¿A qué regresamos, a la pobreza?

El Universal, María de Jesús Peters, 16-08-2007

ARRIAGA, Chis.— Un grupo de jóvenes salvadoreños camina sobre las vías del tren. Sus rostros reflejan el cansancio por el viaje.

Agotados se desvanecen sobre los polvorientos durmientes que sostienen los rieles.

De manera inmediata los ocho jóvenes de entre 19 y 23 años se quitan los zapatos y dejan al descubierto los pies adoloridos, llenos de ampollas.

—¡Cómo están?

—Cansados. Llevamos 10 días caminando a marcha forzada desde Ciudad Hidalgo, localidad fronteriza con Guatemala, nos han asaltado en dos ocasiones, tenemos hambre y sed.

—¿Saben que no hay tren?

—Sí. Nos platicaron pero no podemos dar marcha atrás. Es un riesgo que corremos, responde el salvadoreño Felipe Omalio Candelario, de 21 años.

—¿A qué regresamos a la pobreza de nuestro país? La situación es dura como los sufrimientos que vivimos en este viaje; pero tenemos la esperanza de llegar a Estados Unidos, expresa Juan José, de 22 años.

“Nosotros salimos con un objetivo y hasta ahora nada nos detendrá. No podemos regresarnos, hemos pasado los peores sufrimientos. Vamos a hacer el esfuerzo de continuar, a ver hasta dónde llegamos”, agrega.

Buscan a la ‘bestia de acero’

Decenas de inmigrantes se mueven hacia Ixtepec en busca de la bestia de acero —nombre despectivo con que los migrantes llaman al tren— para que los acerque al sueño americano.

Desde hace 20 días que el tren dejó de operar los indocumentados se encontraban varados, pero por temor a ser detenidos por las fuerzas federales se han movilizado hacia el vecino estado de Oaxaca, a pesar de los asaltos que cometen policías y delincuentes.

En las inmediaciones de las vías férreas sólo se observa a más de un centenar de extranjeros “sin papeles” que descansan mientras continúan el viaje de unos 160 kilómetros.

Mientras algunos grupos se mueven hacia Ixtepec, en la región del Istmo oaxaqueño, otros apenas llegan hasta este lugar. Se les ve exhaustos por la caminada de más de 300 kilómetros que han realizado desde Suchiate, en la frontera de Chiapas con Guatemala. La corriente de “sin papeles” no cesa, a pesar de no haber ferrocarril.

El Grupo de Protección al Migrante Beta Sur reinició su recorrido para alertar a los indocumentados de Centroamérica sobre el incremento de asaltos en la región.

Latas de atún y galletas saladas reparten entre los migrantes para que mitiguen el hambre, así como algunas pomadas para que curen las ampollas de los pies.

“Tengan cuidado, más adelante están asaltando”, alerta un agente de ese organismo dependiente del Instituto Nacional de Migración (INM).

ARRIAGA, Chis.— Un grupo de jóvenes salvadoreños camina sobre las vías del tren. Sus rostros reflejan el cansancio por el viaje.

Agotados se desvanecen sobre los polvorientos durmientes que sostienen los rieles.

De manera inmediata los ocho jóvenes de entre 19 y 23 años se quitan los zapatos y dejan al descubierto los pies adoloridos, llenos de ampollas.

—¡Cómo están?

—Cansados. Llevamos 10 días caminando a marcha forzada desde Ciudad Hidalgo, localidad fronteriza con Guatemala, nos han asaltado en dos ocasiones, tenemos hambre y sed.

—¿Saben que no hay tren?

—Sí. Nos platicaron pero no podemos dar marcha atrás. Es un riesgo que corremos, responde el salvadoreño Felipe Omalio Candelario, de 21 años.

—¿A qué regresamos a la pobreza de nuestro país? La situación es dura como los sufrimientos que vivimos en este viaje; pero tenemos la esperanza de llegar a Estados Unidos, expresa Juan José, de 22 años.

“Nosotros salimos con un objetivo y hasta ahora nada nos detendrá. No podemos regresarnos, hemos pasado los peores sufrimientos. Vamos a hacer el esfuerzo de continuar, a ver hasta dónde llegamos”, agrega.

Buscan a la ‘bestia de acero’

Decenas de inmigrantes se mueven hacia Ixtepec en busca de la bestia de acero —nombre despectivo con que los migrantes llaman al tren— para que los acerque al sueño americano.

Desde hace 20 días que el tren dejó de operar los indocumentados se encontraban varados, pero por temor a ser detenidos por las fuerzas federales se han movilizado hacia el vecino estado de Oaxaca, a pesar de los asaltos que cometen policías y delincuentes.

En las inmediaciones de las vías férreas sólo se observa a más de un centenar de extranjeros “sin papeles” que descansan mientras continúan el viaje de unos 160 kilómetros.

Mientras algunos grupos se mueven hacia Ixtepec, en la región del Istmo oaxaqueño, otros apenas llegan hasta este lugar. Se les ve exhaustos por la caminada de más de 300 kilómetros que han realizado desde Suchiate, en la frontera de Chiapas con Guatemala. La corriente de “sin papeles” no cesa, a pesar de no haber ferrocarril.

El Grupo de Protección al Migrante Beta Sur reinició su recorrido para alertar a los indocumentados de Centroamérica sobre el incremento de asaltos en la región.

Latas de atún y galletas saladas reparten entre los migrantes para que mitiguen el hambre, así como algunas pomadas para que curen las ampollas de los pies.

“Tengan cuidado, más adelante están asaltando”, alerta un agente de ese organismo dependiente del Instituto Nacional de Migración (INM).

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