«Los robos van a aumentar»

ABC, 30-08-2007

TEXTO: SEGUNDO SANZ

FOTOS: JAIME GARCÍA

CIUDAD REAL. La temporada de recolección de productos agrofrutales en Castilla – La Mancha está llegando a su tramo final, mientras la desesperación se apodera de los inmigrantes rumanos que se desplazaron a la región para trabajar como «temporeros».

Aunque quienes afirman sentirse ya «quemados» por el «comportamiento incívico» de estas personas son los vecinos de pequeños municipios manchegos como Llanos del Caudillo (Ciudad Real), de 739 habitantes, una de las localidades que más se ha visto este año sorprendida por la afluencia de rumanos – hasta 350 – . Algunos de los acampados a escasos 500 metros de la plaza han protagonizado hurtos en viviendas y huertas. «En mi casa ya han entrado tres veces a robar», relata Vicente Pacheco, un agricultor de la zona. Esta situación parece que puede empeorar, pues «cada vez son menos los rumanos ilegales que son requeridos para la recogida porque aquí está terminando, en septiembre irán al sur para la vendimia, y así cuando no tengan que comer, los hurtos van a aumentar», sostiene otro vecino que prefiere mantener el anonimato.

«A mí también intentaron robarme el coche y al Bar La Sociedad le han quitado botellas y abierto las máquinas tragaperras», relata un tercero, indignado. Y añade: «Faltan hasta gallinas y conejos de algunas granjas». No obstante, la principal denuncia de los vecinos pasa por las circunstancias que se derivan del consumo excesivo de alcohol que realizan estos inmigrantes. En la mañana de ayer, un BMW conducido por un grupo de ellos, mientras iban bebiendo botellas de cerveza, chocaba contra el vehículo estacionado del bibliotecario del pueblo, causándole desperfectos. «Los fines de semana se emborrachan y entran en el club para sobrepasarse con las chicas», cuenta Rosa María García, una joven de la localidad. Rosa cree que la historia con final no deseado que se produjo hace diez años puede volver a repetirse.

Fue entonces cuando el pueblo reaccionó en bloque y logró la expulsión de un grupo de 20 «temporeros» magrebíes que también intentaban ser empleados en labores de recogida. La chispa saltó cuando algunos de estos magrebíes acosaron a una muchacha en las fiestas patronales – que comenzarán este año el 16 de septiembre – , ante lo cual la respuesta de los vecinos fue inmediata.

Reacción conjunta

Este precedente anda cerca de reeditarse si los ánimos se caldean más de lo que están. «El otro día hubo problemas en la discoteca, porque varios de esos rumanos rompieron botellines y empezaron a bailar con ellos en la mano. con aparente intención de cortar a alguien», apunta un lugareño. Él no duda de que «si hacen algo malo a alguien, está más que claro que tendrán su merecido». «Ya que somos pocos, debemos defendernos entre nosotros», sentencia.

Hasta el momento sólo han surgido leves enfrentamientos entre vecinos e inmigrantes, pero son estos últimos quienes sí protagonizan a menudo fuertes riñas entre ellos mismos. «Hay algunos que se ponen a maltratar a sus mujeres en medio de la plaza y eso no gusta verlo», subraya la misma fuente. Al temor de las gentes, se une su malestar por la manera en que ensucian las calles, llegando a retirar los servicios de limpieza algunas mañanas decenas y decenas de botellas de cerveza y cajas de vino. También se quejan los residentes de Los Llanos de que dichos rumanos no tienen reparos en hacer sus necesidades fisiológicas bien en árboles, puertas de las casas o incluso en los muros de la iglesia. Además, el ambiente que se respira en la piscina municipal tampoco es el deseado. «Cuando llega el sábado, no te puedes bañar, porque ellos se meten en el agua con la ropa puesta», lamenta Rosa. «También utilizan las duchas para su aseo personal», agrega.

Las condiciones en que viven estos «temporeros» – chabolas de cartón y chapa, sin luz, ni agua y rodeados de basura – , dista mucho de las que encuentran los 53 ciudadanos lituanos, con contrato en origen a través de una empresa especializada, que habitan en el espacio habilitado por el Ayuntamiento, junto a la sede de la cooperativa. Ellos cuentan con duchas, inodoros, cocina y y tiendas de campaña militares dotadas de camas y mesas. «Para el año que viene se harán dormitorios y un comedor en esta zona», adelantó ayer el alcalde socialista de Los Llanos, Santiago Fernández.

Cabe recordar que el alcalde señaló hace días, cuando denunció el asentamiento ante la Fiscalía de Ciudad Real, que el municipio sólo necesitaba unos 70 trabajadores para los días más punteros de la recogida de la sandía y el melón.

Móvil ante las inspecciones En cambio, esta opinión parece no ser compartida por algunos agricultores de la localidad, que ven cómo necesitan un mayor número de braceros. «Está claro que poca gente quiere trabajar en la recolección por 50 euros el jornal, por eso hay que recurrir a estos inmigrantes», señala un cultivador de la zona. De manera sincera, comenta que «algunas veces tengo a ilegales y otras no, como todos» y explica que suele hacer uso de los móviles para avisar a sus colegas de la visita de inspectores de trabajo. La sensación de nerviosismo ante las inspecciones laborales avanza entre los empresarios agrícolas. Un veterano cultivador de Los Llanos confiesa que se siente intranquilo, pero que «no voy a estar todos los días pasando lista como en la escuela a ver quién tiene los papeles». «Yo le pago a un muchacho y él se encarga de traer en una furgoneta a cinco, diez o los temporeros que sean», relata el mismo campesino.

El delegado del Gobierno en Castilla – La Mancha, Máximo Díaz – Cano, exigió ayer a los empresarios agrícolas que realicen las contrataciones, tanto de extranjeros como de españoles, conforme a los principios de «legalidad y dignidad», puesto que «la Administración del Estado no va a permitir el mercadeo de seres humanos». De esta manera, Díaz – Cano quiso responder a las críticas vertidas el pasado martes por el secretario regional de la organización agraria Asaja, José María Fresneda, quien responsabilizó al Ejecutivo de los asentamientos ilegales, de la falta de mano de agrícola en el campo y de los robos que se están produciendo en el campo manchego.

Además, Fresneda señaló que «el drama de la inmigración no está sólo en Canarias, sino también en los pueblos de Castilla – La Mancha. donde todos los días llegan trabajadores ilegales» en «pateras con ruedas», De ahí que el responsable de Asaja haya instado al Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales a que intervenga cuanto antes en lugar de enviar a más inspectores, ya que el Gobierno es consciente de que los agricultores «están pillados como conejos» dado que poseen productos perecederos que hay que recoger y no disponen de la suficiente mano de obra.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)