Cartas al Director

Emilio, gitano de raza

Diario de Noticias, Luis María Vital Sevillano, 27-07-2007

Aquí , uno, se toma la licencia de permitirse amistades cuyo origen siempre fue incierto: ¿India, Egipto, Centroeuropa? Vaya usted a saber. Aquellos zíngaros (excelentes músicos, como lo son hoy) trajeron estos gitanos, los que conviven con quienes ellos llamanpayos y no son de su raza y clase social. El racismo existente, más acusado en el gitano, impide la integración entre ambas comunidades.

Aquí aparece Emilio. Lo conocí en mi infancia allende los años cuarenta del siglo pasado. La calle Mayor de mi pueblo era un lugar para todos: carros, burros, gente, comerciantes y niños jugando siempre; automóviles prácticamente no había. Emilio y yo jugábamos con mi patín y recuerdo que se daba castañas impresionantes; era decidido Emilio. Mi tío Albéniz se solazaba desde el umbral de la puerta de su librería viendo retozar a payo y gitano sin prejuicios sociales.

Creció Emilio y lo perdí de vista. Él y su hambre (que todos compartimos en los años cuarenta) recorrieron pueblos y comarcas vendiendo melacatones , ropas y lo que fuera. Trabajó en las obras del canal de las Bardenas y anejas transportando grava con burros. Emilio fue un currante, nadie le regaló nunca nada.

Retomé su amistad no ha muchos años, amistad de la que me precio. Alto, ojos claros, bien parecido, impecablemente vestido con un traje oscuro cruzado, camina derecho, pelo negro, poblado bigote retorcido por sus extremos y unos ojillos vivos, risueños y comunicadores formaban parte de su cuidado estilo. Emilio es alguien que ha aprendido los términos de la cortesía en la escuela de la vida, sus caminos y palos en las ruedas. De buenos modales y buena crianza, su vida no fue ni regalada ni fácil. Aunque atípico, siempre fue gitano; presentaba un porte entre altivo y elegante; su verbo fácil y perfecto denuncian mundo e inteligenecia. ¿Tuvo suerte Emilio? Más que otros gitanos que en forma de humo salieron por una chimenea de Auschwitz. Suerte de haber sido esclavo del payo para sacar adelante a los suyos con trabajo honrado, con integridad y con dignidad, valores hoy en vías de desaparición.

La palabra gitano determina hoy, más que una raza, una clase social, y conlleva, además, un escrúpulo que impide un acercamiento entre castas. Hay un racismo constatable, más en el gitano, que impide una necesaria integración social entre uno y otro grupo social. Se ha avanzado. En mi pueblo existe persona de raza gitana con carrera universitaria y la de piano terminada; dicho, por supuesto, sin paternalismo, pero, ya ven, con esta persona ¡no hay escrúpulos sociales o de otra naturaleza…!

Emilio, persona de raza gitana, mi amigo de la infancia, ha muerto. La cercanía entre las personas, sentir su afecto generoso, su sencillez, cautivan a cualquiera que sea más inteligente que un político, que para eso poco hace falta. Algunos muertos me dan mucho respeto. Este gitano era persona de mucho talante y mucho calibre; era mucho gitano, un Gitano con mayúscula. Con él, elegante y ejemplar, se va un poco de mí.

Mi condolencia y respeto para doña Rosario, gitana como él, con su diabetes y su insulina. Adiós, patriarca. Agur, Emilio!

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