La comunidad pakistaní inaugura una mezquita en el Raval de BCN
El Mundo, , 09-09-2007Además de la mihrab, dispone de una sala de informática y será habilitada para dar clases de castellano y catalán a los recién llegados Suele decirse que la cara es el espejo del alma y el viernes, la de Muhammed Iqbal, secretario islámico del centro Camino para la paz, era una mezcla de alborozo y satisfacción.No era para menos. Llevaba cuatro años tratando de materializar un proyecto que consiste en algo tan sencillo y en apariencia banal como habilitar un local donde poder reunirse y realizar las oraciones con el resto de musulmanes.
Han sido cuatro años de permisos de obras, de oposición vecinal, de negociaciones con el ayuntamiento pero Iqbal, incasable, no perdió jamás la esperanza y esperó paciente con la tranquilidad del que tiene la certeza de estar haciendo las cosas bien. Y por fin el pasado viernes lleno de júbilo presentó la nueva mezquita situada en la calle Erasme de Janer de Barcelona, en el barrio del Raval.
«Hemos intentado tener una buena relación con la vecindad y continuaremos trabajando en esta línea», esgrimía Iqbal durante su discurso de presentación, contemplando la posibilidad de que, tal vez los vecinos obcecados en su idea de no permitir la apertura de la mezquita, declinarán la invitación de los pakistaníes. Lo cierto es que todos esperaban la asistencia vecinal, pero fueron muy pocos los no musulmanes que se acercaron a la mezquita. Tan sólo algún minúsculo grupo de gente mayor que la visitó más por simple curiosidad que por interés. «Vendremos a algún acto pero no por costumbre», le susurraba una anciana a su amiga.
Desde fuera muchos vecinos pasaban de largo por el local, sin ni tan siquiera echar una ojeada al interior. A alguno incluso pudo oírsele entre murmullos: «Va a ser un problema para el barrio».Aun así y con el objetivo de atajar cualquier polémica, Iqbal insistió en que «la relación con los vecinos está bien».
Durante estos cuatro años en los que la asociación Camino para la Paz ha negociado con el Ayuntamiento la tramitación de las obras, muchos vecinos de la zona liderados por la Asociación de Vecinos del Raval que dirige Pep García, alegaron todo tipo de razones para convencer al Ayuntamiento de no permitir la habilitación del local como una mezquita: que las obras no estaban en regla, que ya había suficientes mezquitas en el barrio, que se daba trato de favor a los inmigrantes Pero finalmente, como señaló el diputado del PSC en el Parlament Muhammed Chaib, Iqbal y sus compañeros «hicieron todo lo que se les pidió».
Inevitablemente, la oposición vecinal ralentizó el proceso de tramitación de las obras, aunque nadie del centro haya querido afirmarlo. Sin embargo, una amiga del centro acertó a decir que se había tardado tanto «por todo y por los vecinos».
Quienes sí asistieron al acto para apoyar hasta el final a Iqbal y su centro cultural fueron los integrantes del Grup Interreligioso del Raval, unas asociación formada por la Conferencia Islámica de la Paz, la Iglesia Protestante de Barcelona, las hermanas teresianas de la Iglesia del Carmen y otras entidades religiosas de diferente creencia. Precisamente la secretaria general de la asociación, la teresiana Ana Royo, fue invitada por Iqbal a ocupar una plaza principal en la inauguración para agradecerle su apoyo. La teresiana destacó que se trata de «una asociación cultural, que tiene el gesto de abrir las puertas a todo el mundo».
Royo es consciente del estupor que suele generar la construcción de un edificio religioso no cristiano. «Cuando la gente oye la palabra mezquita se asusta», dijo, pero añadió que este edificio tiene un significado muy especial para los musulmanes. Y es que mucha gente desconoce que la mezquita no es la casa de Dios, sino la de los musulmanes, es decir un lugar de encuentro.
El centro dispone de una zona cubierta con una esterilla dedicada al rezo donde figura el mihrab, es decir el ábside orientado a La Meca donde deben mirar los que oran y que contiene el Alcorán.Pero este espacio supone una minucia comparado con el resto de la sala que estará dedicada a enseñar catalán y castellano a los recién llegados, e incluso comparado con la sala de informática de la que también dispone el centro. Según el secretario del centro, «es una lástima que a veces haya gente muy válida que no se puede comunicar porque no sabe el idioma».
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