Viaje al centro del drama
Un viajero del 'Jules Verne' narra a su llegada a Barcelona cómo colaboró en el cuidado de los inmigrantes rescatados
La Vanguardia, , 14-08-2007MARICEL CHAVARRÍA / CHARLOTTE PAVARD – Barcelona
“Algunos se quejaron porque alteraba la ruta, pero otros no cambiaban doce vidas por hacer una excursión”
Si cada uno de los pasajeros hubiera pasado un solo minuto de las cinco horas que yo pasé con esos inmigrantes tendría una visión muy distinta". Jordi Cañameras, un joven catalán de 29 años, fue el único pasajero del Jules Verne que recibió autorización para colaborar y tener acceso a la segunda planta del crucero, en donde se acomodó a la docena de inmigrantes rescatados por este buque el pasado viernes. Según explicó ayer a La Vanguardia una vez arribado a Barcelona a las 1.30 horas de la madrugada de ayer, su condición de socorrista le permitió ayudar a atender a los eritreos hallados a la deriva a 80 millas de las costas de Malta, hasta poder acercarles a este país.
“Sufrían de hipotermia y deshidratación; había que mantenerles despiertos, conversando, a la espera de que sus cuerpos recuperasen la temperatura normal con la ayuda de mantas. Uno de ellos llegó a bajar a los 31 grados”, explica Cañameras. “Se habían rociado la piel con petróleo para ahuyentar a las medusas y el sol los había quemado gravemente, sobre todo a las mujeres, que tienen la piel fina. Esa gente llevaba horas en el agua. Unos con chalecos salvavidas y otros sencillamente agarrados a bidones de agua. Su patera se estaba hundiendo. Se habían cruzado ocho horas antes con otro barco que aparentemente les dio el ok,es decir, creían que les iban a rescatar, pero jamás volvieron. Y también el servicio de emergencias de Malta les dejó tirados cuando llamaron hasta cinco veces pidiendo ayuda”.
El rescate, que duró varias horas, causó bastante impresión, según cuentan otros pasajeros. “La actuación de la tripulación – prosigue Jordi- fue excelente y muchos viajeros no tuvieron ningún inconveniente en alterar la ruta del viaje: no cambiaban salvar doce vidas por hacer una excursión”. No obstante, este testigo de los hechos y su compañero de viaje, Jordi Villordina, de 28 años, pudieron oír comentarios en el buque que no estaban precisamente en la línea de la solidaridad. A más de uno le fastidió no haber podido efectuar una escala prevista en Italia y haber llegado de noche a la excursión prevista en Malta. Por no hablar del retraso de entre 12 y 14 horas con el que llegaron a Barcelona. Otros consideraron, sencillamente, que no habían sido informados durante el rescate y no sabían ni que hubieran instalado a los inmigrantes en el bar de la tripulación, situado en la segunda planta del buque.
Según pudo saber Jordi conversando con los tripulantes de la patera en inglés y algo de árabe, todos ellos procedían de Eritrea – “en aquellas condiciones difícilmente podían inventar ninguna historia que les salvase de ser repatriados”- y se dirigían a Italia, donde algunos de los nueve hombres y tres mujeres rescatados con vida tenían familia esperando. No era para todos ellos la primera vez que intentaban llegar a su antiguo país colonizador y habían desembolsado, según pudo saber Jordi, hasta 1.200 dinares libios (700 euros) para llegar a Europa.
“Cuando les dejamos en Malta la noche del viernes estaban muy agradecidos con todos, aunque oí a uno de ellos decirle al capitán: ´Gracias por salvarnos la vida, pero dejándome en Malta me estás llevando a la cárcel´. Sabían que les esperaban meses en un campo de refugiados”. Jordi Cañameras, propietario de un restaurante entre Granollers y La Roca, pasó junto a ellos entre cuatro y cinco horas, ayudando al equipo médico de 15 personas con el que contaba la tripulación. “Eran cristianos; lo dijeron cuando los cocineros pensaron que no debían darles de comer cerdo. No habían sobrevivido ni la mitad de los 28 pasajeros que llevaba aquella barquita. Un matrimonio había perdido a su bebé de nueve meses en el mar”.
El Jules Verne,un buque con bandera bahameña que gestiona la compañía Vision Cruises, portaba alrededor de 450 pasajeros, la mayoría españoles. Su tripulación la formaban más de 200 personas procedentes de 25 países. Entre ellos había tres españoles: dos cantantes y el director del hotel del crucero. Jordi Cañameras asegura que cocineros, camareros o animadores se pusieron en marcha desde el momento en que el capitán dio la orden clave pronunciando las palabras mister mob,cuyas siglas corresponden a man out of boat (hombre al agua). Ahí se activó el mecanismo de emergencia.
“El rescate llevó varias horas: desde que el capitán les avistó hasta que el barco, de 150 metros y a 30 nudos de velocidad, logró frenar, había rebasado en mucho a los náufragos”. El Jules Verne había alterado levemente su ruta para evitar el fuerte oleaje, sin imaginar que había entrado en una ruta de pateras. Dos helicópteros italianos evacuaron cadáveres – de tres a cinco según las fuentes-. En la morgue del barco sólo cabían dos.
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