«Mi padre se muere, la solidaridad ya no nos sirve de nada»
ABC, 06-09-2007R. CARRIÓN/L.PARDO
VALENCIA/CASTELLÓN. La mujer y los dos hijos de Nicola Mirita, el inmigrante rumano que se quemó a lo bonzo el martes en Castellón, permanecieron ayer todo el día en el hospital La Fe de Valencia a la espera de noticias sobre la delicada situación del padre de familia. Isabella, la hija mayor y la única que habla español, tiene 16 años, pero ayer aparentaba muchos más. Con la misma ropa del día anterior, una bolsa de plástico con las escasas pertenencias de la familia y el rostro tenso y cansado, comentó a ABC que «sólo quiero poder ver a mi padre, saber cómo está y poderle cuidar y estar día y noche con él. Mi padre se muere, ya no nos sirve de nada la solidaridad».
Ayer, las muestras de cariño con la familia fueron numerosas. A las puertas del hospital, de forma espontánea, numerosas personas se acercaron a Isabella, a su madre y a su hermano – a los que reconocieron por las imágenes de televisión y por los periodistas allí congregados – para darles ánimos y prestarle alguna ayuda. En pocos minutos, el pequeño de la familia, de 3 años, ajeno a lo que realmente ocurría, se encontró con las manos llenas de billetes de 50, 20 y 10 euros.
Según Isabella, los médicos habían prometido comunicarle el estado de su padre a mediodía, «y aún no sabemos nada». Eran las seis de la tarde y en el rostro de la joven se dibujaba el cansancio… y la tristeza. Mientras su madre le preparaba la merienda al más pequeño (un bocadillo de salsa tártara), en las mismas escaleras del pabellón de traumatología ella no paraba de repetir que agradecía la ayuda, «pero mi padre se muere y no me sirve de nada».
Versiones contrapuestas
Tras las terribles imágenes de Nicola ardiendo, ayer las reacciones no se hicieron esperar. Según fuentes de la Cruz Roja de Castellón, desde la institución se ofreció a Isabella «todos los recursos de que disponemos», lo que contradice las manifestaciones de la joven, que asegura «que su familia había acudido a muchas instituciones sin recibir ninguna ayuda». Cruz Roja explicó que la hija de Nicola se personó el pasado lunes en las dependencias de la entidad para reclamar ayuda porque su padre no tenía trabajo. La trabajadora social le pidió que volviese con sus progenitores por ser menor de edad, y le informó sobre los recursos a los que podía acogerse la familia. Nunca volvieron. Lo mismo ocurrió en el Centro Cívico de Castellón.
En cambio, la Delegación del Gobierno en la Comunidad Valenciana informó ayer de que la familia de Nicola no había acudido nunca a ellos. Antoni Bernabé, delegado del Gobierno, indicó que lo ocurrido es una muestra de «la desesperación de algunas familias que no encuentran una salida».
Las primeras actuaciones para atender y dar acogida a la familia ya se han practicado por parte del Ayuntamiento de Castellón y la Generalitat valenciana. La concejal de Bienestar Social del Ayuntamiento de Castellón, Carmen Amorós, manifestó la intención del Consistorio de asumir los costes de vuelta a Rumanía «tras la asunción de responsabilidades en este caso, que no son competencia municipal directa, pero que como administración más cercana a los ciudadanos nos comprometemos a llevar adelante». Por su parte, la Consejería de Inmigración y Ciudadanía mantendrá «las campañas para informar a los ciudadanos rumanos de su situación especial» dentro del marco de la UE y «prevenir» para que no ocurran estas situaciones y «advertir que estas personas no son todavía ciudadanos de pleno derecho». Mientras, Nicola sigue en una situación «muy grave», según fuentes del centro sanitario, y su evolución es muy lenta. Es probable que hoy se emita un nuevo parte.
(Puede haber caducado)