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“Si mi padre Nicolai se muere, nosotros también”

“Sólo Dios puede ayudarle”, dice la familia del rumano que permanece muy grave tras quemarse a lo bonzo en Castellón para pedir ayuda con la que volver a su país

Las Provincias, ARTURO CHECA, 06-09-2007

“Sólo Dios puede ayudarle”, dice la familia del rumano que permanece muy grave tras quemarse a lo bonzo en Castellón para pedir ayuda con la que volver a su país El hijo pequeño de Nicolai Mirita juega con varios coches en miniatura y come rosquilletas, ausente al drama y al dolor que surgen a su alrededor. También, como sin darle importancia, el niño, de 13 meses, mueve sus pequeñas manos con varios billetes que ciudadanos anónimos le entregan a su madre para intentar paliar su angustiosa situación.

Pero mientras su madre lo sostiene en su regazo, el rostro de la mujer se rompe una y otra vez y las lágrimas asoman sin cesar a sus ojos. A su lado, hablando durante horas con los periodistas, su hija de 17 años no puede impedir que su voz se quiebre y junta de vez en cuando sus manos para mirar al cielo. “Sólo Dios puede ayudar ahora a mi padre”, reconoce Isabelle.

Nicolai, el ciudadano rumano que el martes se quemó a lo bonzo frente a la Subdelegación del Gobierno en Castellón sigue muy grave en el Hospital La Fe de Valencia. Tiene el 70% del cuerpo quemado y está con respiración asistida. Las heridas no le permiten ni hablar.

“Si él se muere, nosotros también”, confiesa apenada Isabelle. Angustiada, su familia pasó ayer horas a las puertas del centro sanitario. A mediodía pudieron estar unos minutos junto a Nicolai.

“Todo han sido engaños en los tres meses que llevamos aquí”, denuncia la adolescente. Bañado en gasolina y con un mechero en la mano, el ciudadano rumano optó por jugarse la vida como precio para su anhelo: lograr que les paguen los 400 euros que cuestan los billetes de avión para regresar a Rumanía.

Sólo quería “llamar la atención”

Isabelle asegura que su padre no quería ponerse al borde de la muerte, “sólo llamar la atención para que alguien nos ayudara”.

Sentado en un banco de La Fe junto a su madre, el hijo pequeño de Nicolai mira a su hermana, envuelta de periodistas, con ojos inocentes y cara de no entender nada. “Él no sabe lo que ha pasado, está en su mundo. Pero no deja de preguntar ‘¿dónde está mi papá?’ y dice que quiere volver con él a Rumanía”, relata Isabelle.

Como otros tantos inmigrantes estafados por las mafias, la familia rumana llegó a la Comunitat con un sueño: llevar una vida mejor. No era mala la existencia que llevaban en Rumanía. “Teníamos empleo y casa”, explica la menor. Nicolai trabajaba con “caballos y carros”, mientras que su esposa se dedicaba a la venta de oro y plata.

Todos ellos fueron embaucados por un hermano del ahora herido. Les aseguró que en Castellón tendrían un hogar mejor y un empleo más prospero. Una casa en ruinas fue la realidad que les esperaba. Mes y medio después, su familiar les echó de la desvencijada vivienda y se vieron abocados a dormir, hambrientos, en parques de la capital castellonense.

En los tres meses que pasaron en Castellón, Nicolai Mirita únicamente pudo trabajar durante una semana. “Lo hizo durante muchas horas, día y noche, y al final no le pagaron absolutamente nada”, lamenta su hija.

La adolescente también intentó buscar un empleo con el que alimentar a su familia: “Nadie me lo dio. Ahora no queremos nada de nadie. Sólo que mi padre se ponga bien y marcharnos”.

Televisión rumana

El ánimo de la familia cambia cuando una televisión rumana pretende entrevistarles. La periodista Ioana Oprea asegura que ha venido a ofrecerles la posibilidad de regresar a su país con ellos. La madre grita enfadada en su idioma.

“Ellos dicen que no se fían de los rumanos, porque aseguran que muchos de sus compatriotas dicen que todo esto es un montaje”, explica la reportera rumana.

Los bancos de La Fe fueron ayer el hogar para la familia de Nicolai durante casi todo el día. Por la tarde volvieron al centro Nuevo Futuro, en el que han sido acogidos por la Conselleria de Bienestar Social. “Ahora tenemos un sitio en el que vivir y comida, pero nos falta nuestro padre para volver a ser una familia feliz”, concluyó emocionada Isabelle.

acheca@lasprovincias.es

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