REYERTA MORTAL EN ALCANTARILLA 'LA VERDAD' DESVELA LAS DILIGENCIAS JUDICIALES
«¿Me han herido, hermano, llama a una ambulancia!», pidió socorro Óscar antes de desvanecerse sobre la acera
Tres implicados en la pelea acusan a uno de sus primos, Eduardo, del mortal apuñalamiento: «Vi cómo limpiaba la navaja en la camiseta»
La Verdad, , 16-08-2007Altas horas de la madrugada, un garito de mala muerte, unos cuerpos macerados en alcohol, un saludo más efusivo de la cuenta y la afilada hoja de una navaja como implacable árbitro de una contienda. Y un resultado inapelable: un joven de 18 años tendido sobre la acera, boca abajo, bañado en sangre. Inmóvil. Tan inmóvil como sólo puede estarlo un muerto.
Nunca una vida se perdió por cuestión más nimia. Óscar Orenes Sánchez, vecino de Alcantarilla, de 18 años, se estaba tomando la que sería la última copa de la noche – y que acabaría siendo la última de su vida – en compañía de su hermano Francisco, de 25 años. El lugar elegido era el pub Mustafá, o MS, situado en la calle Mayor de Alcantarilla, conocido en la localidad por permanecer abierto «mientras haya algún cliente». Eran cerca de las tres y media de la madrugada cuando entraron en el local dos hermanos de etnia gitana, Antonio y Juan García Fernández, viejos conocidos de los dos primeros por haber sido vecinos tiempo atrás, que iban acompañados de un primo suyo, Antonio García Salguero.
Aparentemente, Francisco se aproximó a Antonio García Fernández y le saludó de forma demasiado efusiva, con un cachete a la altura de la oreja. El receptor del cariñoso gesto se violentó. «Me has dado en el pendiente y me has hecho daño; no vuelvas a hacerlo», parece que le respondió. Pero Francisco hizo caso omiso y le dedicó otras dos o tres afectuosas collejas. La bofetada con la que respondió Antonio no tenía ya nada de amistosa. Menos aún el puñetazo con el que Francisco reaccionó a la agresión, y que fue a impactar en el rostro de García Salguero, hasta ese momento convidado de piedra en el estúpido rifirrafe y que cayó desplomado sobre el suelo del local.
El atestado policial, elaborado en los dos días siguientes a esa madrugada del día 9 de agosto, y las diligencias iniciadas por el Juzgado de Instrucción número 6 de Murcia, en funciones de guardia en ese momento – documentos a los que La Verdad ha tenido acceso – permiten conocer, con cierta fiabilidad, lo ocurrido a partir de ese instante. En apariencia, los dos hermanos Orenes se enzarzaron a puñetazos con los hermanos García Fernández, sin renunciar a lanzarse vasos, botellas y hasta taburetes, que convirtieron el pub en un campo de batalla.
Golpear antes de preguntar
Pero nada hacía intuir que aquello fuese a ir más allá de unas contusiones y de alguna brecha en el pellejo hasta que irrumpieron en el local los hermanos Eduardo y Antonio García Bautista, primos de los dos hermanos calés, que se sumaron a la reyerta sin dedicar un instante a averiguar las razones de la misma, ni quiénes ni cuántos estaban implicados en ella.
«Eduardo entró disparado, como un toro, preguntando: ¿Quién es?, ¿quién es?, y cogió a uno de los hermanos de la pechera y lo metió hasta el fondo del bar, donde están los aseos». Esta declaración tiene su importancia, ya que ha sido realizada por uno de los cinco supuestos implicados en el crimen, Antonio García Salguero, que acusa a su primo Eduardo de haber sido el autor de las puñaladas que acabaron con la vida de Óscar y que mandaron al hospital, en estado muy grave, al hermano de éste, Francisco.
«Eduardo me ha dicho, nos lo ha dicho a todos con su boca de comer, que sacó la navaja y le pinchó a Óscar cuatro o cinco veces. Cuando éste se quedó como inmovilizado, y no se podía mover, se fue a por el hermano y lo apuñaló también, dándole bastante veces», contó García Salguero ante el juez y en presencia de su abogado. Un relato que se corresponde con los cuatro navajazos que recibió Óscar – uno en el corazón – y los nueve que le fueron asestados a Francisco.
Eduardo, en su manifestación, sólo admite la pelea, pero no que portase una navaja, ni que ésta le hubiese sido regalada por un primo suyo de Javalí Nuevo, ni mucho menos haberla utilizado para agredir a nadie. «Sólo me peleé a puñetazos», ha asegurado. Pero las declaraciones de sus tres primos le implican en el homicidio.
Además de las manifestaciones ya referidas de García Salguero, Antonio García Fernández ha declarado que oyó cómo Eduardo decía «¿vámonos, vámonos, que le he pinchado!». Y el hermano de éste, Juan, que también confirma que Eduardo dijo esa frase, va más allá al señalar que éste era el único que llevaba navaja y que la llevaba junto con las llaves del coche. «Vi cómo Eduardo salía del pub y limpiaba la navaja con la camiseta», explica, además de indicar que escuchó a uno de los acuchillados, a Francisco, pidiéndole a su agresor: «Edu, déjame ya».
Las diligencias judiciales también reseñan cómo fueron los últimos segundos de vida de Óscar. Un marroquí que pasaba junto al pub cuenta que el chico se le aproximó, descalzo, y se levantó la camiseta para mostrarle las cuchilladas. «¿Me han herido, hermano, llama a una ambulancia!», le dijo, al tiempo que sacaba un móvil del bolsillo. Óscar no pudo marcar siquiera el 112. Cayó, inerte, sobre la acera.
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