En busca de Willie Horton
El Universo, , 29-08-2007Los republicanos tienen un problema: los cambios demográficos están haciendo que sea cada vez menos efectiva su estrategia electoral basada en el racismo. Es bastante simple, Estados Unidos se está volviendo menos blanco, principalmente a causa de la inmigración.
Así es que ahora Mitt Romney (precandidato presidencial republicano) trata de presentar a Rudy Giuliani (ex alcalde de Nueva York que compite por la misma posición) como un Willie Horton. Y en consecuencia por ahí anda un cuento sobre la política estadounidense pasada y futura, y la razón última por la que la visión de Karl Rove (asesor de George Bush) de una mayoría republicana permanente era una fantasía tonta.
Willie Horton, para quienes no recuerden las elecciones de 1988, era un convicto de Massachusetts que cometió asalto a mano armada y violación tras ser liberado de la prisión por medio de un programa de permisos extramuros. Se hizo famoso por un aviso político que presentaba su fotografía en actitud amenazadora y que aprovechó los miedos raciales. Muchos creen que el aviso tuvo mucho que ver con la victoria de George H.W. Bush contra Michael Dukakis.
Ahora, algunos republicanos están tratando de hacer un uso parecido del asesinato reciente de tres estudiantes universitarios en Newark, Nueva Jersey, en el que dos de los sospechosos son inmigrantes ilegales hispanos. Tom Tancredo (precandidato presidencial republicano) voló a Newark para acusar a los líderes municipales de dejar vía libre al crimen al no haber hecho cumplir las leyes migratorias, mientras que Newt Gingrich (en similar posición) declaró que “la guerra aquí en el país” contra los inmigrantes ilegales es “aún más mortal que la guerra en Iraq y Afganistán”. Y Romney (igual a los anteriores), quien finge ser cualquier cosa que según su opinión las bases del Partido Republicano quieren que sea, ha puesto un anuncio por radio en el que denuncia a Nueva York como una “ciudad santuario” de los inmigrantes ilegales, un ataque implícito contra Giuliani.
Es peculiar que nadie más trate de convertir en un tema político otros crímenes horrorosos como la invasión a una casa en Connecticut donde dos ex convictos en libertad condicional, ambos blancos, están acusados de asesinar a una madre y sus dos hijas. Oh, y por cierto: en conjunto, al parecer los inmigrantes hispanos cometen relativamente pocos delitos, de hecho, el índice de encarcelamiento es en realidad más bajo que el de los blancos no hispanos nacidos en el país.
Para apreciar lo que está sucediendo se necesita comprender la diferencia entre los objetivos del Partido Republicano moderno y la estrategia que utiliza para ganar elecciones.
La gente que lo dirige está preocupada, sobre todo, de hacer que Estados Unidos sea seguro para los ricos. Su objetivo principal, como alguna vez lo expresó Grover Norquist, es hacer que Estados Unidos sea como era “hasta Teddy Roosevelt, cuando los socialistas asumieron el poder”, deshaciéndose del “impuesto sobre los ingresos, el impuesto por muerte, regulaciones, todo eso”.
Sin embargo, la idolología económica de la derecha nunca ha ganado votos. Más bien, la estrategia electoral del partido ha dependido en gran medida de explotar el miedo racial y la animadversión.
Ronald Reagan no se convirtió en gobernador de California por predicar las maravillas de la libre empresa; lo hizo por atacar la ley sobre vivienda de ese estado y denunciando engaños a la seguridad social y asociando a los liberales con disturbios urbanos. Reagan no inició su campaña de 1980 con un discurso sobre el lado de la oferta en la economía, la comenzó –por exhortación de un joven Trent Lott– con un discurso en el que apoyó el derecho estatal ejercido en las afueras de Filadelfia, Misisipí, donde fueron asesinados tres activistas por los derechos civiles en 1964.
Y si se analizan los logros políticos del Partido Republicano desde que lo controla el movimiento conservador, tuvieron poco que ver con la oposición pública a los impuestos, los valores morales, la percepción de la fortaleza en la seguridad nacional, o cualquier otra de esas explicaciones que se proporcionan generalmente. Hasta casi un grado vergonzoso, todo se reduce a unas cuantas palabras: los blancos sureños empezaron a votar por los republicanos.
De hecho, sospecho que la importancia subyacente de la raza en las bases republicanas es la razón por la que Giuliani sigue siendo el puntero en la nominación del Partido Republicano, a pesar de ser un adúltero serial y sus antecedentes como un liberal social. No importan los valores morales: lo que realmente importa a las bases es que Giuliani pasa como un autoritario, dispuesto particularmente a tomar medidas enérgicas contra ustedes saben quienes.
Sin embargo, los republicanos tienen un problema: los cambios demográficos están haciendo que sea cada vez menos efectiva su estrategia electoral basada en el racismo. Es bastante simple, Estados Unidos se está volviendo menos blanco, principalmente a causa de la inmigración. El electorado hispano y asiático solo era el 4% del total en 1980, pero fue 11% en 2004, y esa cantidad seguirá aumentando en el futuro previsible.
Esas cifras son la razón por la cual Rove estaba tan ansioso por acercarse a los votantes hispanos. Sin embargo, los blancos con los que cuenta el Partido Republicano para que voten por sus colores, no sus intereses económicos, no quieren saber nada al respecto. Desde su punto de vista, es nosotros contra ellos, y todo aquel que se vea diferente es uno de ellos.
Así es que ahora tenemos el espectáculo de los republicanos que compiten por saber quién puede ser más antihispano en forma convincente. Ya sé, oficialmente no son hostiles a los hispanos en general, solo hacia los inmigrantes ilegales, pero se trata de una distinción que ni la base republicana ni el electorado hispano toman en serio.
En resumen, el Partido Republicano de hoy en día está atrapado por su historial de cinismo. Durante décadas explotó la animadversión racial para ganar votos blancos, y ahora, cuando los políticos republicanos necesitan acercarse a un país cada vez más diverso, las bases no se los permiten.
© The New York Times News Service.
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