Conflictos diarios y de fin de semana

El País, J. G. B. - Barcelona, 05-09-2007

El año pasado, los agentes identificaron a 1.463 rumanos que ocupaban pisos patera, casi la mitad de los 3.000 que residían en Badalona; la mayoría, sin estar empadronados. Aunque muchos se han marchado por la presión policial, la comunidad rumana de etnia gitana sigue siendo “la más problemática para la convivencia vecinal” para la Unidad de Convivencia de la Guardia Urbana de Badalona, creada especialmente para luchar contra los pisos patera y mantener la convivencia en la vía pública. Los rumanos gitanos son los más conflictivos “por su manera de vivir”, que “genera desconfianza” y “produce molestias por la falta de higiene, la falta de interacción con los vecinos, la acumulación de chatarra en los pisos y el continuo movimiento de personas”.

Todas estas afirmaciones están contenidas en el informe de servicios sobre conflictos de convivencia de la policía local, fechado en julio de 2007. En el documento se desgranan los problemas relacionados con las diferentes comunidades de inmigrantes extracomunitarios que residen en Badalona. Así, de la comunidad latina se dice que “de lunes a jueves no generan ningún tipo de problema”. Los fines de semana la calma da paso a la agitación y las “fiestas” que celebran en sus domicilios originan numerosas quejas. “Tienen la música elevada, se pelean y tienen actitudes incívicas en la calle y en los inmuebles”, dice el informe. Eso sí: sólo de viernes a domingo.

En la particular clasificación de la convivencia en esta populosa ciudad del área metropolitana, los que salen mejor parados son los chinos, retratados como “trabajadores por cuenta ajena del ramo del textil, que acostumbran a vivir donde trabajan”. Algunos miembros de la comunidad china, pues, también utilizan locales patera a modo de vivienda. La Guardia Urbana los ha descubierto por las “actividades que desarrollan”, pero en ningún caso como consecuencia de las quejas de los vecinos.
El olor de los alimentos

Otra de las comunidades ha sido bautizada en el informe como “paquistaní-hindú”, agrupando así dos nacionalidades distintas (la paquistaní y la india) en una división tan aleatoria como pueda ser la que planteó el politólogo Samuel Huntington para su Choque de civilizaciones. En cualquier caso, los paquistaníes y los indios no generan conflictos. Con alguna excepción, como la “entrada y salida de gente continua que lleva a la desconfianza de los vecinos, hasta que acaban conociéndoles”.

La Guardia Urbana también ha detectado “algún incidente aislado por los olores que desprenden los alimentos que cocinan” los inmigrantes asiáticos. Esta situación recuerda la vivida durante las décadas de 1950 y 1960. Miles de inmigrantes del sur de España trajeron a Cataluña sus hábitos alimentarios, cuyos olores, en un primer momento, también toparon con el rechazo de parte de la población autóctona.

En todos estos casos, la misión de esta unidad policial es la misma: detectar qué problemas hay en la comunidad de vecinos e intentar “disminuir los efectos de la sobreocupación” a través del diálogo con los implicados.

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