La elección del sucesor del presidente Mbeki y el caos de Zimbabue inquietan la comunidad blanca de Sudáfrica

"Se nos discrimina ante los negros"

La Vanguardia, , 08-08-2007

XAVIER VENTURA – Ciudad del Cabo. Enviado especial

Zuma y Sexwale se disputan la presidencia, pero sus nombres erizan la piel de los blancos
Entre la esperanza y el temor, Sudáfrica mira a un futuro marcado por dos fechas. La más lejana, 2010, es la que dirige los esfuerzos económicos y las macroobras que el país lleva a cabo: el Mundial de fútbol. La más cercana, 2009, es la que pesa en el ánimo de la gente: la elección de un nuevo presidente.

El sustituto de Thabo Mbeki y de Nelson Mandela; la gran preocupación para la población blanca que está emigrando del país a un ritmo de 200.000 personas por año; quedan 5,6 millones frente a los 42 millones de negros, mestizos e indios. Temen que Sudáfrica se deslice hacia el caos que ha arrasado Zimbabue.

Sin embargo, el país exhibe una aparente prosperidad económica.

La clase media crece en Sudáfrica a un ritmo apabullante: 30% anual, afirma un estudio de la Universidad Witwaterrand de Johannesburgo. “La actual es la primera generación que está saliendo de los township (suburbios de barracas), que posee un coche, que accede a estudios universitarios”, dice al Financial Times el economista François Viruly. Se refiere por supuesto a la población negra. Los precios de las casas se han disparado, los alquileres anuales se han duplicado en una década (56.400 rands de media, 6.300 euros), el paro ha disminuido al 25%, cifra abrumadoramente mejor que la de sus vecinos.

Y, aun así, siempre se hace patente el miedo a la incerteza. A sus 30 años, Ingrid Z. – hija de alemán y sudafricana, nacida en Paraguay pero sudafricana de corazón y políglota- sabe que su futuro no está en su país. Ella y su novio partirán hacia Gran Bretaña en breve. “Aquí no podemos vivir, no hay trabajos bien pagados, se nos discrimina ante los negros, no podemos afrontar una hipoteca para pagar un piso”, explica. En julio, el Gobierno sudafricano hizo una dramática llamada para que regresen al país los médicos y maestros que ya lo han abandonado. “Necesitamos que vuelvan, si no, no tiraremos adelante”. Pero la gente se sigue yendo.

“Tras los problemas de los primeros años desde que llegó al poder el Congreso Nacional Africano (ANC) en 1994, es cierto que el Gobierno ha invertido mucho dinero en ayudar a la gente. No hay quejas sobre Mbeki, como no las hubo sobre Mandela, aunque sí sobre la eficacia de lo conseguido. Pero ahora no hay recambio, el próximo presidente es el peligro”, afirma Evelyn B., una activa cristiana de Durban que no duda en increpar a los centenares de negros que se agolpan al anochecer junto a la catedral católica a la espera de comida gratis. Sudáfrica es un imán que atrae a los desesperados de países como Nigeria, Tanzania o Zimbabue. Llenan iglesias, plazas, calles. La inmigración ilegal es un problema que va creciendo.

En diciembre, el ACN elegirá a su candidato, que será el nuevo presidente ya que es el partido mayoritario y el que domina las elecciones. Hay dos favoritos: Jacob Zuma y Tokio Sexwale, pero su nombre eriza la piel de la comunidad blanca. Zuma, el más importante político de la etnia zulú, héroe de la izquierda africana y lógico sucesor de Mbeki, fue apartado del poder por corrupción y juzgado por violación. Durante el juicio admitió haber tenido relaciones sexuales sin protección con la mujer que le acusa, pero dijo que no podía contagiarse del sida porque después “de estar con ella, me duché muy bien”. La frase levantó ampollas en Sudáfrica, país duramente tocado por la enfermedad (11% de la población). De Sexwale se asegura que colecciona mujeres e hijos, y se vio acusado de haber intentado derrocar a Mbeki.

“No sólo nos preocupa el sucesor de Mbeki, también la desaparición de Mandela”, dice Anne K. Con su marido, típicos afrikáners, mantienen una granja en la ruta que lleva hacia Shakalan, corazón del territorio zulú. Gran parte de sus tierras quedaron arrasadas hace poco por el incendio de un bosque de la empresa papelera Mondi; buscan sobrevivir convirtiendo el lugar en un bed and breakfast.Son la cuarta generación, no quieren ceder ni marchar. Pero dudan e impregnan de su inquietud al visitante. Mandela, el mítico líder negro que hizo posible el final del apartheid, sigue siendo el referente y está en forma, como evidenció el 18 de julio durante la celebración de su 89. º cumpleaños. Pero el día en que falte, la comunidad blanca de Sudáfrica teme que se abran las puertas del abismo. “Hace 30 años Zimbabue era un paraíso, un país próspero, con futuro. Mire ahora”, explica Anne. La ex Rodesia del Sur – que Ian Smith hizo en 1965 independiente, enfrentada al mundo entero por su discriminación racial- es tierra azotada por el sida (esperanza media de vida, 37 años), pobre, devastada, con una inflación anual que el año pasado llegó oficialmente al 4.500% y un índice de paro del 85%. Vive inmersa en su peor crisis desde su independencia en 1980, sacudida por el hundimiento de su economía basada en la agricultura después de la expropiación forzosa de las tierras de centenares de granjeros blancos ordenadas por el Gobierno en el año 2000. En Sudáfrica hay 50.000 granjeros blancos, en Zimbabue había 4.000. Yel pasado enero ya se llevó a cabo en Sudáfrica la primera expropiación de una granja de propietarios blancos.

El nombre de Robert Mugabe – en el poder desde 1987- levanta ampollas y muchos sudafricanos creen que su empecinamiento en seguir como presidente, a sus 83 años, acabará con Zimbabue. El 26 de junio, Mugabe ordenó que los precios de los alimentos y los servicios se redujeran a la mitad. Quienes no cumplieron la exigencia fueron encarcelados, desde directores de empresas hasta vendedores callejeros. Son ya 7.600, todos a la espera de ser juzgados. La medida ha hecho cerrar las tiendas ya que los comerciantes arguyen que no pueden vender sus productos por menos de lo que a ellos les cuesta.

Por supuesto Sudáfrica no es Zimbabue, ni parece posible que nunca pueda serlo, vista la riqueza y fuerza del país. Inmerso en la construcción de estadios, aeropuertos – Durban, Ciudad del Cabo…- con motivo del Mundial, excelentes hoteles aparecen por doquier, los nuevos centros comerciales, siempre llenos, apabullan por sus proporciones gigantescas, el parque de vehículos de calidad crece y circula mucho dinero. “The happy times are here again”,afirma Ricardo, un argentino que lleva aquí treinta años. Pero los sudafricanos blancos parecen dudarlo.

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