REGIÓN MURCIA

'Puntos naranja' luchando por sus vidas

Uno de los turistas murcianos del crucero 'Jules Verne', que la pasada semana rescató a unos inmigrantes cuya patera se había hundido en aguas de Malta, recuerda cómo vivió esta experiencia

La Verdad, ALICIA NEGRE, 15-08-2007

La mañana en la que avistaron el crucero Jules Verne sumaba como el tercer día que pasaban a la deriva, en medio de ninguna parte. Náufragos de un miserable cayuco y embadurnados en petróleo, a los doce ciudadanos de Eritrea sólo les quedaba aguardar un milagro. Y éste finalmente llegó.

José María Parra, ciudadano de Murcia, intuía unos puntos anarajandos en el mar, pero no alcanzaba a adivinar de qué se trataba. José María es jefe de una de las oficinas de CajaMurcia Viajes, en la capital de la Región, y había decidido marchar de crucero en compañía de unos amigos. A medida que el casco de la embarcación avanzaba rompiendo las olas, la distancia inescrutable que existe entre estos dos mundos se hacía más y más corta.

«En un principio, para no alarmarnos, la tripulación nos comunicó que habían caído al mar dos de sus miembros», recuerda Parra. Esta hipótesis perdió credibilidad a medida que fueron apareciendo otros tantos puntos naranjas. Pronto descubrirían que ese color respondía a los chalecos salvavidas de una docena de náufragos abandonados a su suerte en alta mar.

«Ante esta situación, el personal del barco nos obligó a trasladarnos a la cubierta de la piscina», señala Parra. La tripulación evitó, en todo momento, el contacto entre los pasajeros y los inmigrantes que iban a ser subidos al crucero. La posibilidad de que algunos de los turistas contrajera una enfermedad, provocada por el contacto con los inmigrantes africanos, alertaba al personal del Jules Verne. Una vez que todo estuvo organizado, se iniciaron las tareas de salvamento.

«El rescate fue muy complicado, dimos muchas vueltas alrededor de la zona», recuerda el turista murciano. A medida que se iba detectando a náufragos y éstos eran rescatados, «nuevos puntos naranjas eran avistados».

Unos prismáticos fueron algunas de las tretas que los pasajeros utilizaron para contrarrestar la falta de información. «A través de ellos, vimos cómo rescataban a un hombre y también vimos cómo uno se caía», recuerda. «Una mujer iba cubierta de bolsas de basura y este hecho dificultó mucho su salvamento», rememora.

«Mientras estábamos asomados, veíamos un punto naranja y al momento ya no lo veíamos», recuerda; «pensábamos que se habían ahogado». La noticia de la muerte de dos de los náufragos, entre ellos un bebé, corrió como la pólvora entre los pasajeros.

Esta experiencia ha llevado a José María a plantearse la función de las autoridades en el drama de la inmigración. «Muchos acuerdos políticos y convenios, pero en el momento de la verdad, como fue éste, la ayuda tardó horas y horas en llegar».

Todos los inmigrantes pagaron por su billete a la muerte unos 700 euros. Algunos turistas del Jules Verne no se rascaron tanto el bolsillo.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)