Oferta educativa y demanda laboral

La Prensa Gráfica, Joaquín Samayoa/Columnista de LA PRENSA GRÁFICA, 25-07-2007

Cada vez más, los que se juegan la vida migrando ilegalmente a los Estados Unidos son personas de mayor nivel educativo en búsqueda no simplemente de empleo, sino de posibilidades reales de superación.

 

La semana pasada, LA PRENSA GRÁFICA publicó un reportaje sobre los desequilibrios entre la oferta de nuestro sistema de educación superior y la demanda de recursos humanos en el mercado laboral. La nota principal de dicho reportaje subraya el reclamo de las empresas. Una cita textual del presidente de ANEP sintetiza la parte más evidente del problema: La oferta se está concentrando en carreras que están bastante saturadas y se disminuye en carreras donde sería más conveniente hacer una apuesta formal.

Pareciera que la pelota está en la cancha de las universidades, las cuales no han venido haciendo los esfuerzos del caso por renovar su oferta académica y adecuarla a las necesidades y oportunidades del mundo laboral. Eso es muy cierto, pero no da cuenta de toda la complejidad del problema. El análisis debe integrar otros factores igualmente importantes y debe ahondar en la identificación de las causas de la rigidez académica, algunas de las cuales rebasan las posibilidades de las instituciones educativas.

Entretenidos y apasionados, como siempre estamos, con los vaivenes de la política, consumimos una gran cantidad de tiempo y energía en un juego perverso de ataque y defensa, buscando a quién trasladarle la culpa de todas las lacras sociales, en vez de aunar recursos para entender y superar los obstáculos que mantienen estancado al país y peligrosamente frustrada a toda una generación de jóvenes que miran el futuro con incertidumbre y angustia o, peor aún, viven al día sus mejores días, sin esfuerzo niilusiones.

Habida cuenta de unas pocas e irrelevantes excepciones, las universidades se han mantenido en su zona de confort, exhibiendo una débil voluntad de innovación y respondiendo a la desorientada demanda de los jóvenes que tocan a sus puertas, en vez de analizar con rigor las demandas objetivas del mercado de trabajo. No es casualidad que, por más de diez años, la carrera de Leyes haya mantenido un contundente primer lugar de popularidad, absorbiendo en todo momento cerca de veinte mil estudiantes.

En la mayoría de universidades y en algunas áreas de todas las universidades, la consigna pareciera ser hacer el mate. La universidad hace el mate que enseña y los estudiantes hacen el mate que aprenden. Hay carreras que se prestan más a esa farsa y además no requieren inversión en instrumental tecnológico. Son baratas y generan su propio círculo vicioso. La abundancia de graduados en Leyes, por ejemplo, genera desempleo y, en consecuencia, oferta barata de profesores mediocres, contratados a destajo y fácilmente reemplazables. Lo mismo ocurre con la carrera de administración de empresas

Y es esa misma lógica, solo que a la inversa, la que explica la escasa oferta académica y demanda estudiantil en áreas tecnológicas. Pero en este punto, la empresa privada no debiera limitarse a plantear un inocente reclamo, pues es parte del problema y tiene que ser parte de la solución. El Estado tampoco puede lavarse las manos. No debe culpar a los estudiantes por su falta de conciencia sobre la realidad del país, ni debe justificarse con el MEGATEC como única respuesta a este complejo y apremianteproblema.

El sector empresarial ha sido, en general, muy pasivo y muy poco cooperativo en la tarea de orientar a las universidades proyectando con más rigor las tendencias y necesidades del mercado laboral. Tampoco ha facilitado las iniciativas de acercamiento de las universidades en búsqueda de una formación más vinculada a las exigencias y realidades del mundo laboral. Reclaman más formación en ciencia y tecnología, pero no se les ve muy dispuestos a arriesgar capital y abrir fuentes de empleo para incentivar el interés de los jóvenes en ese tipo de carreras.

La empresa privada también debe prestar atención al problema de la remuneración del personal cualificado en áreas científicas y tecnológicas. Cuando pide más técnicos, uno ya no sabe si lo que realmente quieren es personal cualificado pero más barato que el de mayor nivel académico. Cada vez más, los que se juegan la vida migrando ilegalmente a los Estados Unidos son personas de mayor nivel educativo en búsqueda no simplemente de empleo, sino de posibilidades reales de superación.

Al Estado, por su parte, le compete continuar su atinada estrategia de fortalecimiento de la educación tecnológica, pero ese esfuerzo no debe limitarse a apoyar a instituciones como el ITCA, ni debe desperdiciarse en subsidios indiscriminados a la Universidad de El Salvador, sino que debe apuntar selectivamente a las áreas que tienen importancia estratégica para el desarrollo económico y social del país.

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