"En Navarra existe mucho miedo a lo desconocido, sigue habiendo rechazo"

Diario de Noticias, rebeca sánchez, 27-07-2007

pamplona. Amsata Diallo, Amsa para los amigos, tiene 36 años y hace diez abandonó su país, Senegal. Accedió a España gracias a un visado de turista por un periodo de una semana pero, a causa de un accidente de autobús en el que se vio implicado, este periodo pudo prolongarse más tiempo. Hoy, después de 10 años viviendo y trabajando aquí, primero sin papeles y después ya con un contrato, ha logrado la nacionalidad. Ya es un ciudadano más, aunque muchas veces no se haya sentido así; ha aprendido a vivir aquí, pero sin olvidar sus raíces, su cultura y a su familia, a la que sigue enviando dinero desde Pamplona.

¿Cuándo decidió dejar su país, cuáles fueron los motivos?

Hace ya diez años. Mis padres con mucho esfuerzo lograron que yo cursara estudios superiores de Informática. Sin embargo, las condiciones laborales y económicas de mi país me obligaron a dejar a un lado a mi familia y amigos para buscarme la vida en un lugar diferente.

¿A dónde se dirigió en un primer momento?

Primero fui a Andalucía, después a Vigo, donde trabajé como vendedor ambulante, y finalmente acabé aquí, en Pamplona.

¿Sin papeles no podría acceder a un trabajo de lo suyo?

Claro. Además, mis estudios no son convalidables aquí porque Senegal y España no tienen un convenio educativo, tuve que trabajar de lo que salía, como muchos inmigrantes. Para ello, la opción en este caso es el sur de España donde existe mucha economía sumergida. Allí, puede trabajar la gente sin papeles. La verdad es que al principio casi todos hemos pasado por eso.

Debe ser duro, en su caso, tener estudios y verse obligado a trabajar en el campo.

Es muy difícil porque yo en Senegal nunca antes había trabajado en el campo, la primera vez fue en España. Pero es la única opción que te quedaba, los otros caminos que se podían seguir y que te ofrecían no eran buenos. Se trataba de hacer cosas malas, ilegales. Así que me vi obligado a trabajar en el campo y como vendedor ambulante, lejos de la delincuencia.

Además de las cuestiones laborales, aparecen los temas de integración a un nuevo país y una nueva cultura, ¿cómo fue ese momento para usted?

El principal obstáculo es la comunicación con la gente, dejando los temas del lenguaje a un lado, lo más difícil es la adaptación cultural. Las personas aquí son reacias a conocer personas de otras nacionalidades. Existe mucho miedo a lo desconocido, rechazo. Éste es el problema fundamental para los inmigrantes a la hora de convivir y de buscar trabajo o casa.

¿Quizá se ven obligados a relacionarse entre ustedes?

Así es, mis amigos y mi día a día han sido siempre con otros senegaleses. Aunque ahora sí, trabajando en la empresa donde estoy, he conocido a más personas de aquí. Ahí te conocen mejor y dejan de tener miedo a lo ajeno. Puede ser normal que con otras personas se produzca un rechazo ya que hay mucho desconocimiento, no tienen relación contigo. Además, entran en juego los prejuicios y la falta de información y conocimiento, ellos de nuestra cultura, y nosotros de la suya por supuesto. Eso se nota, por ejemplo, cuando lees en la prensa anuncios en los que se alquila piso y al final del texto dice: abstenerse extranjeros.

Usted es el secretario general de Aisena (Asociación de Inmigrantes Senegaleses de Navarra), ¿tratan desde la asociación de informar a unos y a otros sobre esas diferencias culturales?

Sí. Hacemos muchas cosas, como apoyar educativamente a los más pequeños para que puedan seguir bien las clases en el colegio. Sobre todo, porque las primeras generaciones que llegaron no tenían formación, por ello no valoran o no saben ayudar a sus hijos. Por otro lado, tratamos de que las mujeres senegalesas encuentren trabajo y explicarles la importancia de trabajar, ya que allí culturalmente la mujer tiene que quedarse en casa al cuidado de la familia. De hecho, aquí, el 70% de las senegalesas se encuentra en paro. Éstos son nuestros principios básicos como asociación, así como tener un lugar donde reunirnos, hablar sobre la cultura navarra o de la nuestra, sobre cómo es ese momento de adaptación e integración. También tratamos de informar a los jóvenes que acaban de llegar sobre las leyes y las normativas que existen para que no les engañen.

¿En cuestiones laborales y de delincuencia?

Sí, porque muchos jóvenes han llegado aquí en patera, siendo menores, y pueden ser muy fácilmente manipulables. Tenemos que cuidar que conozcan lo que se puede y lo que no se puede hacer, informarles para que actúen luego en consecuencia.

Trabaja y ayuda a los suyos desde la asociación, ¿cómo es su día a día?

Trabajo todos los días en el polígono de Arazuri, en una empresa que fabrica pastillas de freno y después voy a la asociación para promocionar un poco actividades culturales y deportivas. Es muy necesario que exista un punto de unión entre senegaleses, ya que de esta manera se consiguen más cosas para todos.

¿Les sirve también para recordar sus raíces?

La intención de prácticamente todos los que vinimos aquí es lograr un proyecto para el desarrollo de nuestro país. Nos acordamos de nuestros orígenes y por eso uno de nuestros objetivos es enviarles dinero para que allí puedan lograr la autosuficiencia alimenticia – en un primer momento – . En cierta manera, nuestra obligación desde aquí es conseguir dinero para que tengan sus propios aparatos agrícolas y puedan ser autónomos.

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