El ministro Caldera vuelve a mentir una vez más. Si hace unos años el magno embuste era que «se llevarán los documentos del Archivo de Salamanca por encima de mi cadáver», ahora le toca el turno a la emigración.

Asegura el señor Caldera que el asentamiento de miles de rumanos en La Herrera en Albacete «no es ilegal» y que están garantizadas «la salud y la seguridad en el entorno», aunque advirtió que vigilará sus contrataciones. También ha dicho que «no se puede hacer nada contra estos ciudadanos comunitarios», dada esa condición. Hombre, creo yo que el tener pasaporte comunitario no da derecho a comportarse como un vándalo, aunque el ínclito Caldera así lo considere.

Pues bien, didácticamente, he aquí por qué lo que dice el todavía señor ministro es una colección de embustes de tercera división:

1º) No está permitido que un ciudadano acampe donde le dé la gana y cuando le dé la gana. Para eso hay normas medioambientales legales y reglamentarias estatales y autonómicas.

2º) También se prohíbe por la legislación de aguas ciertos usos sobre el dominio público hidráulico (como por ejemplo, que dos mil fulanos hagan aguas mayores y menores en él, etc…).

3º) El alcalde del pueblo de La Herrera ha dicho a los medios de comunicación que a diario se recogen unos 10 ó 200 cascos de litronas y otras botellas. Hombre, pruebe usted a tirar un casco de botella en la vía pública delante del Seprona, a ver si eso es legal y qué cara ponen los sufridos chicos del tricornio.

4º) La Inspección de trabajo debe velar porque se cumpla la normativa laboral y de Seguridad Social. No creo que estos tengan un sólo derecho, visto que sus negreros los tienen a la intemperie.

5º) Caldera ha demostrado, a parte de ser un penoso ministro y un redomado mentiroso, que es el mayor potenciador de la Unión Europea en materia de importación de esclavos, pero en su barrio pijo lleno de vigilantes de seguridad privada seguro que no se ve ni uno.

¿Hasta cuándo va a ser gratis ser tan mentiroso como irresponsable, señor Caldera?