Bajo amenaza de expulsión preferente
Diario de noticias de Gipuzkoa, 16-08-2007PESA sobre él un expediente de expulsión y se siente como un criminal huyendo de la policía. Su abogado de oficio hace lo imposible estos días para encontrarle acomodo legal por medio de la figura del arraigo laboral, pero él, a decir verdad, no tiene demasiada fe. “Me tengo que mover rápido. Esto es como el gol de oro, lo lanzas y tras él ganas o pierdes el partido”. Él está convencido de que va a salir derrotado.
El brasileño Ricardo Machado, de 27 años, es un joven alto y bien parecido, de maneras refinadas y extrema amabilidad. Su imagen no se corresponde con la estampa habitual de una persona en situación administrativa precaria. Él asegura que le gusta cuidar su imagen porque no tiene necesidad de recurrir a la caridad. “El hecho de no tener papeles no me convierte en un mendigo. No quiero dar lástima a nadie, por eso cuido mi imagen”, apunta.
La conversación tiene lugar en un banco próximo al Ayuntamiento de Irun. Machado porta un documento que explicita claramente su incómoda situación actual: “Notificación de acuerdo de inicio del procedimiento preferente de expulsión”.
Cuando medio mundo descansa estos días, agosto también puede convertirse en una pesadilla para quien ve pasar los días sin pena ni gloria. El brasileño está haciendo lo imposible para encontrar un trabajo que no aparece. “En realidad – agrega – sí he tenido durante este año una ocupación por horas cuidando de dos niños de seis y diez años en una familia de clase media en Amara. Era un trabajo sin contrato”, detalla.
arraigo laboral
Denunciar al empresario
Lo curioso del asunto es que podría denunciar a su jefe, y con ello regularizarse. Pero esta propuesta del gobierno le pone entre la espada y la pared: elegir entre denunciar al empresario que le ofreció trabajo aunque no tuviese papeles, o prepararse para la amenaza de la persecución policial bajo la espada de Damocles de la “repatriación”. Él, por el momento, ha optado por la segunda de las opciones.
No se imagina delatando al padre de familia de esos chavales a los que ha ido a buscar durante el invierno al autobús escolar todos los días, de lunes a viernes, una tarea por la que ganaba 400 euros. “Eso no lo haré jamás porque se han portado muy bien conmigo”, dice reflexivo.
Por eso, en cualquier momento podría ocurrir lo sucedido hace tres meses, cuando fue detenido en la parada del topo de Hendaia. Nadie se acostumbra a vivir bajo la persistente amenaza y reconoce que él también ha padecido el denominado síndrome Ulises.
De natural ha sido siempre extrovertido, pero cada día que pasa es “más antisocial”. “Salgo de casa para hacer trámites y poco más. Estuve en comisaría y me sentí como un criminal durante 18 horas. La verdad es que lloré de impotencia”, asegura rememorando un calvario que finalizó gracias a un rápido trámite de su jefe.
Busca y no encuentra trabajo. Se ha cansado de mandar currículums a mil y un restaurantes, pero lo primero que le preguntan no es si tiene experiencia sino papeles, y ahí acaba todo. “Entiendo que pueda complicarse la vida del empresario. Creo que la culpa de esta situación no es tanto de los empresarios como de las leyes que no les ayudan en este sentido”, confiesa.
el sector de la hostelería
Una regularización necesaria
A comienzos de mes publicaba este periódico las dificultades que estaba encontrando el sector de la hostelería para completar sus plantillas y cómo veían que las llamadas para cubrir los puestos de trabajo eran respondidas por inmigrantes sin papeles que buscaban con desespero una colocación.
Machado es uno de ellos, aunque todavía no ha tenido suerte. “Cogería ahora mismo cualquier trabajo, porque sé que a partir de ese momento podría hacer contactos que me iban a permitir mejorar mi situación”, reflexiona.
Las asociaciones de inmigrantes también ven con buenos ojos la petición de los hosteleros, siempre que conlleve la legalización del trabajador y, si es necesario, incluya un periodo de formación.
La Asociación de Hosteleros se propuso ensayar una prueba piloto de formación a inmigrantes en abril, pero finalmente se ha retrasado a octubre. Machado y muchos compatriotas han mostrado enorme interés por ese proceso de formación pero lamentan lo enrevesado que resulta el compás de espera. "El flujo de inmigración en Gipuzkoa es nuevo y quizá por ello no haya fuentes fiables. Escuchamos muchas versiones y la verdad es que toda esta situación se asemeja a lo que llamamos en Brasil Radio Pirata ", apunta el joven en relación a una situación en la que “uno no sabe a qué atenerse”.
La asociación de hosteleros se ha propuesto mantener una reunión con el Ministerio de Trabajo para comportar el reciclaje y la legalización de esta mano de obra potencial. No obstante, los cupos de extranjeros a los que se permite trabajar en el Estado los fija anualmente el Gobierno central.
(Puede haber caducado)