CRÓNICA NEGRA

La niña delincuente

Las Provincias, JAVIER MARTÍNEZ, 05-08-2007

Que algunos menores rumanos se han especializado en el robo al descuido de bolsos y móviles es algo de sobra conocido, pero sorprende que una ladronzuela de los Cárpatos utilice hasta ocho identidades falsas para eludir la transigente Ley del Menor.


La precoz delincuente, que tiene 17 años de edad, fue detenida el pasado lunes por la Guardia Civil de Calpe. Horas antes, la menor sustrajo 1.000 euros en una tienda de Dénia con la ayuda de otras dos chicas.


Tras fugarse de los centros de menores de Burgos y Logroño, la
criatura angelical
se afincó en la zona costera de la comarca de la Marina Alta, donde amplió su historial delictivo en pocos días.


Para cometer los hurtos, la muchacha actuaba en connivencia con un adulto: un hombre de 34 años y de nacionalidad rumana también. Este individuo trasladaba a las tres chicas menores de edad, en un Fiat Punto con matrícula italiana, hasta los establecimientos donde perpetraban pequeños robos al descuido.


Las ladronzuelas se hacían pasar por vendedoras de revistas. Mientras dos de ellas entretenían a su víctima, la tercera hurtaba cualquier objeto de valor que estuviera al alcance de su mano: un teléfono móvil, bolso, mochila o cartera.


Una vez cometido el robo, las menores eran recogidas por el compinche adulto y todos se esfumaban en un abrir y cerrar de ojos.



Utilizan a los niños
. Cada vez son más los clanes rumanos y de etnia gitana que utilizan a los niños para delinquir con total impunidad en España.


Los cabecillas de estos grupos son malhechores sin escrúpulos. Todo el peso de la ley debería caer sobre ellos, pero esto no ocurre porque la mayoría de las veces es muy difícil probar la asociación ilícita.


Los policías y guardias civiles se sienten impotentes cada vez que trasladan a un menor a su casa tras detenerlo por un robo. Algunas veces tienen que aguantar hasta la actitud burlesca del niño maleante de turno.


Frenar la delincuencia juvenil es más complejo de lo que parece. Las administraciones públicas, los cuerpos policiales, el aparato judicial y los distintos servicios sociales tienen un cometido difícil.


A los ladronzuelos precoces hay que castigarlos, pero también hay que proporcionarles la reeducación y la reinserción necesaria para que no vuelvan a cometer delitos.

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