Inmigrantes menores, la invasión que no cesa
El Día, , 06-09-2007En años anteriores no solo arribaban a nuestras islas contados cayucos sino, también, pocos inmigrantes menores, algo que ha cambiado radicalmente, ya que casi a diario llegan cayucos a nuestras islas, donde cada vez son más numerosos los menores inmigrantes.
Parece ser que las repatriaciones de los adultos se están produciendo con cierta normalidad no sabemos hasta cuándo pero no así con los menores que, al parecer, no pueden ser repatriados.
Y aquí la cosa se va complicando ya que la fallida promesa creo que del Sr. Caldera de que se distribuirían dichos menores entre las restantes comunidades autónomas, ha resultado un pufo, pues prácticamente salvo honrosas excepciones dichas comunidades han pasado olímpicamente y nos han dejado con el cada vez más numeroso grupo de inmigrantes menores a los que hay que dar de todo: techo, alimentación, enseñanza, sanidad, etc…
Y aquí se me cruzan los cables. Por un lado me parece muy bien que los menores inmigrantes sean atendidos, pero su excesivo número está dando lugar a que nuestros propios menores, los que por distintas razones necesitan acogida, no puedan recibirla, situación indignante a la que nadie parece buscarle soluciones.
Máxime cuando, por sentido común, nos están invadiendo “silenciosamente”, metiéndonos gato por liebre.
Hay quien dice que cuando cumplan la mayoría de edad serán repatriados a sus países, algo que dudo ya que no todos están por recibirlos.
Me gustaría que alguien me aclarara y supongo que a los lectores también si la Comunidad Autónoma Canaria recibe subvenciones por el gran gasto que supone atender estos colectivos, y si se va a cambiar la Ley de Extranjería de forma que se le den soluciones a estas inmigraciones, que repercuten no solo en la acogida de nuestros menores sino, también, en la calidad de la enseñanza, o en las listas de espera en ambulatorios y hospitales, en fondos para actividades sociales, entre otras cosas.
No soy racista pero tengo claro que si la calidad de vida en nuestras islas se sigue deteriorando, nuestra principal fuente de riqueza, el turismo, puede venirse abajo, con las dramáticas consecuencias que para todos los que residimos en Canarias puede suponer.
Y esto lo repito una vez más es muy serio, mucho más que las próximas elecciones, que la guanchancha, que el Santa Cruz viva, ni los carnavales, ni el Tenerife, ni muchas pajaradas en las que se malgastan los dineros públicos.
Nos estamos jugando el pan de nuestros hijos, el porvenir de las futuras generaciones. Y esto no es ser pesimista: eso está ahí.
Hace unos días oí un comentario radiofónico que decía que en Canarias se han instalado las mafias y que la propia policía afirmaba que con las leyes y medios actuales poco podían hacer para combatirlas.
Así que, como éramos pocos, parió la burra.