REGIÓN MURCIA
«Me llovían las puñaladas por todos lados y nadie hacía nada»
Francisco Orenes se recupera de las siete puñaladas que recibió el jueves en un bar de Alcantarilla; su hermano fue enterrado ayer
La Verdad, , 11-08-2007Ni siquiera se dio cuenta de que estaba cosido a puñaladas hasta que empezó a ver correr la sangre. Francisco Orenes, de 24 años, está vivo de milagro. Su hermano pequeño, Óscar, de apenas 18 años, tuvo peor suerte. Pero él todavía no sabe que ha muerto. Su familia espera a que se recupere de las siete puñaladas que recibió para decírselo. Por eso, resulta desgarrador escucharle hablar de lo que harán juntos cuando todo esto haya acabado. «Lo importante es que se ponga bien y podamos charlar de esto», repite sin parar. Pero ese futuro ya nunca podrá existir. La culpa la tiene la violencia sin sentido y sin escrúpulos de cinco miembros de una misma familia de etnia gitana que ya han sido arrestados. Francisco recuerda la historia con toda claridad. Tiene las imágenes de la agresión grabadas a fuego en su mente.
Era jueves, de madrugada, y la familia Orenes había estado celebrando el cumpleaños del hijo de Francisco. «Decidimos terminar la noche tomando una última cerveza con dos amigas». Eligieron el pub MS de Alcantarilla, un local conocido popularmente como el bar de Mustafá. Los cinco presuntos agresores entraron poco después. «Primero llegaron tres, y después los otros dos». Las dos familias se conocen de hace muchos años, porque han sido vecinos en el barrio de Vistabella de Alcantarilla. «Nunca habíamos tenido problemas; no entiendo por qué nos hicieron esto», confiesa Francisco. Uno de los supuestos agresores le pegó un capón. «Me volví y le pregunté qué estaba haciendo. Me pegó un puñetazo en toda la cara». Ahí fue cuando su hermano Óscar reaccionó y salió en su defensa. Después, comenzó una batalla campal. Sillas y botellas volaron por los aires. Entre camareros y porteros de seguridad, el bar contaba en ese momento con entre tres y cuatro empleados pero, según el testimonio de Francisco, nadie movió un dedo para impedir la tragedia.
Los agresores empezaron a acuchillar a los hermanos «dentro del local», cuenta la víctima. Según la Policía, utilizaron un punzón. A Francisco le cayeron nueve cuchilladas. La espalda, el pecho, el estómago. Su hermano salió a buscar ayuda. Sus verdugos le persiguieron y le cosieron a puñaladas en una esquina. Murió casi en el acto.
Cerrado a cal y canto
Francisco, desorientado, salió por su propio pie. Llamó a su hermano pero no obtuvo respuesta. «Le pedí al personal del bar que llamase a la Policía y a una ambulancia, y no me hicieron caso». Cuando llegaron los agentes no encontraron a nadie en el local. Todo estaba cerrado a cal y canto. La familia está decidida a poner una denuncia al local por omisión del deber de socorro.
Por fortuna, un conocido que pasaba por la calle se prestó a llevar a Francisco al servicio de urgencias de Atención Primaria de Alcantarilla. El joven cree que, si no llega a ser por eso, ahora «estaría muerto». En el centro de salud le dijeron que debía ir a La Arrixaca, pero que no había una ambulancia disponible. «Me dijeron que cogiese un taxi».
Cuando llegó al hospital, ingresó en la UCI y fue intervenido de urgencia. Ahora se recupera con bastante rapidez. Junto a las heridas del punzón, conserva un fuerte traumatismo junto al ojo. Ni siquiera se acuerdo de cómo se lo hicieron. «Supongo que sería con una botella. Me embistieron y me dieron puñetazos en la cabeza y en todas partes. No tuve tiempo de reaccionar». La pelea duró «unos quince minutos». Un cuarto de hora de violencia brutal y gratuita que terminó con una muerte absurda que Francisco nunca entenderá.
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