Desaparición de diez migrantes, reflejo de un éxodo que no cesa

El Universo, CUENCA, 26-08-2007

| Cecilia Pugo

Familiares  reclaman por la falta de planes del Gobierno para cumplir en el tema migratorio.

“¿Se puede vivir con 160 dólares al mes? ¿Pagar  estudios y manutención de familia, arriendo, enfermedad de una madre, servicios básicos y encima pensar en un ahorro?. ¡Nunca!”. Las palabras de Ximena Montesdeoca Llanos tienen una mezcla de angustia e indignación porque su  hermano, presionado por esa situación decidió ir ilegalmente a EE.UU. y desapareció en Colombia junto a otros nueve compañeros.

En su vivienda ubicada en el sector La Compañía, al noreste de Cuenca, cuenta que según el coyote su hermano de madre, Diego Fernando Llanos, debía llegar en un mes a EE.UU. pero han pasado cinco meses y nadie sabe de su destino.

Entre ellos también estaban otros parientes: Ángel Balbuca, de 17 años, y Guillermo Nugra, de 31, a quienes Diego encontró en Colombia.

Kilómetros  más arriba de la casa de Ximena, donde el frío se hace más intenso, en la parroquia Octavio Cordero Palacios, Rosa Celinda Tenemaza, rodeada de sus hijos y familiares,  sufre la desaparición de su hijo Jaime Sinchi, de 16 años.

Es poco lo que se conoce. Naufragaron al salir de la isla Bahía Solano en Colombia hacia Panamá, murieron en un cruce de balas en la isla San Andrés o  fueron secuestrados por paramilitares, estos son los rumores que llegan y desesperan a los familiares.

Diego, de 24 años, graduado de bachiller en el colegio Octavio Cordero Palacios y con una especialización de tres años en electricidad, se ganaba la vida haciendo instalaciones eléctricas gracias a contratos conseguidos por un allegado.

Antes buscó mejores oportunidades en un taller para hacer hornillas de cocina  en el Parque Industrial, y se empleó como tipógrafo durante seis años. Su sueño era tener un negocio de materiales eléctricos.

Nunca pensó en emigrar, pero la situación lo obligó a pedir ayuda a familiares en EE.UU. y decidió hacerlo.

El coyote le había ofrecido de inmediato el viaje por $  12 mil, partían enseguida tras un primer pago de $ 5 mil. El dinero lo obtuvieron de un chulquero, cuyos intereses  mensuales de $ 250, aproximadamente, los pagan de manera alternada Ximena y su hermana Bertha, mientras esperan que el coyote les devuelva el dinero.

Jaime Sinchi tuvo una historia similar. La ruta   incluyó Guayaquil, Quito, Tulcán; y en Colombia a Cali, Buenaventura y Bahía Solano, pero al final los coyotes reunieron a todos en un solo grupo en Cali.

Conocer a su padre, Julio Sinchi Bonete, quien emigró a Estados Unidos cuando Jaime tenía  tres años, ayudarlo a trabajar porque estaba enfermo, así como a su madre y hermanos, era el motivo del viaje.

“Él era todo para mi”, lamenta la madre, quien cuenta que por lo económico optaron por pagar a un coyote los $ 12 mil  que pidió por la travesía y no los $ 15 mil dólares que solicitó otro traficante de personas y con quien sí logró llegar a EE.UU.  otro joven hace unos meses.

Presos de la desesperación, familiares de los dos jóvenes se unieron a parientes de otros desaparecidos y pidieron información al coyote, quien les solicitó $ 2.600  para “investigar” lo ocurrido, sin conseguir resultados.

Con la misma intención, otro coyote, desde Colombia, pidió a familiares de Diego Llanos el envío de $ 2.500, asegurando que “están vivos”. “Ya no les creímos y decidimos denunciarlos”, sostiene Ximena.

Los Tenemaza manifiestan también que un coyote les solicitó que le envíen $ 350 a través de Western Union para “investigar”, y posteriormente otros $ 350, pero desistieron.

Ximena señala que su hermano Diego estaba consciente de los riesgos, pero no encontró otra salida. Sueldos bajos, falta de fuentes de trabajo y trabas para obtener un crédito, además del riesgo a emprender un negocio en este país fueron las causas. “Ni con este gobierno que se mostró interesado en el tema migratorio se ha visto algún cambio”, argumenta.

Esta situación también  preocupa a Manuel Tenemaza, primo de Jaime Sinchi, quien emigró a Estados Unidos en 1995. Casado con una puertorriqueña con quien procreó dos hijos y tras intentar legalizarse fue deportado en 1999, retornó como ilegal y nuevamente fue expulsado en mayo del 2005.

En los últimos dos años no ha podido conseguir un trabajo estable con un sueldo “justo”, sostiene.  “Hay cosas que aquí son más caras que en Estados Unidos y con esos sueldos es imposible”, se lamenta.

Refiere que tuvo esperanzas con el nuevo gobierno, al que dio el voto, pero no ve una política dirigida a generar empleo con sueldos justos que frenen la migración. “Mi situación es angustiante, porque no puedo ir a EE.UU. y tampoco puedo traer a mi familia”, expresa.

A juicio de los familiares de los desaparecidos, tras siete meses de gobierno y cuatro de la creación de la Secretaría Nacional de Migración, cuyos objetivos se centran  a fijar políticas en favor de los emigrantes y sus familias, “hasta el momento ningún resultado se ve”  porque la migración no para y todas las semanas sale la gente.

A dos casas contiguas a la de Ximena, Tránsito Arias, una agradable mujer de 74 años, junto a  su casa de adobe cuenta que su nieto  José Guamán logró llegar a Estados Unidos  a  fines de julio pasado, tras dos intentos frustrados.

Por un lado se alegra, pero también se preocupa porque la deuda suma  $ 22 mil. “Lo bueno es que ya está trabajando”, se consuela.

Detalles

Desaparecidos
Rosa Verónica Llivipuma, Diego Fernando Llanos, Ángel Balbuca, Guillermo Nugra, Jaime Sinchi, Gilberto Marcelo Cedillo,  Carlos Macas, Klenfor Campoverde,  Julio César Palma y Julia Alejandrina Gutama.

Otro caso
Cuatro migrantes desaparecieron el pasado 23 de junio en Colombia: Luis Vélez y sus primos Pablo Vélez y Jorge Jara; y Jorge Eladio Sigüenza Suárez.

Denuncia
Familiares piden a las autoridades promuevan las  investigaciones en Colombia para ubicar a sus parientes.

Detenidos en mayo
67 ecuatorianos fueron detenidos en mayo pasado cuando intentaban cruzar el desierto de Arizona (EE.UU.), y  34 de ellos  fueron deportados el pasado 4 de agosto.

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