Infancia entre rejas
El Universo, , 07-08-2007El caso de Angélica, la niña de 11 años quien con su madre acaban de escapar provisionalmente de la expulsión de Bélgica, no ha hecho otra cosa que develar un problema muy grave. A pesar de que la detención de menores con frecuencia se considera ilegal en ese país, no impide que sean numerosos los niños tras las rejas por ser parte de los “sin papeles”.
Angélica no es la única víctima de este drama, son miles los niños en reclusión por esta causa en algunos países de Europa pero, lamentablemente, la investigación en este ámbito es aún insuficiente, por lo tanto, los datos comparables internacionalmente relacionados con la protección infantil son todavía muy escasos. Hasta ahora nadie puede garantizar que los niños queden al margen de cualquier privación y maltrato y el resultado es que siguen pagando un elevado precio debido a la discriminación que sufren, en particular aquella infancia procedente de países en desarrollo.
Los numerosos niños que viven en situación de vulnerabilidad como Angélica, siguen siendo las primeras víctimas de las interpretaciones legales internacionales, quedando expuestos a complicaciones psicológicas y psicosociales, unos por el maltrato, otros por desplazamientos, pobreza o ausencia de sus seres queridos y amigos. De esta manera, la encarnación de la niñez como un periodo de protección ha perdido completamente su sentido y la promesa de la infancia consagrada en la Convención de los Derechos del Niño se rompió para millones de menores que, agobiados por la pobreza de sus familias, no han heredado el derecho a una niñez llena de atención y protección en un entorno familiar que les ofrezca el aliento necesario para alcanzar una vida plena.
La Convención arriba citada deja claro que es obligación, no solo de los padres sino de los gobiernos el proporcionar el entorno protector necesario para asegurar que todos los niños y niñas vivan una infancia segura y digna, pero está claro que a millones de niños en el mundo se les niega esta protección, ya sea dentro de sus propios países como en aquellos reinos de la abundancia donde los conducen sus padres, sin saber que ese reino puede transformarse un día en el reino del terror, convirtiéndolos a la edad de Angélica en animales acosados que deben ser recluidos por el hecho de haber engrosado la fila de los “ilegales”. Asimismo, la Declaración del Milenio aprobada por todos los países en el año 2000 es considerada un documento sin precedentes en este sentido, pero la realidad es otra: la infancia pesa para unos 2.000 millones de niños y niñas y es brutalmente diferente del ideal aspirado.
Frente a un nuevo propósito irracional, constatamos que los mensajes de los numerosos tratados internacionales, en particular el de la Asamblea especial de Naciones Unidas consagrada a la infancia, están lejos de ser operacionales, habida cuenta que no se respetan los imperativos más elementales, provocando historias desesperadas como la de Angélica.
Una interesante publicación de Kofi Annan, ex secretario general de Naciones Unidas, titulado ‘Estudio de la Violencia contra los Niños’, presentado ante la Asamblea de 2002 de ese organismo, aborda la amplitud y escala de la violencia contra la infancia en el mundo, que incluye, no solamente la violencia física, sino también la psicológica, discriminación, malos tratos, castigos humillantes, brutalidad perpetrada por las autoridades encargadas de hacer cumplir las leyes, entre otros.
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