Una caída inoportuna para Sarkozy

Revuelo en Francia por el drama de un niño ruso herido al huir de la policía

La Vanguardia, , 13-08-2007

Un intento de identificación policial de una familia de inmigrantes rusos en un suburbio de la ciudad francesa de Amiens acabó con la caída, desde una cuarta planta, de un muchacho ruso de 12 años cuando trataba de huir con su padre. El drama de la inmigración ilegal se ha vuelto contra Sarkozy.

RAMÓN LLANAS – Servicio especial PARÍS
La realidad suele entrometerse de modo impertinente entre los políticos y sus promesas electorales. Y la realidad puede expresarse en forma de accidente horrible. El presidente francés, Nicolas Sarkozy, prometió mano dura con los inmigrantes irregulares y se ha encontrado con un niño ruso de doce años en coma por una caída desde un cuarto piso. Ivan se precipitó de tal altura tratando de seguir a su padre cuando escapaba por el balcón, mientras la policía empezaba a forzar la puerta del apartamento en el que vivían en Pigeonniers, un suburbio de Amiens.

El muchacho, que sufrió un traumatismo craneal y lesiones cerebrales, sigue grave, aunque los médicos que le atienden constataban este fin de semana que su estado evolucionaba “progresiva y favorablemente”. “Se puede pensar razonablemente que, salvo complicaciones aún posibles”, la vida de Ivan estará a salvo “a principios de semana”, afirmó el hospital. De todos modos, prosiguió, “como en todo traumatismo craneal, y con más razón en el caso de un niño, habrá que esperar varias semanas, observar meses, antes de evaluar las posibles secuelas”.

El Gobierno reaccionó rápidamente, y Sarkozy lamentó el incidente desde su retiro veraniego de New Hamsphire, mientras su primer ministro, François Fillon, ordenaba la apertura de una investigación. El ministro de Inmigración, Brice Hortefeux, anunció el sábado la concesión de un permiso de residencia de seis meses a la familia, integrada por el chico, su padre ucraniano y su madre chechena. Una limosna, claman las organizaciones de defensa de los inmigrantes, que culpan de la desgracia a la política gubernamental y denuncian la imposición a la policía de cuotas de expulsiones de inmigrantes irregulares. Las fuerzas de seguridad no quieren acabar pagando los platos rotos y han sugerido que se ven obligadas a actuar con celo diferente según los vientos políticos, que en este caso no favorecen a familias como la de Ivan.

“No se puede practicar la caza del niño sin daños colaterales”, denunció la Red Educación Sin Fronteras (RESF), organización impulsada por el profesorado francés con la intención de evitar la deportación de niños escolarizados y sus padres. El drama de Amiens “no es un accidente, es la consecuencia directa e inevitable de la política impuesta por el Gobierno a las prefecturas y a los policías”, prosigue RESF antes de denunciar las cuotas impuestas a las fuerzas de seguridad, a quienes se les requirió ayudar a la detención de 125.000 irregulares y la expulsión de 25.000.

La RESF sostiene que la policía aprovecha los meses de verano, poco dados a movilizaciones, para cumplir con tales cifras, sobre todo después de los incidentes del pasado marzo cerca de un parvulario de París, cuando un grupo de padres se las tuvo con la policía después del enérgico arresto de un abuelo chino que iba a buscar a su nieto. Hortefeux lo desmintió afirmando que existe una “política que no es en función de los meses, o del tiempo, o del humor de unos y otros; hay una política francesa, europea, que se aplica todo el año, doce de cada doce meses”.

Según sus profesores del colegio Arthur Rimbaud de Amiens, Ivan es un alumno ejemplar que habla un francés inmaculado y puede presumir de notas altas, sobre todo en matemáticas e inglés. Sus padres, Natalia Abueva y Andrei Dembsky, un electricista, se conocieron en Grozny en 1994. Un año más tarde, cuando las tropas rusas se hicieron con la capital chechena tras bombardearla a sangre y fuego, nació Ivan. La familia llegó a Francia hace cuatro años de modo clandestino, pero se descubrieron ante las autoridades solicitando, sin éxito, asilo político hasta en tres ocasiones. Las autoridades argumentaron que se trata de ciudadanos “rusos” y que no corren peligro regresando a su país.

La amenaza de la expulsión era cierta, y la familia interpretó que la visita a las 7.45 horas de la mañana del jueves era el primer paso de la deportación. Las autoridades argumentan que la visita responde a una citación no atendida por la familia, pero la madre de Ivan afirma que sí acudió a comisaría el lunes y que, al ser emplazada a regresar con su marido, sintió desconfianza.

En declaraciones al diario Le Parisien, Didier Courtin, dirigente sindical de la policía, defendió la actuación de los agentes que participaron en la visita y descargó culpas en las alturas políticas. “Estamos muy afectados por esta tragedia. Entendemos que estas situaciones son difíciles de vivir para las familias, pero tenemos órdenes. Los policías respetaron las reglas y aplicaron las instrucciones de la Justicia sin exceso de entusiasmo. Pero parece claro que, en las consignas ministeriales, la prioridad es la conducción a la frontera” de esas familias.

La oposición también señala al Elíseo, despreciando los gestos de un Sarkozy que respondió al incidente con un rápido comunicado expresando su deseo de que “se aclaren totalmente las circunstancias de este drama”. Su primer ministro, Fillon, no daba signos de flaqueza y afirmaba que “si la política de inmigración querida por la nación” requiere “firmeza y un compromiso enérgico de todos los agentes del Estado”, es necesario que se investigue este asunto a fondo.

“Te lo habíamos dicho, Sarkozy”, responden las asociaciones de defensa de los inmigrantes ante el drama, recordando su condena a la promesa del Gobierno de detener cada año a 125.000 irregulares y expulsar a 25.000, realizada por Brice Hortefeux, amigo de Sarkozy es padrino de uno de los hijos del presidente y considerado su lugarteniente.

La “caza al extranjero” destinada a cumplir tales objetivos no podían sino “causar dramas. El de Ivan no es el primero y no será el último”, aseguró la asociación Francia Tierra de Asilo. El Partido Comunista Francés acusaba de “cinismo” al presidente por expresar su interés por la salud del muchacho “antes que jugar a la comunicación con la vida de un niño, más le valdría recuperar la lucidez y humanidad indispensables a todo hombre de Estado”, y se apuntaba a la tesis de que las “batidas” policiales se “multiplican en los cuatro costados” cuando llega el verano. En un editorial titulado Una política que asumir, un medio de la comunidad francoafricana, Afrik, afirmaba que Sarkozy “ya había sido alertado en numerosas ocasiones de las consecuencias dramáticas que tendrían por fuerza los objetivos que comunicaba a sus prefectos en términos de reconducción (de ilegales) a las fronteras”, denunciando además que la policía usa la información de las demandas de asilo para localizar a irregulares.

Por mucho que la desee la nación y la desea, a juzgar por la reacción de muchos internautas en medios franceses apoyando la política de mano dura que aplica el Gobierno, no hay política que resista sin fisuras la imagen del descalabro de muchachos estudiosos de familias honestas. Ya no se trata de la purria quemacoches que aterroriza los suburbios. Los millones de manifestantes potenciales están a la vuelta de la esquina tras el paréntesis de vacaciones, y quienes se oponen a las reformas de la revolución Sarkozy afilan cuchillos. El resbalón de Ivan puede haber sido también el de Nicolas.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)