PHILIP RASICO · INVESTIGADOR DEL CATALÁN EN LA UNIVERSIDAD VANDERBILT

"El catalán resistirá si lo habla la inmigración"

La Vanguardia, , 17-08-2007

Tengo 55 años. Soy estadounidense de ascendencia francesa y catedrático e investigador del catalán en la Universidad Vanderbilt de Tennessee: desde 1989 tengo entre ocho y veinte alumnos por curso. Casado hace 30 años con una americana que habla catalán: tenemos dos hijos que lo aprenden. Cada lengua es una voz de la humanidad

LLUÍS AMIGUET
Tal vez uno de los momentos más emocionantes de mi carrera como filólogo fue cuando grabé en Florida un viejo que, entre su inglés, deslizó: Mira sa bruixa!

- ¿Eso no es catalán balear?

- Era menorquín: ¡había localizado a los descendientes de la colonia menorquina que se estableció en Florida en 1786!

- ¿Y usted cómo sabía que existían?

- Los citaba Joan Coromines en una notita a pie de página de un opúsculo que escribió sobre la extensión del catalán en el mundo. El maestro Coromines no sabía mucho más del asunto, así que fui yo a documentarlo.

- ¿Y de verdad hablaban menorquín?

- Los grandes linajes de San Agustín en Florida son menorquines: los Capó, Triay, Pellicer, Pomar, Usina… Muchos conservan palabras del catalán del siglo XVIII.

- ¿Cómo fueron a parar allí?

- En 1786 los ingleses, que entonces dominaban Menorca y habían cambiado con los españoles Cuba por la Florida, intentaron repoblar su nueva colonia americana. Querían cultivar añil e índigo allí y pensaron que los mediterráneos soportarían mejor la malaria y la humedad de los pantanos.

- Supongo que acabaron mal.

- Se llevaron más de un millar de menorquines en condiciones de semiesclavitud y la malaria, los maltratos y los asesinatos diezmaron a los pobres isleños en Florida.

- ¿Se sublevaron?

- Sufrieron muchísimo bajo el látigo de crueles capataces, pero al final la empresa esclavista fracasó y los ingleses retornaron la Florida a España ocho años después. Los menorquines prefirieron quedarse con los españoles, porque la ley inglesa no permitía a los católicos poseer tierras. Y sus descendientes conservan aún palabras y frases de sus ancestros en sus conversaciones diarias.

- ¿Tiene muchos alumnos de catalán en la Universidad Vanderbilt de Tennessee?

- Desde el año 1989 he tenido un mínimo de ocho alumnos de catalán en cada curso y un máximo de 20.

- ¡Qué mérito tiene usted!

- Estudian catalán para reforzar sus conocimientos de las lenguas latinas, pero no le oculto que me cuesta convencerles: estoy orgulloso de trabajar sin ninguna subvención.

- ¿Cómo se interesó por el catalán?

- Me gustaba el español y me gradué en Lengua Española en la Universidad Bloomington de Indiana. Allí conocí al doctor Roca Pons, que fue mi maestro, y me doctoré con él con la tesis “Preliterary catalan historical phonology”, con la que también gané el premio de la Crítica Serra d´Or.

- ¿Y aprendió catalán en Bloomington?

- Vine a Madrid y Barcelona a completar estudios y me enamoré de Catalunya. El español vive un boom universal y se expande sin cesar por el planeta, pero yo tengo predilección por el catalán, que, como todas las lenguas sin Estado, es una criatura frágil.

- ¡Y lo enseña usted en Tennessee!

- Siempre me ha apenado que la humanidad pierda una voz, es decir, una lengua y he visto al catalán en las últimas. Tal vez el hecho de que mis ancestros olvidaran su francés original de Vincennes al integrarse en América me hizo sensible a la necesidad de mantener culturas para poder vivir con más plenitud nuestras vidas.

- ¡Ojalá pudiéramos también recuperar el vasco que se habló en Catalunya!

- Permítame corregirle: vascoide, como le gustaba precisar al maestro Coromines. En el Pirineo catalán se habló un dialecto íbero, tal vez vascoide, que sobrevivió a la latinización hasta el siglo XI, sobre todo en el Pallars. Gran parte de la toponimia catalana es inexplicable sin ese euskera.

- Aran, Tossa, Andorra (río de piedras)…

- Los íberos aprendieron muy pronto el latín que aquí dio lugar al catalán, pero en el Pirineo el íbero vascoide resistió mil años todavía y persiste aún hoy en la toponimia.

- Ahora aquí andamos empeñados en hablar también inglés, por lo menos.

- Yo estoy intentando promover los intercambios lingüísticos entre ciudades catalanas y Tennessee. Los chavales catalanes aprenderán inglés y los de allí descubrirán, por lo menos, que el catalán también existe.

- ¡Adelante!

- Hace cuatro años que funciona ese intercambio entre Girona y Nashville.

- ¿Qué le interesa del catalán moderno?

- He escrito seis libros sobre el catalán y soy el único miembro estadounidense del Institut d´Estudis Catalans y, aunque soy medievalista, me interesa la implantación de un estándar de la lengua.

- ¿Por qué?

- Me parece fascinante la comparación de ese proceso normativo de una lengua pequeña y débil como el catalán con la del inglés.

- Es una comparación muy desigual.

- Tal vez en tamaño, pero no en eficacia: el inglés ha tenido y tiene muchos problemas de normativa. Yo mismo, que soy lingüista, no creo escribir y hablar correctamente.

- Su modestia le hará aprender.

- El mundo y las culturas se globalizan a una velocidad vertiginosa que me preocupa cuando pienso en la supervivencia de nuestra diversidad.

- Toda pureza es una mezcla olvidada.

- Las lenguas de tamaño similar al catalán, como las bálticas, el finés o el holandés, en realidad son bilingüismos. Todos los ciudadanos hablan su lengua, pero también utilizan el inglés, habitual en los negocios y la universidad y la ciencia.

- Aquí ahora aspiramos al trilingüismo.

- El catalán resistirá si lo hablan los inmigrantes .

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