Los migrantes y el Presidente I

El Universo, 16-08-2007

De la visita del presidente del Ecuador, Rafael Correa, a España e Italia, en julio pasado, una publicación del  Nuevo Herald,  señala: “… Uno de los propósitos… fue conseguir los votos de los ecuatorianos radicados en España –entre 500 y 700 mil– para la elección de la Asamblea Constituyente del próximo 30 de septiembre”. Efectivamente, vino de campaña electoral.

Me referiré al caso de Madrid dado que los hechos fueron similares a los de Barcelona, Valencia y Milán porque para la mayoría de ecuatorianos esa visita no oficial pasó desapercibida. En Madrid fue recibido en el Consulado ecuatoriano, escenario de  bochornosos acontecimientos anteriores en contra de compatriotas, por parte de funcionarios, de lo cual Correa no dijo nada. Estuvimos presentes 76 personas: 35 adulones de siempre (pocos residen en Madrid, la mayoría vino de Inglaterra, Navarra y otras ciudades, pagados); 32 entre autoridades, funcionarios, guardaespaldas; 6 curiosos, yo incluido; y 3 de los medios de comunicación latinos, pues de los medios españoles o extranjeros, 0 (cero).  En Barcelona, como vieron el fracaso en Madrid publicaron anuncios en los diarios de gran tirada,  Metro  y  20 Minutos,  en primera página; pagaron buses y a  gente para ir a levantar pancartas de bienvenida.

Su discurso fue la repetición de cuando vino en campaña presidencial. Habló que su Gobierno era “el de los emigrantes” y que terminaría con la partidocracia corrupta. Habló de un banco garantizado por el Estado y Gobierno (léase, manejado) para que mandemos las remesas a nuestras familias. Su preocupación es lógica, según lo que le han contado, son 1.700 millones de dólares anuales (son mucho más, señor Correa, entre 2.600 y 3.000 millones de dólares) a los que el Gobierno, por ahora, no puede meter mano. Además se refirió a la “tragedia nacional” que para Ecuador supone la migración. No entendimos tanta incoherencia en un mismo discurso, pues en otra parte del mismo dijo que somos los salvadores de la economía nacional. El proceso migratorio ecuatoriano no es  tragedia nacional ni un fenómeno ni necesitamos lástima. Todo lo contrario. Este proceso está siendo analizado por sus propios autores, nosotros los migrantes que  tenemos capacidad para interpretarlo.

Sobre la “Quinta Región”, él conoce que esta es una propuesta original de ERE, la Asociación Mundial de Ecuatorianos Residentes en el Exterior, desde hace diez años. Cuando él ni soñaba ser Presidente ya dimos vida a este concepto. Debemos decirle que la Quinta Región somos los 3,5 millones de ecuatorianos que vivimos fuera del Ecuador, y que nuestra patria con la migración se ha vuelto transnacional, y vive y vibra con cada uno de los ecuatorianos que residimos en 63 países,  cuando soñamos, lloramos, trabajamos los siete días  para sacar adelante a nuestras familias y patria.

Eso jamás lo entenderán porque sus limitaciones no les permite a estos señores que están a mil años luz, conocer nuestra realidad. Por eso en el viaje de su hermana, la mal informaron y declaró que el Gobierno de Prodi en Italia  “es amigo de los migrantes…”, cuando todos sabemos que el actual gobierno italiano mantiene hasta hoy leyes nefastas, racistas, como la Ley Bossi – Fini, heredada de Berlusconi.

La Quinta Región proponemos para que sea el tercer capítulo de la nueva Constitución ecuatoriana, se la reconozca a niveles jurídico, político, administrativo, social, económico y electoral; y demandamos el 30% de la representación en los órganos del Estado, incluido en el Congreso Nacional, y no la ínfima e insultante representación de migrantes a la Asamblea, que propuso. La campaña electoral a la Constituyente impulsada en el exterior por el  Presidente, una vez más  confirma la regla: este régimen  es parte de lo mismo. El recuerdo de traiciones de anteriores presidentes continúa en la memoria del pueblo; de ahí que una campaña como la que llevó a efecto cuando visitó España e Italia desmoronó la confianza de muchísimos compatriotas, incluso de algunos que votamos por su proyecto.

Óscar Imbaquingo,
Madrid, España

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