MURCIA

San Andrés y el barrio de El Carmen, Oriente a cinco minutos del centro

El aumento de negocios regentados por inmigrantes ha cambiado el paisaje urbano integrando las diferentes culturas

La Verdad, LOLA LÓPEZ, 01-08-2007

Poco a poco la tendencia empieza a cambiar y cada vez son más los inmigrantes que, lejos de ser demandantes de empleo, se convierten en empresarios o en trabajadores por cuenta propia, una nueva realidad que aporta dinamismo económico a la ciudad.

Un dinamismo que va más allá. Debido al aumento de negocios regentados por inmigrantes, barrios tan emblemáticos en Murcia como San Andrés o el barrio de El Carmen, se están convirtiendo en verdaderos focos culturales y comerciales.

Dando un pequeño paseo a pie desde la Glorieta de España hasta el centro de San Andrés o hasta el rollo, en el barrio de El Carmen, el paisaje va cambiando en apenas unos pasos. Pasas por una acera y todo es «normal, y cambias a la de enfrente y ves como pequeños trocitos de otros países aquí, a cinco minutos de tu casa», asegura Pedro, vecino de pedanía de La Alberca.

La variedad de negocios que hoy en día dirigen o regentan inmigrantes, es bastante amplia. Desde carnicerías o pequeños economatos especializados, que proveen a la comunidad inmigrante de productos típicos en sus países de origen y que en Murcia y en el resto del conjunto español no son comunes, a las empresas como locutorios o cibercafés – que facilitan el contacto a los inmigrantes con sus países de origen – o las que explotan lo exótico e intentan introducir el surtido de productos típicos, por ejemplo, en Marruecos en las calles del municipio, son los perfiles de negocios que más establece la población emprendedora inmigrante.

Pero lo mejor de todo ello, según Miloud, empleado en la cafetería árabe Marrakech, en la calle Navarra de San Andrés, «es que aquí la puerta está abierta para todo el mundo. Nos sentimos integrados en el barrio y es bonito ver como muchas veces un cliente español toma el té típico en Marruecos – con hierbabuena – mientras hablan amistosamente».

Desde hace varios años, es difícil pasear por cualquiera de las calles de estos barrios del centro de Murcia y no ver a un lado y a otro bazares, carnicerías, locutorios, oficinas de envío de dinero a los países de origen de los inmigrantes y otros tantos negocios que «han sido recibidos bastante bien por la gente», asegura María, vecina desde hace más de 40 años en el barrio de El Carmen.

«Son gente muy trabajadora. Por la mañana temprano abren las puertas de sus negocios como cualquier otro ciudadano y mientras están ganandose el pan lo que menos pretenden es buscarse problemas. Además, el que dice que los negocios de esta gente representan una amenaza para el pequeño comercio tradicional, no sabe lo que dice. Los que verdaderamente están terminando con todo son las grandes superficies», añade esta vecina.

Precios competitivos

«Desde que abrimos el negocio, en el 2003, poco a poco nos hemos ido integrando en el barrio. La gente acude gustosa a comprar nuestros productos, ya que intentamos, cueste lo que cueste ofrecer a nuestros clientes, sean marroquíes o no, lo mejor del mercado a un precio competitivo», asegura Abdassalam, trabajador en la carnicería Saada, en San Andrés.

Pero sin duda, los comercios regentados por inmigrantes que arrasan en afluencia de público, son los bazares. Zapatos, prendas de ropa femenina y masculina, artículos de regalo, menaje e incluso un mini horno con precios más que competitivos. Como asegura Abdalah, empleado en el bazar Fez, en San Andrés, «nuestros productos son como otros cualquiera. No tienen nada que envidiarle al resto, son calidades bastante buenas a precios económicos. Además, nos sentimos totalmente integrados en el año y poco que lleva el negocio abierto».

Pero no todo es color de rosa. Algunos prefieren comprar en las tiendas de toda la vida, ya que «más vale bueno conocido que malo por conocer. Son gente que no da problemas, muy trabajadora pero yo prefiero comprar en supermercados de toda la vida», como asegura Lola Martínez, vecina de San Andrés.

En muchos casos, el no conocer la procedencia de los productos que se comercializan actúa de freno para los clientes, pero no sirve de obstáculo para que los comercios regentados por inmigrantes sigan creciendo como la espuma y cambiando la fisonomía de la ciudad.

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