Reza Sinaloa por mexicanos atrapados en mina de Utah

El Universal, Javier Cabrera, 12-08-2007

CULIACÁN, Sin.— La angustia comienza invadir a las familias de José Luis Hernández y Juan Carlos Payán Villa, dos sinaloenses que junto con cuatro personas más permanecen atrapados en la mina de carbón Crandall Canyon, ubicada en el poblado de Huntington, Utah, en Estados Unidos.

En los hogares de las familias de los dos migrantes, entrelazadas también por el parentesco sanguíneo. Uno, enclavado en una popular colonia del sur de esta ciudad, y el otro en el medio rural del municipio de Mocorito, la fe de volver a verlos vivos comienza a flaquear.

Las imágenes que observan en los noticieros televisivos locales y por la divulgación en los medios impresos sobre los fracasos en las labores de rescate de los seis trabajadores, que permanecen a más de 600 metros bajo tierra, los llena de angustia y desesperación.

Para Carmen Hernández, una de las tías del joven Hernández Gonzalez, quien hace casi dos años partió a la Unión Americana junto con su esposa e hija, espera que sus ruegos a la virgen sean escuchados para volver a tener en sus brazos sano y salvo a su sobrino.

La parroquia de Nuestra Señora de Lourdes, enclavada en la colonia 21 de Marzo, al sur de la ciudad, a la que asistía a misa José Luis junto con sus hermanos y madre, cuando este todavía era adolescente y asistía a la escuela preparatoria de la Universidad Autónoma de Sinaloa, concentra todas las tardes a decenas de feligreses que rezan para que éste sea rescatado con vida.

En el poblado de Zapotillo, enclavado a sesenta y dos kilómetros al norte de la ciudad capital, en el municipio de Mocorito, a los jóvenes que se les recuerda cuando se juntaban a jugar por las calles polvorientas

La fachada del hogar donde nació Juan Carlos Payan Villa, de 23 años, ubicada en una de las calles sin nombre, aún conserva la placa que identifica a los que fueron sus moradores hasta hace casi 15 años.

Desde entonces, esta vivienda, con dos recámaras, sala, cocina y comedor se deteriora por el paso del tiempo sin que sus antiguos dueños logren venderla.

Onésimo Payán Carrillo, tío consanguíneo de Juan Carlos y tío político de José Luis, se duele del drama que viven por partida doble; sobre todo ya que, agrega, han perdido prácticamente la comunicación con el resto de su familia que radica en Utah. Ya sea que la culminación de esta angustia sea en sentido positivo o negativo, estamos preparados para viajar hasta Estados Unidos, con el fin de unir los corazones de las dos familias en torno a sus figuras, admite don Onésimo.

“Mi hermano Luis junto con su esposa María Isabel Villa y sus seis hijos, todos ellos muy pequeños, vendió su parcela, puso candado a su casa y partió con rumbo al Estado de Baja California en busca de fortuna”.

Desde el martes pasado, un día después del accidente en la mina, estos se trasladaron al poblado de Huntington, donde radica su hijo más grande, para estar pendientes del desenlace de este hecho.

El éxodo familiar

Payán Carrillo revela que con el paso del tiempo su sobrino Jose Luis Payán Villa emigró a Utah, Estados Unidos, en busca de trabajo en las minas, por el atractivo de salarios de hasta 20 dólares por hora, atraído por otros parientes que años antes se habían colocado ahí. Años después, le siguieron los pasos, su hermano Juan Carlos y su primo político José Luis Hernández González, los cuales permanecen atrapados.

Francisco Antonio Acosta, ejidatario que radica a escasos 200 metros del centro del poblado del Zapotillo, en el municipio de Mocorito, los mantiene vivos en su memoria por los juegos que compartieron aquí en algunas temporadas, durante su niñez. En entrevista, recuerda que el finado Daniel Hernández, padre de Josè Luis Hernández, es cuñado de Esperanza González Reyes, esposa de Onésimo Payán Carrillo. El caso de los primos sepultados en el tiro de una mina de carbón en Utah, debe ser tomado en cuenta por aquellos que sueñan con una mejor vida en tierras ajenas, finaliza.

CULIACÁN, Sin.— La angustia comienza invadir a las familias de José Luis Hernández y Juan Carlos Payán Villa, dos sinaloenses que junto con cuatro personas más permanecen atrapados en la mina de carbón Crandall Canyon, ubicada en el poblado de Huntington, Utah, en Estados Unidos.

En los hogares de las familias de los dos migrantes, entrelazadas también por el parentesco sanguíneo. Uno, enclavado en una popular colonia del sur de esta ciudad, y el otro en el medio rural del municipio de Mocorito, la fe de volver a verlos vivos comienza a flaquear.

Las imágenes que observan en los noticieros televisivos locales y por la divulgación en los medios impresos sobre los fracasos en las labores de rescate de los seis trabajadores, que permanecen a más de 600 metros bajo tierra, los llena de angustia y desesperación.

Para Carmen Hernández, una de las tías del joven Hernández Gonzalez, quien hace casi dos años partió a la Unión Americana junto con su esposa e hija, espera que sus ruegos a la virgen sean escuchados para volver a tener en sus brazos sano y salvo a su sobrino.

La parroquia de Nuestra Señora de Lourdes, enclavada en la colonia 21 de Marzo, al sur de la ciudad, a la que asistía a misa José Luis junto con sus hermanos y madre, cuando este todavía era adolescente y asistía a la escuela preparatoria de la Universidad Autónoma de Sinaloa, concentra todas las tardes a decenas de feligreses que rezan para que éste sea rescatado con vida.

En el poblado de Zapotillo, enclavado a sesenta y dos kilómetros al norte de la ciudad capital, en el municipio de Mocorito, a los jóvenes que se les recuerda cuando se juntaban a jugar por las calles polvorientas

La fachada del hogar donde nació Juan Carlos Payan Villa, de 23 años, ubicada en una de las calles sin nombre, aún conserva la placa que identifica a los que fueron sus moradores hasta hace casi 15 años.

Desde entonces, esta vivienda, con dos recámaras, sala, cocina y comedor se deteriora por el paso del tiempo sin que sus antiguos dueños logren venderla.

Onésimo Payán Carrillo, tío consanguíneo de Juan Carlos y tío político de José Luis, se duele del drama que viven por partida doble; sobre todo ya que, agrega, han perdido prácticamente la comunicación con el resto de su familia que radica en Utah. Ya sea que la culminación de esta angustia sea en sentido positivo o negativo, estamos preparados para viajar hasta Estados Unidos, con el fin de unir los corazones de las dos familias en torno a sus figuras, admite don Onésimo.

“Mi hermano Luis junto con su esposa María Isabel Villa y sus seis hijos, todos ellos muy pequeños, vendió su parcela, puso candado a su casa y partió con rumbo al Estado de Baja California en busca de fortuna”.

Desde el martes pasado, un día después del accidente en la mina, estos se trasladaron al poblado de Huntington, donde radica su hijo más grande, para estar pendientes del desenlace de este hecho.

El éxodo familiar

Payán Carrillo revela que con el paso del tiempo su sobrino Jose Luis Payán Villa emigró a Utah, Estados Unidos, en busca de trabajo en las minas, por el atractivo de salarios de hasta 20 dólares por hora, atraído por otros parientes que años antes se habían colocado ahí. Años después, le siguieron los pasos, su hermano Juan Carlos y su primo político José Luis Hernández González, los cuales permanecen atrapados.

Francisco Antonio Acosta, ejidatario que radica a escasos 200 metros del centro del poblado del Zapotillo, en el municipio de Mocorito, los mantiene vivos en su memoria por los juegos que compartieron aquí en algunas temporadas, durante su niñez. En entrevista, recuerda que el finado Daniel Hernández, padre de Josè Luis Hernández, es cuñado de Esperanza González Reyes, esposa de Onésimo Payán Carrillo. El caso de los primos sepultados en el tiro de una mina de carbón en Utah, debe ser tomado en cuenta por aquellos que sueñan con una mejor vida en tierras ajenas, finaliza.

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