Castellón pagará los billetes de avión al rumano que se inmoló
El Mundo, 06-09-2007Sigue en estado muy grave con quemaduras en el 70% de su cuerpo y su recuperación es difícil – Los valencianos donaron 300 euros a la familia El ciudadano rumano que se quemó a lo bonzo frente a la Subdelegación del Gobierno en Castellón continúa ingresado en «estado muy grave». Nicolai M. sufre quemaduras en el 70% de su cuerpo, según el parte médico emitido ayer por la Unidad de Quemados del Hospital La Fe de Valencia.
Mientras su familia se atrincheraba a las puertas del hospital, a la espera de noticias sobre su evolución, el Ayuntamiento de Castellón de La Plana anunciaba que se hará cargo de los billetes de avión para que regresen a su país de origen, cuando los médicos lo autoricen.
El rumano se encuentra con respiración asistida, tal y como explicó Isabella, la hija mayor de la víctima. Tanto ella como su madre y su hermano menor fueron trasladados al centro de acogida Nuevo Futuro de la capital del Turia por los servicios territoriales de Bienestar Social para que puedan seguir una evolución que los médicos califican de «difícil», ya que el hombre «está en peligro de muerte», en palabras de la hija.
Pese a todo, Isabella declaró que si la Policía de Castellón y los Servicios Sociales les hubieran ayudado, «esto no hubiera pasado», en relación a la decisión de su padre de prenderse fuego para denunciar su situación de penuria y la falta de dinero para regresar a su país.
«Todo Castellón nos engañó y no teníamos otra solución. Todo el mundo nos decía que nos iba a ayudar y luego nada. Mucha gente nos mira como a unos criminales, aunque no sabemos por qué», se queja.
Durante sus declaraciones frente al hospital y tras haber visitado durante unos minutos al herido, la joven llegó a decir que su familia no puede volver a vivir en Castellón porque mucha gente les miraba mal, les insultaba y varias personas querían matar a su padre.
Sin embargo, los valencianos se volcaron ayer llevados por la compasión. En apenas unas horas, frente a La Fe, los ofrecimientos de ayuda económica se sucedieron, hasta el punto de que antes del mediodía ya habían reunido 300 euros con los que jugueteaba el niño mientras su hermana manifestaba su deseo de poder ver a su padre, «saber qué le está pasando, poderle cuidar y estar día y noche con él». Isabella, abatida por el dolor, confesó desesperada que si Nicolai muere, ella «se mata» porque «no tiene nada de qué vivir».
Tras este caso extremo, se esconde la dramática realidad de miles de rumanos que vienen a España engañados, atraídos por la promesa de un empleo que no existe, ya que hay una moratoria de dos años que les impide trabajar por cuenta ajena. Según denuncia la presidenta de la Asociación de Inmigrantes de los Países del Este (AIPE), Angela Placsintar, «existe una nueva profesión en el mercado laboral entre las personas rumanas: estafadores».
«Son muchos los que se aprovechan de la gente. Les dan información laboral a cambio de dinero. Nombres de empresas, teléfonos, contactos a los que dirigirse a su llegada, pero en la mayor parte de los casos son falsos», añade. Curiosamente, muchas veces son los propios familiares y amigos quienes estafan a sus compatriotas.
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