Un rumano se prende fuego como protesta en una calle de Castellón
El suicida se roció con gasolina ante la sede de la subdelegación del Gobierno para llamar la atención por la mala situación económica que vive desde que llegó a España con su mujer, su hija y una nieta. Tiene quemado el 70% de su cuerpo.
El Día, , 05-09-2007El ciudadano rumano que se roció de gasolina y se quemó ayer “a lo bonzo” frente a las dependencias de la subdelegación del Gobierno Central de Castellón permanece en grave estado en un centro sanitario. Según explicaron algunos testigos del incidente, un varón de nacionalidad rumana que lucía una camiseta del Valencia CF, de entre 40 y 50 años, se roció con la gasolina que portaba en una botella de agua de litro y medio. Después de varios minutos amenazando con prenderse fuego y, a pesar de los esfuerzos que hicieron para disuadirle su mujer y dos familiares, el hombre utilizó un mechero para encender la gasolina entre los gritos de las personas presentes.
Inmediatamente, un par de efectivos de la Guardia Civil intentaron desprenderle las ropas y sofocaron el fuego. A los pocos minutos llegó a la zona una ambulancia del SAMU y el herido fue trasladado a un centro hospitalario. Uno de los agentes resulto herido en una mano al tratar de apagar
el fuego.
“Hemos sido estafados”
La mujer del quemado explicó a los medios de comunicación presentes que su marido, su hija y su nieto se habían trasladado a España para trabajar, pero que habían sido estafados tanto en el trabajo como en la casa en la que supuestamente iban a vivir. “Ante la desesperación”, explicó la mujer, su marido se habría prendido fuego.
Por su parte, la hija del herido señaló después de que los equipos sanitarios evacuaran a su padre a un centro hospitalario cercano, que éste estaba “desesperado” por la situación que atraviesan en España, donde viven desde hace poco más de tres meses. Isabella explicó que su familia quiere regresar a Rumanía y que para ello necesitan que alguien les preste cerca de cuatrocientos euros para poder pagar los billetes, un dinero que ellos se comprometen a devolver.
“Logramos reunir el dinero suficiente para comprar los pasajes de vuelta, pero alguien nos estafó”, por lo que, dijo, que “ya no confiamos en nadie”. La joven insistió en que su familia no vino con ánimo de robar o de prostituirse, sino con el propósito de trabajar, y señaló que durante un tiempo se dedicaron a vender refrescos en la playa, pero dejaron de hacerlo cuando supieron que esa actividad está prohibida. Además, Isabella explicó que cada vez que han llamado a la Policía Local de Castellón para reclamar ayuda, éstos se han puesto en contacto con los servicios sociales, quienes, a su vez, han llamado a la Cruz Roja, de forma que el proceso que convierte en un círculo al que nadie pone fin.
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