Un asentamiento rumano atemoriza a vecinos de un pueblo de Albacete
ABC, 10-08-2007S. SANZ
MADRID. Parte de los temporeros de nacionalidad rumana que acampaban desde el pasado mes de julio junto al trasvase Tajo – Segura, a su paso por el municipio albaceteño de La Herrera, han comenzando por iniciativa propia a marcharse. Sin embargo, todavía permanecen en el lugar centenares de ellos, cuya presencia en las calles del pueblo causa temor a muchos vecinos de la localidad. «Vienen – los inmigrantes rumanos – a La Herrera en malas condiciones higiénicas y se dedican a beber en las puertas de las casas, dejando botellas y basura allá donde pasan», denunciaba ayer a ABC el alcalde, Pablo Escobar. Así, el primer edil afirma que los tres operarios que trabajan para el servicio de limpieza del Ayuntamiento no pueden hacer frente a tal «avalancha» de desechos. Hasta el momento, la Guardia Civil, tras recibir hace días un escrito de Escobar, preocupado por la llegada de «unos 2.000 inmigrantes a las inmediaciones del pueblo», ha denunciado a 362 temporeros por «acampada ilegal», conforme a lo establecido en la normativa autonómica.
No obstante, medio centenar de rumanos, provistos de 60 tiendas de campaña, se muestran aún reacios – la recogida de la cebolla comienza el 25 de agosto – a abandonar el margen del trasvase, en cuyas aguas, a escasos metros de una toma que abastece a Albacete capital, «se bañan y lavan sus platos y ropas», apunta el alcalde. Entre tanto, la sensación de miedo avanza entre los vecinos. «Las madres ahora no dejan a sus hijos que salgan solos a la calle», señala el empleado de una sucursal bancaria del pueblo, «aunque lo que más inquieta a la gente», añade, «es la venida el año que viene de un mayor número de inmigrantes en esas condiciones».
Robos en huertas
Afortunadamente, cuenta Escobar, no ha habido que lamentar graves enfrentamientos entre estas personas y los vecinos, «sólo algún encontronazo». En cambio, sí se ha tenido constancia de robos. «A mí no me han quitado nada, pero otros paisanos han visto cómo le faltaban patatas, cebollas o tomates de sus cosechas, y litros de gasoil de sus máquinas», declaraba el dueño del restaurante La Venta.
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