comunidad valenciana

Se quema a lo bonzo en Castellón

“No vinimos a España para robar o prostituirnos, sino a trabajar”, afirma su hija

Las Provincias, PAQUI TERCERO, 05-09-2007

“No vinimos a España para robar o prostituirnos, sino a trabajar”, afirma su hija Fue un acto fruto de la desesperación, aunque meditado. Un inmigrante rumano se quemó ayer a lo bonzo frente a la Subdelegación del Gobierno en Castellón, en pleno corazón de la ciudad, como medida de protesta por la falta de ayudas para regresar a su país. Quiere que las administraciones les subvencionen los 400 euros que les cuestan los billetes de vuelta a casa.

Eran las 10.30 de la mañana. Hora punta en la plaza María Agustina, uno de los centros neurálgicos de la capital. En apenas unos minutos M. M., de 44 años, se convertía en una antorcha humana ante la mirada atónita de su mujer, su hija de 17 años y su otro hijo, de 13 meses.

“Ya antes había amenazado con suicidarse”, balbuceó su hija Isabelle todavía presa de los nervios tras ver cómo su padre se prendía fuego ante ella. Con el escaso español que ha logrado aprender en los tres meses que la familia lleva en España, Isabelle narró cómo su padre ya les había dicho que iba a tirarse desde algún lugar para acabar con su vida.

Ayer hizo realidad esas amenazas. Pese a que su familia y dos guardias civiles trataron de disuadirle, él no se lo pensó. Se subió a una isleta de la calzada, se roció con la gasolina que llevaba en una botella de agua y se prendió fuego con un mechero.

Las primeras en tratar de socorrerlo fueron su mujer y su hija, que gritaban desesperadas. Unos segundos después, dos guardias civiles salieron disparados desde la Subdelegación y le quitaron la ropa para impedir que avanzaran las quemaduras. Los dos agentes sufrieron heridas leves en las manos.

Quemaduras muy graves

El hombre padece quemaduras de primero, segundo y tercer grado en el 70% de su cuerpo. Se halla ingresado en estado muy grave en el Hospital La Fe de Valencia, hasta donde fue trasladado por el SAMU tras ser estabilizado en el Hospital General de Castellón.

La acción del ciudadano rumano fue su forma de rebelarse contra el desespero y la angustia que le carcome por la situación en la que viven él y su familia. Desde que hace tres meses llegaran a Castellón, la frustración ha sido el único resultado de intentar obtener alguna ayuda de la Administración.

Una tragedia que, aunque llevada a un extremo trágico en el caso de este ciudadano rumano, se repite entre muchos inmigrantes. Llegaron a Castellón con la promesa de una vivienda y un empleo. Fue el hermano del herido quien les convenció de que vinieran a probar suerte en la capital de La Plana, que aquí tendrían trabajo. Una vez en la Comunitat comprobaron el engaño.

“Cuando llegamos no teníamos trabajo y, además, la vivienda era en realidad una vivienda abandonada. Al mes y medio de estar allí, mi tío nos pidió 400 euros por el alquiler. Al no tener ese dinero, nos echó de la casa”, relató Isabelle.

A partir de entonces comenzó una auténtica pesadilla. “Nosotros no vinimos a España para robar o para trabajar en la prostitución, sino con el propósito de trabajar”, dijo la hija del herido.

Después de que su tío les echara de casa, la familia de rumanos ha sobrevivido con la venta de chatarra y de bebidas de refresco en la playa, según Isabelle.

Fuentes oficiales consultadas ayer por LAS PROVINCIAS confirmaron que la familia ha llegado a pernoctar en el albergue de Castellón, aunque en las dos últimas semanas habían sido vistos durmiendo en la plaza Teodoro Izquierdo.

Su desesperación tocó fondo cuando les robaron el poco dinero que habían logrado reunir para regresar a Rumanía, según contó Isabelle y confirmó el portavoz de una de las asociaciones de rumanos que trabajan en Castellón.

“Hemos acudido a la policía, que nos enviaron a Bienestar Social y de ahí a una ONG. Pero, al final, nadie nos ayuda”, lamentó la adolescente. En principio se apuntó que dicha entidad fuera Cruz Roja, pero en la organización no tienen constancia en sus registros de que llegaran a solicitar ayuda.

“Nos sentimos estafados y sin derechos. Queríamos una vida mejor y ahora sólo pensamos en regresar a Rumanía. Allí no tenemos trabajo, pero sí una casa donde vivir”, sollozaba Isabelle. El sueño de una vida mejor en la capital de La Plana ha quedado hecho añicos.

La acción del ciudadano rumano en Castellón movilizó de inmediato a los servicios municipales y autonómicos. El Ayuntamiento tomó “las medidas pertinentes para que la familia sea acogida por un centro de Valencia con recursos adecuados para este tipo de situación”, según explicaron en un comunicado.

Además, el Consistorio puso una psicóloga a disposición de la mujer y de los dos hijos. Por su parte, la Conselleria de Bienestar Social se hizo cargo de la familia y, por la tarde, los trasladaron a Valencia para que pudieran estar más cerca del hombre herido

castellon@lasprovincias.es

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