El Tarajal en la encrucijada
El polígono fronterizo se enfrenta al cierre de naves ilegales y al fin de un modelo de comercio Los empresarios desconfían de los planes de futuro
Diario Sur, , 13-08-2007No se puede plantar un árbol torcido y doce años después intentar enderezarlo», sentencia el consejero de Fomento, Juan Manuel Doncel, el encargado de poner orden en el polígono comercial del Tarajal, que abrió sus puertas en 1995 y que desde entonces ha sido fuente de problemas pero también el pulmón económico de la ciudad autónoma. El área fonteriza comercial se encuentra ante una decisiva encrucijada que puede convertirse en su sentencia de muerte. Y es que, si se intenta enderezar un árbol torcido doce años después de plantarlo lo más seguro es que se rompa.
El Tarajal tiene los días contados. Órdenes de clausura inmediata pesan sobre siete naves sin licencia y la continuidad de al menos otra veintena está en el aire; el refuerzo de los controles colapsa el puente del Biutz provocando tumultos y no pocos problemas de seguridad; y, por si no fuera suficiente, el comercio intensivo es una fuente inagotable de desechos (especialmente cartonaje) cuya limpieza exige el desembolso de unos recursos que cada vez hacen menos rentable el mantenimiento de un área comercial de tan peculiares características.
Y el futuro no se presenta demasiado tampoco demasiado halagüeño. El desmantelamiento arancelario entre Marruecos y la Unión Europea, previsto para 2012; el nacimiento de un potente puerto comercial, el Tánger – Med y el progresivo desarrollo económico del país vecino ponen en entredicho la validez del modelo económico del polígono fronterizo. «La venta al por mayor se está acabando», avisa Manolo Galán, de la asociación de empresarios del Tarajal, «Marruecos está prosperando y dentro de nada todo esto no tendrá sentido».
Cuatro filas de porteadores, dos de mujeres y dos de hombres, aguardan a las puertas del puente del Biutz, paso comercial alegal que aprovechan los marroquíes para proveer los comercios de la provincia de Tetuán. Un mayor control y la constante presencia policial han erradicado, casi, las trifulcas y avalanchas, pero el Biutz sigue siendo insuficiente para saciar las ansias de comercio entre ambos lados de la frontera. Por eso Marruecos y España barajan abrir un nuevo paso, más holgado y funcional, y una segunda frontera comercial entre Benzú y Beliones, en el extremo opuesto de la ciudad autónoma. «No sé yo si llegaremos a ver esa nueva puerta», confiesa Mohamed Ahmed, portavoz de los comerciantes del Tarajal señalando la que, muy probablemente, sea la ubicación del nuevo paso, pared con pared con la frontera convencional.
La nueva puerta ente ambos países es uno más de los planes de las administraciones públicas para el polígono del Tarajal. Un centro comercial, regularización de las naves, erradicación de la figura del porteador… «También nosotros queremos una renovación, un cambio de imagen, un polígono más moderno pues estamos muy mal», lamenta Galán, «pero eso es casi imposible, nuestras ganancias están en el volumen de venta, en la cantidad no en la calidad, el margen de beneficio que manejamos es muy corto y tenemos que vender mucha cantidad, que una señora venga y me compre una olla está bien, pero eso no me soluciona nada, tengo que vender una partida entera», explica.
Una fórmula de negocio que empieza a agotarse pero que todavía es rentable, especialmente para la Ciudad. «Pero no lo valoran porque Ceuta es una ciudad subvencionada, aunque seamos la principal fuente de recaudación del IPSI les da igual porque el Estado les compensa si no recauda lo suficiente y aquí no ha pasado nada», desconfía Galán.
De momento la actividad diaria aplaza los planes de futuro. La temporada estival supone una punta de demanda en el norte de Marruecos y el trajín es constante a las puertas de las naves. Los turistas llegados de Rabat y Casablanca llenan las urbanizaciones y es necesario abastecer los comercios. A la caza de esta potencial clientela, un grupo de empresarios ceutíes prepara la apertura de un centro comercial «convencional» en las antiguas instalaciones de Acuicultura. Un proyecto que cuenta con el respaldo de los empresarios del polígono. «Tenemos que ir captando poco a poco a ese cliente marroquí normal, por llamarlo de algún modo, y convertir el polígono en lo que realmente es, un centro comercial al aire libre», propone Manolo Galán, consciente de que la edad de oro del Tarajal toca a su fin. Aunque de momento la influencia de su actividad se sigue notando en el norte del continente africano. «Me he llegado a encontrar en Libia las ollas que yo vendo en mi tienda», explica Galán. Desde Tetuán a Marraquech, de Essaouira a Mauritania o incluso en Senegal es fácil toparse en un mercado con chocolates ‘Maruja’ o mantas y menaje diverso adquirido en las naves ceutíes. Una influencia económica infravalorada, a juicio de los comerciantes, que debería tomarse en cuenta para tratar de reconducir el polígono comercial del Tarajal ante la encrucijada que se avecina.
(Puede haber caducado)