SOCIEDAD

El Celedón más tórrido

Miles de vitorianos celebraron ayer el inicio de las fiestas en honor de su patrona, la Virgen Blanca, con la bajada del famoso personaje en su cincuenta aniversario

El Correo, 05-08-2007

Vitoria oculta en sus entrañas un poderoso volcán de costumbres metódicas. Cada 4 de agosto, a las seis en punto de la tarde, llueva, truene o calcine, como ayer, entra en erupción y sus tentáculos de lava arrasan con todo. Malos humos incluidos. La de ayer fue antológica. Se notaba que la ciudad tenía hambre de fiesta, de buen rollo y de festejar el cincuenta aniversario del nacimiento de Celedón a lo grande y al unísono. Y así salió. Inmenso, ardiente y redondo. También tórrido.

Sesenta minutos antes de la hora hache, el cráter – o sea, la plaza de la Virgen Blanca – era ya una bola de fuego que los bomberos trataban de refrescar, que no de sofocar, con una manguera y miles y miles de litros de agua. La multitudinaria hinchada de Celedón clamaba la bendita lluvia municipal pero, sobre todo, la alegría desbordante que siembra la silueta del ya maduro aldeano de Zalduondo en cuanto asoma por la torre de San Miguel.

Alarma anti – incendios

Rugía, cantaba y se empapaba la marabunta naranja mientras el mito sobrevolaba la ciudad alavesa. Entretanto, cortina adentro, el maestro Iñaki Landa y su ya experimentado pupilo, Gorka Ortiz de Urbina, saboreaban el momento y dos señores habanos… ¿Que dispararon la alarma anti – incendios de la Caja Vital! Ocurría instantes antes de que la fibra de vidrio se hiciera carne. Esta vez, al cuadrado.

Escaleras abajo, etnias distintas – colombianos, cubanos y chilenos se autoseñalizaron con sus respectivas banderas que les identificaban – sudaban un sentimiento idéntico: sacudirse las pulgas de la rutina y disfrutar de seis días y seis noches de desmadre oficial. La doble aparición en el balcón de Postas enfebreció a la multitud, que se apretó como nunca para abrir paso a dos generaciones de celedones, su corte de blusas y una charanga que agotó el cancionero popular.

En la balconada, una olla en la que los invitados se cuecen y no ven nada, les aguardaba un trocito de la historia viva de Vitoria – nada menos que cinco de los nueve padres de ‘Pepito’, el alter ego del actual Celedón – , sus familiares, sus amigos y decenas de vitorianos ávidos de retratar las dos chispas que ayer prendieron de nuevo el volcán.

Intercambio de pañuelos

Se respiró emoción y mucha cuando las dos boinas asomaron, exhaustas pero henchidas de orgullo blanco y rojo, por las escaleras de la iglesia. Explotó y se contagió cuando, después de un intercambio de pañuelos que se hizo interminable para el respetable, se encaramaron al balcón y se fundieron con la ciudad y empuñaron los ‘viva Vitoria’, ‘viva la Virgen Blanca’ y un «Isasi gogoan zaitigu» – «Isasi, te recordamos» – . Un abrazo mojado en champán y lágrimas selló un día «inolvidable» para ambos y también para una ciudad que desde ayer está que arde.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)