Este hombre que ha hecho una tábula rasa del anterior gabinete, desprendiéndose por igual de auténticos plomos y de excelentes activos, tiene por delante el reto de que ni un sólo pueblo de estas islas, ni un solo alcalde, combata nunca más las llamas durante días sin asistencia de su cabildo correspondiente. Tiene por delante interponer una denuncia contra el ministro Caldera por creer más a una ong que a la Fiscalía de Menores y al Gobierno canario.

Tiene por delante moderar sus frases desafortunadas sobre la inmigración. Tiene por delante explicar por qué de las islas desaparecen niños, por qué pueden venir unos tipos, pegarte un tiro en la nuca y salir tranquilamente por el aeropuerto o por qué nos la jugamos en carreteras mal señalizadas, sin control policial y mal conservadas. Pero, al margen de la valoración de los titulares de las consejerías, en los puestos intermedios el presidente ya ha dadocuatro plenos. El primero, haber renovado la confianza en Rosa Dávila como directora general de Transportes, lo que confirma sus buenas artes en los últimos cuatro años. La segunda, Natividad Cano, que se comió ella sola el fenómeno de las pateras hacia Fuerteventura, cuando los bebés y sus madres se ahogaban en tres palmos de agua, cuando las funerarias exigían pagos, cuando el PP encerraba a los africanos en un goro apestoso, insalubre y en penumbra.

Cano se enfrentó a su propia isla, que no entendía el fenómeno, practicó mucha pedagogía y dio la cara por los inmigrantes ante los Gobiernos canario y estatal insensibles. Ahora, podrá insistir en que los inmigrantes no son cifras, sino personas y que sus vidas valen tanto como las nuestras. El tercer acierto es Pablo Martín Carbajal como director general de África, un digno sucesor al alto listón de Luis Padilla y un hombre que conoce bien el continente, director del portal africainfomarket.org, alabado en medio mundo. La cuarta diana es Alberto Delgado como viceconsejero de Cultura. Aún recuerdo cómo, desde la Obra Social de CajaCanarias, convirtió el pequeño Leal y el Ríos Tejera en la capital europea de las artes escénicas y la música. Estos aciertos no hacen un gobierno, pero son una bocanada.