La oposición a toda inmigración ilegal nunca es racismo (y II)

El Día, Carlos Lugo Sosvilla, 12-09-2007

DE RISA RESULTA el antecedente histórico acontecido en el siglo XVII contado por Viera y Clavijo: “Pescar en la Costa de África”. Muchas más constante protección requería el preciadísimo ramo de la industria canaria, quiero decir, la antigua pesca en la costa de Berbería, que, siendo casi de primera necesidad para la subsistencia de los isleños, podía ser un manantial de su riqueza. Pero esta industria, nunca bastante alabada, había estado siempre como abandonada al cuidado y economía de los mismos pobres pescadores, que sin otra protección que la del cielo se vieron muchas veces insultados y esclavizados por los piratas y los moros. A los principios del mando del conde del Palmar, quiso la Corte tomar conocimiento de este asunto. Se esperaba que contribuyese a la deseada protección. Sin embargo, todo se redujo a despachar una real cédula (1698) por la que se mandaba que las islas armasen de su cuenta aquel guardacosta.

La disyuntiva es axiomática: o Canarias restablece sus medios defensivos reconstruyendo atalayas y castillos guarnecidos por su milicia, consiguiendo mejores amigos del concierto internacional que los diputados por España, o a llorar toca, como Boabdil el Chico a la pérdida de Granada. Se tiene la amarga experiencia del asedio e incendio por el hugonote “Pie de Palo” de Santa Cruz de La Palma: “Esta ciudad fue muy rica y próspera, sin embargo estaba descuidada sin tener en cuenta que podía ser saqueada; por ello no tenía fuertes ni artillería, todo esto explica que los franceses entrasen en ella, la saqueasen y la quemasen” (“Descripción de las Islas Canarias”. Gaspar Frutuoso). “Una patera arriba a Arico sin ser detectada”. (Titular de EL DÍA de 30 de julio de 2007). Texto de la información: “Una patera con 35 inmigrantes de origen subsahariano llegó ayer a primeras horas de la tarde, a las costas de Tajao, barrio del municipio tinerfeño de Arico, sin ser detectada por los servicios de vigilancia marítima. Fueron los vecinos los que dieron la voz de alarma. Al mismo tiempo, un cayuco con 130 inmigrantes irregulares también de origen africano, llegó al puerto de Los Cristianos remolcado por la embarcación de Salvamento Marítimo”. ¡O se cuelan o son ayudados a finalizar el viaje!

La aparición de cayucos o pateras varadas en las playas canarias sin ocupantes que campean por sus respetos en nuestros pueblos y verdes montes, y vaya usted a saber con qué intenciones, ya es para tomárselo en serio, y líbrenos de la funesta manía de pensar si los incendios forestales de Canarias y Grecia, también de acogida de inmigrantes ilegales, “bajos vientres de Europa”, dicho por Winston Churchil de la segunda cuando la Primera Guerra Europea, no estarán producidos por manos aleves con fines terroristas, línea de investigación que no debe desatender la Benemérita. Si inmigrantes ilegales pueden pasarse a la clandestinidad, e islamistas se producen como hongos en variedad de suelos, son cerca de 250.000 especies, no puede dudarse de que sean guarecidos por manos amigas, y así lo informa la Prensa, creyendo que sean magrebíes, porque serían los que mejor encuentran apoyo interior de más de cuatro islamistas o tontos útiles.

Confunden a muchos ingenuos con lo de que la inmigración incrementa la “renta per cápita”, sin caer en la consideración de que la de los cayucos y pateras que asolan Canarias poca rente producen, tratándose de puro allanamiento de morada, tipificado por el Código Penal como delito, al igual que de calumnia lo hace de la falsa imputación de un hecho constitutivo de delito, como es el de racista a los que sólo velan por la integridad y seguridad nacional. Toda inmigración reglada puede que sea productiva y así lo exige la que se permita en España para no sumarla a los dos millones de parados que registra ni con los 400.000 canarios que malviven en el umbral de la pobreza. Y desde luego respetando la idiosincrasia de sus pueblos, sabios por viejos más que por diablos.

En toda infracción penal hay autores, cómplices y encubridores, y más culpables que los primeros son los últimos, por mucho que en el caso inhumano del tráfico de personas quieran dársela de benefactores. A los que se apunta la secretaria de Estado de Inmigración, doña Consuelo Rumí, con la justificación de que mientras no exista en la Tierra justicia distributiva habrá inmigrantes. Sin enterarse de que la calificada inmigración magrebí y subsahariana en Canarias no es de su competencia, pues la inviolabilidad de las fronteras es misión de las Fuerzas Armadas. A riesgo de que se me acuse de atrevido el ejemplo, a la secretaria de Estado preguntaría si eran emigrantes las vanguardias de desarrapados de las tropas marroquíes que invadieron las provincias del Sáhara español, e inmigrantes los terroristas islámicos que bañaron de sangre a Madrid el 11-M. Con los posesos de un fanatismo religioso cuya meta es someter a los infieles al Islam, condenando a muerte los ayatolás de Irán al escritor Salman Rushdie por no gustarles “Los versos satánicos”, y dicen fabricar bombas atómicas inteligentes para matar a sus enemigos (bueno fuera que mataran a los amigos), no se puede jugar, por mucho que, a juicio de tontos de capirote, la inmigración produzca aumento del nivel de vida. Otra falacia es que los canarios también fueron emigrantes, pero no distinguen que hicieron América continente de promisión, cuando los islámicos quisieran hacerse con Canarias como aperitivo, islas ya pobladas a derramar con cíclicas crisis y economía inestable y deshacer Europa como postre. ¿O es que Osama Bin Laden y los fedallynes de Al-Qaeda son unos benditos y la nueva siembra explosiva que organizaban en Alemania era para juegos pirotécnicos?

Que se llegue a la conclusión de que Canarias necesita su independencia como razón de vida es incuestionable, y me atrevería a asegurar que tanto para su bien como el de España, cuando la política internacional de la continental regionalizada se encuentra a tanta distancia de la archipielar insularizada, como lo están geográficamente no es necesario aclarar que se hace referencia al abandono de las provincias del Sáhara y a la actual Alianza de Civilizaciones, única que explica tanta permisión de la inmigración ilegal de la civilización islamista. La canariedad latina corre peligro, y sólo la soberanía nacional bajo el Reino de España le dará entidad jurídica internacional para afrontar toda clase de avatares que la amenazan, tanto en sus tierras como en sus aguas. Y aquí se necesita traer a cuento los nombres de Victoriano Ríos Pérez y Antonio Cubillo Ferreira, que de las aguas canarias son los que más saben. Y de la independencia por consiguiente, aunque sea una pena el gran político que tiene perdido Canarias por no leer y estudiar a don José Ortega y Gasset, y dejarse embriagar por cantos de sirenas afroislámicos. Me refiero a Antonio Cubillo, del que recomiendo sea seriamente leído, pero sabiendo separar de la paja de su utopía, el trigo de la realidad geoestratégica y etnográfica de Canarias.

Desde la dirección de EL DÍA se enriquece la causa de la soberanía de Canarias, y tiene tanta entidad que hay necesidad apremiante de enterrar el hacha de guerra del pleito insular, pues la capitalidad de Canarias que lo motiva, más pronto que tarde, habrán de ser las de España y Europa, y las de sus siete, Siete Grandes Islas ordenadas en mesa redonda.

Y no quisiera que se crea que estoy bromeando, cuando lo que digo es muy serio, aunque para restar dramatismo lo exprese como género menor “astracán” de Pedro Muñoz Seca, que pretendía hacer reír a cualquier precio, y por mucha ironía que se gaste, el sainete canario mueve a llanto.

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