Migrantes acorralados
El Universal, , 31-08-2007LOS ÁNGELES. El día en que Pablo Alvarado fue en busca de su primer trabajo, en un barrio residencial de Woodland Hills, los vecinos lo confundieron con un delincuente y llamaron a la policía.
Llegaron cinco patrullas y me interrogaron. Les dije que estaba ahí, esperando la hora acordada con la patrona para tocarle la puerta y comenzar a trabajar. Pero sus vecinos, que me vieron por la ventana, llamaron a la policía porque creyeron que era un ladrón.
Corría el año de 1992 y Pablo sólo tenía tres meses de haber llegado como indocumentado a Estados Unidos:
Desde entonces, pocas cosas han cambiado y hoy seguimos viviendo en un ambiente de terror y persecución. Vivimos en un régimen diseñado bajo el espíritu de la ley Sensenbrenner que creíamos haber derrotado en las marchas de 2006. Pero la Sensenbrenner ha llegado para quedarse. Y hoy, la legalización se antoja muy lejana, mientras las redadas y deportaciones se han convertido en una prioridad, dijo Alvarado al comentar las más de 675 detenciones que según medios como Los Angeles Times se están produciendo cada semana en todo el país.
Alvarado es un superviviente de los cruces fronterizos. Un esquinero, un jornalero y un milusos. También es un dirigente laboral que ha sabido alzarse por encima del odio racista y la adversidad hasta ser considerado, por la revista Time, como uno de los más influyentes líderes hispanos en Estados Unidos. Como el nuevo César Chávez del movimiento proinmigrante que ha sido capaz de derrotar las ordenanzas nacionales que impiden a los jornaleros pedir trabajo en lugares públicos, hasta convertirse en el artífice de las alianzas con sindicatos y gremios afines para defender los derechos civiles de los inmigrantes.
Yo sólo quiero lo mejor para nuestra gente. Y nunca me ha interesado figurar en la lista de los más influyentes o populares. O aparecer en los libros de Historia como un sucesor de César Chávez, a quien guardo un profundo respeto
En medio de una nueva oleada de redadas y detenciones, que no se recuerdan en Estados Unidos desde la época de la Gran Depresión (1929), Alvarado advierte que los inmigrantes tenemos que prepararnos para el peor de los escenarios y entender que estamos solos y nadie va a luchar por nosotros.
La extrema derecha y los grupos antiinmigrantes no van a parar. Y aquí, ni los empresarios se van a salvar. Tenemos noticias de que, en los próximos días, los patrones van a recibir miles de cartas denunciando números de seguridad social falsos que han sido utilizados por trabajadores indocumentados. Y se van a ver obligados a despedir a cientos de miles, dijo Alvarado en alusión a la campaña de revisión nacional de documentos que puede dejar sin empleo a millones de inmigrantes.
A partir del próximo 9 de septiembre los patrones tendrán 90 días para despedir a sus empleados o regularizar los datos que aparecen en por lo menos 8 millones de números de seguro social que éstos presentaron al solicitar el trabajo.
De origen salvadoreño, Alvarado, de 40 años, es un hombre de una inteligencia punzante y de formación autodidacta. A pesar de que no ha estudiado una carrera universitaria, su instinto político se adivina en todas y cada una de sus frases y propuestas.
La reforma migratoria es una cosa inevitable. ¿Cuándo va a ocurrir? Pues supongo que dependerá de nosotros mismos. Porque en una lucha muchas veces se pierde o se gana. Y, en este movimiento, a veces vamos como el cangrejo. Dos pasitos padelante y otro patrás. Y a veces la pelea es más dura y trágica, como en la actual encrucijada. Pero ni la extrema derecha ni los grupos antinmigrantes nos van a parar.
El dirigente señala que nos están acorralando y a nosotros no nos queda otra que la resistencia pacífica, a través de marchas, de huelgas o boicots como el que estamos preparando para el próximo 12 de septiembre, en rechazo a este ambiente de persecución que nos está afectando a todos en general y a madres como Elvira Arellano, en particular.
Por eso, tenemos que entender que todos somos Elvira Arellano, porque la suerte de ella es nuestra propia suerte.
LOS ÁNGELES. El día en que Pablo Alvarado fue en busca de su primer trabajo, en un barrio residencial de Woodland Hills, los vecinos lo confundieron con un delincuente y llamaron a la policía.
Llegaron cinco patrullas y me interrogaron. Les dije que estaba ahí, esperando la hora acordada con la patrona para tocarle la puerta y comenzar a trabajar. Pero sus vecinos, que me vieron por la ventana, llamaron a la policía porque creyeron que era un ladrón.
Corría el año de 1992 y Pablo sólo tenía tres meses de haber llegado como indocumentado a Estados Unidos:
Desde entonces, pocas cosas han cambiado y hoy seguimos viviendo en un ambiente de terror y persecución. Vivimos en un régimen diseñado bajo el espíritu de la ley Sensenbrenner que creíamos haber derrotado en las marchas de 2006. Pero la Sensenbrenner ha llegado para quedarse. Y hoy, la legalización se antoja muy lejana, mientras las redadas y deportaciones se han convertido en una prioridad, dijo Alvarado al comentar las más de 675 detenciones que según medios como Los Angeles Times se están produciendo cada semana en todo el país.
Alvarado es un superviviente de los cruces fronterizos. Un esquinero, un jornalero y un milusos. También es un dirigente laboral que ha sabido alzarse por encima del odio racista y la adversidad hasta ser considerado, por la revista Time, como uno de los más influyentes líderes hispanos en Estados Unidos. Como el nuevo César Chávez del movimiento proinmigrante que ha sido capaz de derrotar las ordenanzas nacionales que impiden a los jornaleros pedir trabajo en lugares públicos, hasta convertirse en el artífice de las alianzas con sindicatos y gremios afines para defender los derechos civiles de los inmigrantes.
Yo sólo quiero lo mejor para nuestra gente. Y nunca me ha interesado figurar en la lista de los más influyentes o populares. O aparecer en los libros de Historia como un sucesor de César Chávez, a quien guardo un profundo respeto
En medio de una nueva oleada de redadas y detenciones, que no se recuerdan en Estados Unidos desde la época de la Gran Depresión (1929), Alvarado advierte que los inmigrantes tenemos que prepararnos para el peor de los escenarios y entender que estamos solos y nadie va a luchar por nosotros.
La extrema derecha y los grupos antiinmigrantes no van a parar. Y aquí, ni los empresarios se van a salvar. Tenemos noticias de que, en los próximos días, los patrones van a recibir miles de cartas denunciando números de seguridad social falsos que han sido utilizados por trabajadores indocumentados. Y se van a ver obligados a despedir a cientos de miles, dijo Alvarado en alusión a la campaña de revisión nacional de documentos que puede dejar sin empleo a millones de inmigrantes.
A partir del próximo 9 de septiembre los patrones tendrán 90 días para despedir a sus empleados o regularizar los datos que aparecen en por lo menos 8 millones de números de seguro social que éstos presentaron al solicitar el trabajo.
De origen salvadoreño, Alvarado, de 40 años, es un hombre de una inteligencia punzante y de formación autodidacta. A pesar de que no ha estudiado una carrera universitaria, su instinto político se adivina en todas y cada una de sus frases y propuestas.
La reforma migratoria es una cosa inevitable. ¿Cuándo va a ocurrir? Pues supongo que dependerá de nosotros mismos. Porque en una lucha muchas veces se pierde o se gana. Y, en este movimiento, a veces vamos como el cangrejo. Dos pasitos padelante y otro patrás. Y a veces la pelea es más dura y trágica, como en la actual encrucijada. Pero ni la extrema derecha ni los grupos antinmigrantes nos van a parar.
El dirigente señala que nos están acorralando y a nosotros no nos queda otra que la resistencia pacífica, a través de marchas, de huelgas o boicots como el que estamos preparando para el próximo 12 de septiembre, en rechazo a este ambiente de persecución que nos está afectando a todos en general y a madres como Elvira Arellano, en particular.
Por eso, tenemos que entender que todos somos Elvira Arellano, porque la suerte de ella es nuestra propia suerte.
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