Los Mossos controlan a 50 ladrones que viven y actúan en Ciutat Vella

El Periodico, MAYKA NAVARRO, 12-08-2007

Como si se tratara del camerino de un actor con un personaje que cambia de vestimenta en cada acto, el despacho de los furas de la comisaría de los Mossos d’Esquadra de Ciutat Vella tiene un armario repleto de prendas deportivas y artilugios que utilizan para patrullar, disfrazados de turistas. Este grupo de nueve agentes creado en marzo del 2006 se ha especializado en detener in fraganti a los ladrones especializados en los pequeños delitos y faltas: tirones de bolso y robos al descuido. Tienen identificados a medio centenar de multirreincidentes terriblemente activos que viven y actúan en Ciutat Vella. Su misión consiste en presionarles y no dejarles trabajar.
La acción de los delincuentes multirreincidentes – – delitos y faltas de hurtos – – tiene unas consecuencias nefastas para la ciudad. Y aunque mossos, guardias urbanos, jueces y fiscales cumplan con sus obligaciones, la triste realidad es que roban para pagar las multas que les imponen tras cada nueva denuncia y así seguir robando. Asumen los arrestos como un simple trámite, porque, aun acumulando decenas de detenciones, raramente pisan la cárcel.

DIFÍCIL PANORAMA
Ante este crudo panorama y hasta que no cuajen iniciativas como la reciente operación T – 10, centrada en las ladronas del metro que marcó un giro en el tratamiento policial y judicial de los multirreincidentes, los furas de Ciutat Vella salen a la calle a ponerle las cosas difíciles a los que, en palabras recientes de un inspector de Mossos, “se ríen de todos nosotros”.
Los furas patrullan a pie, bicicleta o incluso patines en línea. Su misión se convierte en un singular juego del gato y el ratón. Aunque malos y buenos se conocen sobradamente, los mossos deben intentar no ser reconocidos, detectar al delincuente y seguirle con discreción hasta que roba, momento en el que se le detiene.
“Nunca hay que pensar en qué será de ese delincuente tras la detención. Sabemos que nos lo volveremos a cruzar y que lo volveremos a detener, una y otra vez, pero el único sentimiento que nos permitimos es salir a la calle y evitar que roben. Si sospecháramos que nuestra labor es inútil, porque es evidente que regresan a la calle a las pocas horas, no podríamos seguir en esta unidad”, reflexiona David, agente como el resto, pero uno de los veteranos.
Patean a paso ligero Ciutat Vella entre ocho y nueve horas al día. “Salimos a caminar sin rumbo salvo que tengamos algún operativo concreto”, comenta otro fura. Fue el caso de finales del año pasado, un grupo de argelinos especializado en los tirones de bolsos se ponía literalmente las botas en algunas esquinas de Carders y la Via Laietana. Los furas tomaron varias azoteas. Desde las alturas controlaban las calles, mientras otros agentes pasaban desapercibidos repartiendo flyers de discotecas en las esquinas. Cuando los avistadores del tejado detectaban la presencia de los ladrones, avisaban a los de pie de calle, que se recolocaban para arrestarlos in fraganti.
Es difícil encontrar en los Mossos, agentes o mandos que sumen tantas detenciones como los furas de Ciutat Vella. Josep es de la 19ª promoción.
A sus 29 años, este exmilitar profesional y policía vocacional contabilizó en su año en prácticas 330 detenciones. “Te tiene que gustar mucho la calle y aceptar ese reto diario que indirectamente se establece con el malo de ’a ver quién es hoy más listo de los dos”. Hasta el jueves pasado, solo los furas habían realizado 33 detenciones e impuesto 22 denuncias por faltas.
Además de este medio centenar de activos delincuentes, otro importante grupo, que oscila y alcanza los 200, se desplaza hasta Ciutat Vella atraídos por las pertenencias de los turistas. Residen en el área metropolitana y varían de zona de actuación, según la presión policial y sus propios intereses. Por ejemplo, a finales de julio, no era extraño que los detenidos llevaran documentación de juzgados de Pamplona. Habían sido detenidos durante los Sanfermines, donde se desplazaron para robar. Lo mismo ocurre después de las Fallas, entonces la mayoría de los delincuentes llevan documentación de juzgados de Valencia.
“Señores, les estoy vigilando. No me roben que saben que les voy a detener”. Saludo de un fura a un grupo de cuatro marroquís – – ellos aseguran que son de Irak – – el jueves pasado a las ocho de la tarde frente al número 82 de la calle del Hospital. “Tranquilo, si tú trabajas hoy, nosotros tranquilitos”.

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