Recoger chatarra para sobrevivir

Diario de noticias de Gipuzkoa, 19-08-2007

Edificios abandonados o campamentos improvisados en las afueras de varios municipios cobijan, casi siempre en condiciones precarias, a muchos de los miles de gitanos del Este que han llegado a España para huir de la pobreza, migración que aumentó desde que Rumanía y Bulgaria dieron sus primeros pasos hacia la Unión Europea.

Se les puede ver en las calles de Donostia, Madrid, Barcelona, Valencia, Murcia, Sevilla y, aunque muchos han conseguido asentarse, todavía son demasiados los que viven en naves industriales vacías, casas deshabitadas o en campamentos levantados mientras recorren el país como temporeros.

También son obreros, se dedican a recoger chatarra y algunos a la mendicidad, por eso son más visibles que los inmigrantes de otras procedencias. “No hay trabajo, es todo muy difícil. Si tuviéramos trabajo y casa no estaríamos en la calle”, asegura un gitano búlgaro que, tras un periplo de tres años por tierras catalanas y manchegas, vive ahora en un instituto abandonado de Martutene.

En dicho barrio donostiarra conviven más de cien gitanos, la mayoría de la ciudad rumana de Blaj, que recogen plásticos y metales de la basura y los venden a peso en las chatarrerías de los alrededores, con lo que algunos pueden llegar a ganar cerca de mil euros al mes.

al borde de la ley

Niños trabajando como adultos

Son mujeres y hombres que en ocasiones llevan a sus hijos consigo porque la de los gitanos del Este es una inmigración en familia que a veces reúne hasta a tres generaciones en el mismo peregrinaje. Por ello, con frecuencia se pueden encontrar niños que desempeñan las mismas labores que los adultos, un asunto delicado que ha provocado la intervención de los servicios sociales de algunos municipios.

“¿No sabes qué hace aquí la Policía?”, pregunta un hombre. Se refiere a la patrulla de la Ertzaintza que al otro lado de las vías del tren, en el camino al instituto que ocupan, identificaba a los romaníes que pasaban con sus carros vacíos. “Es un simple chequeo”, explica un agente, “porque no todas las piezas que venden proceden de la basura, algunas las cogen en fábricas abandonadas, pero otras son robadas”, continúa. Y es que se han registrado varias denuncias por robo de metales en empresas de la provincia.

La localidad albacetense de La Herrera también ha sido noticia los últimos días por albergar un campamento de inmigrantes, en su mayoría gitanos rumanos, que ha llegado a cobijar hasta 2.000 personas que participaron en la recogida del ajo, y esperan ahora la campaña de la cebolla y el comienzo de la vendimia.

El alcalde del municipio, Pablo Escobar, denunció las molestias que este asentamiento causa a la población, que apenas cuenta con 400 habitantes, y alegó que han crecido las denuncias por hurtos y que los servicios de recogida retiran todos los días cientos de kilos de basura.

“Se trata, en general, de una inmigración que se mueve en los intersticios de la sociedad, viven con lo mínimo”, comenta la antropóloga Adriana Villalón, quien explica que “la falta de capacidades profesionales” de la mayoría de los gitanos del Este los “hace más vulnerables que a otros colectivos de inmigrantes y les dificulta, aún más si cabe, el acceso a una vivienda”.

Además, algunos sectores de la comunidad no están acostumbrados al trabajo regularizado continuo, y eso “choca” con el proyecto de vida de una sociedad como la nuestra, aunque asegura que a los que están aquí “no les falta voluntad para trabajar”.

En Rumanía “el 45% de la población vive en el umbral de la pobreza”, asevera la presidenta de la Asociación Rumano – Moldavo – Hispana Trajano, Ligia Mihaila, quien señala que esta situación la “sufre especialmente la minoría étnica gitana”.

muchos trabajadores

Falta de capacitación

Esta opinión es compartida por Miguel Monseill, uno de los responsables de Lungo Drom, un proyecto para la integración sociolaboral de esta etnia del Este de Europa que habita en el arco Mediterráneo. “Los gitanos fueron los primeros despedidos de las fábricas tras la caída del régimen comunista con el reajuste económico. Lo tienen difícil para acceder al mundo laboral porque su nivel de formación, en general, es más bajo”, explicó.

A esto, según Monseill, hay que sumar “la marginación histórica en sus países de origen, el sentimiento antigitano surgido a principios de los 90 y la segregación espacial y escolar que perdura en países como Rumanía”. Por eso, cuando una normativa europea permitió en 2002 la circulación de búlgaros y rumanos sin visado por la Unión Europea durante 90 días, España se convirtió por su clima en uno de los destinos preferidos de los gitanos.

Las inundaciones que han asolado Europa del Este en los últimos años y que han dejado sin hogar a cientos de personas han provocado el impulso que les hacía falta a algunos para hacer las maletas.

Con la incorporación de ambos países a la Unión Europea el flujo de inmigrantes ha continuado creciendo, y todos los expertos coinciden en asegurar que lo seguirá haciendo mientras España sea una opción para huir de la pobreza.

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