Y ello hace que cada haya menos gentes dispuesta a arriesgarse y entrar en tierras gringas.

Cada año, la agricultura deja de ser un empleo atractivo tanto para los norteamericanos como para los inmigrantes. «Sólo entre el 20 y 25% de los mexicanos que cruzan la frontera se dedican al campo», asegura Rodolfo Rubio, investigador del Colegio de la Frontera Norte (Colef), organismo que estudia los movimientos migratorios en esa región. Una vez que concluye la temporada de cosecha, los ‘sin papeles’ buscan empleo en el área de servicios y en la construcción – donde hay mayor oferta – para evitar la traumática experiencia de atravesar de nuevo río Grande.

En Celaya, Steve Scaroni tiene contratados a 500 mexicanos y explota 2.000 hectáreas para la producción de ensaladas empaquetadas que distribuye en el mercado estadounidense. El empresario tiene todos los procesos de producción controlados y ha desplazado su negocio a un lugar donde los trabajadores del campo ganan entre 5 y 6 dólares la jornada – poco más de cuatro euros – , lo que en EE UU corresponde a una hora. Guanajuato es el primer productor de brécol en El Bajío, la región con la tecnología agrícola más moderna, pero los pequeños propietarios de tierras de cultivo se ven obligados a alquilarlas por falta de capital.

Existen antecedentes de la mudanza de empresas a México anteriores al ataque terrorista del 11 – S, en estados como Baja California. «Si esta tendencia continúa, pueden entrar en competencia con las organizaciones agrícolas mexicanas quienes ya acarrean problemas como el del suministro de agua», señala Rubio.

Batalla por el agua

Los agricultores locales han iniciado una batalla legal contra la Comisión Nacional del Agua ya que para el ciclo 2000 – 2007 les correspondían 955 millones de metros cúbicos de agua, pero el organismo sólo les asignó poco más de la mitad. La otra cara de la moneda es que los granjeros estadounidenses llevan al territorio mexicano nueva tecnología y capacitan a los empleados, convirtiéndolos en obreros especializados.

En los siguientes años, el muro de 1.123 kilómetros que divide México y EE UU intentará frenar a miles de personas en busca de trabajo. «Según el departamento de Seguridad Nacional, está previsto que cada año entren 450.000 migrantes ilegales, de los que el 80% serán mexicanos», revela el especialista en movilidad de la población.

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