Un cerquero de Cambados pierde un tripulante peruano frente a Ribeira
Uno de sus compañeros se tiró al agua y consiguió agarrarlo durante unos segundos hasta que se hundió. El hombre se precipitó al mar mientras recogía el aparejo y no pudo ser rescatado por los demás marineros
La Voz de Galicia, , 07-09-2007«Parece que o mar estaba a chamalo desde o fondo». Con estas palabras se refería ayer Francisco Javier Bugallo patrón de una de las embarcaciones que trabajaban en la búsqueda a la desaparición de Rigoberto Quesada, un marinero de nacionalidad peruana que minutos después de la medianoche del miércoles se precipitó al mar cuando el barco en el que estaba enrolado, el cerquero Seixo III con base en Cambados, faenaba escasas millas al norte de Corrubedo (Ribeira).
Nada más caer al agua, otro de los tripulantes se lanzó al mar para intentar rescatar a su compañero. Consiguió agarrarlo durante unos segundos, «pero a súa man esvarou sen poder facer nada», explicó Bugallo. A punto estuvieron de perder a este segundo marinero.
Al parecer, la tripulación estaba recogiendo el aparejo cuando Quesada resbaló y se hundió en el mar. Desde ese momento, el helicóptero Helimer Galicia y varias embarcaciones de Salvamento Marítimo trabajaron en las tareas de rescate en aguas de Corrubedo en el área de Basoñas, mientras policías y voluntarios de Porto do Son y Ribeira peinaron por tierra la costa.
Junto al Seixo III , propiedad del armador José Feijoo, participaron en la búsqueda varios cerqueros, entre ellos el Montesacro , de Francisco Javier Bugallo, cuñado de Feijoo, que aseguró que «se non encontramos a Rigoberto, non voltaremos a terra ata o mediodía de mañán» [por hoy].? Según Salvamento, la profundidad de la zona en la que desapareció Quesada supera los 25 metros, pero el propio Bugallo señaló que el fondo era perfectamente visible, al tiempo que incidió en lo inexplicable del suceso.
Una primera hipótesis apuntaba a que el peruano podía haberse quedado enganchado en los aparejos, pero el patrón del Montesacro rebate este extremo, y apunta que, si eso hubiese sido así, «non tería pasado nada, porque tirarían do aparello para arriba e listo. Parece que o mar quixo levalo».
Otras fuentes consultadas achacan el percance a la inexperiencia del marinero, que llevaba sólo mes y medio en la flota del cerco. Sus amigos, sin embargo, discrepan y recuerdan que Rigoberto ya se ganaba la vida de marinero en su país natal.
Durante toda la tarde, cuatro buzos y varios cerqueros rastrearon la zona sin éxito: «Dixéronnos que mañán [por hoy] chegarían reforzos», decía Bugallo. Al cierre de esta edición, seguía sin haber rastro del marinero peruano y se desvanecía cualquier esperanza de encontrarlo con vida. ?
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