La apertura de una vía practicable en el ártico Asia-América-Europa no se asocia únicamente a las riquezas de petróleo y gas que, según los expertos, encierra el Polo Norte, sino que en el caso de la población inuit puede representar criminalidad, militarización, contaminación, epidemias e intrusión extranjera en sus vastos territorios.

Sin embargo, y en tanto reina la incertidumbre sobre su futuro y se hacen ya preparativos para el gran asalto a la región ártica, ¿será oída su voz por los cinco países principales que el día de hoy reclaman soberanía sobre aquellas heladas extensiones (Dinamarca, Noruega, Canadá, Estados Unidos y Rusia)?

¿Quién salvará a los inuit en el siglo XXI? ¿Quién les ayudará en un contexto de total confusión y de cambio climático que previsiblemente afectará a la población inuit?

Por si fuera poco, y mientras se sustancia el conflicto de jurisdicciones, en el Congreso Polar francés del 2007 ha quedado clara entre otras una cuestión: lo que no se sabe sobre posibles fenómenos físicos en el Ártico supera ampliamente lo que se sabe.

París, 20/08/2007