Icono y víctima de la diversidad

El Periodico, JOSÉ A. SOROLLA, 23-07-2007

Es la estrella mediática del Gobierno, solo superada por Nicolas Sarkozy, tan parecidos en tantas cosas. Rachida Dati ha merecido desde su nombramiento como ministra de Justicia cuatro portadas de semanarios y una presencia constante en los medios. Se preparan siete biografías sobre su vida, que ella no se cansa de repetir que no es una novela, sino una trayectoria". Pero la fama tiene su lado oscuro y la ministra símbolo de la diversidad se ha convertido en la víctima de los ataques de quienes discrepan de su política o no soportan ni su protagonismo ni su origen.
La Asamblea Nacional ha aprobado esta semana la primera ley de Dati, que fija penas mínimas para los reincidentes y rebaja la edad penal a los 16 años para los jóvenes multirreincidentes. El proyecto ha levantado críticas, pero eso es normal. Lo que no lo son tanto son los rumores que difunden que sus títulos académicos de Derecho o de Económicas son falsos o las descalificaciones en las webs musulmanas, donde la acusan de collabo (término aplicado a los colaboracionistas con los nazis).
Dominique Sopo, presidente de SOS Racisme y militante socialista, cree que su perfil de “ministra atípica, joven, mujer y de origen magrebí” irrita a la “aristocracia republicana”, esa “élite francesa constituida por hombres blancos de más de 55 años”.
Cuatro dimisiones en su ministerio – – el director de gabinete y tres consejeros – – han sido atribuidas a su carácter autoritario. Con otra intención, uno de sus hermanos, Omar, reconoce que “es intransigente en su manera de tomar sus decisiones” y “quiere tener siempre la última palabra”. Omar, de 37 años, es uno de sus dos hermanos implicados en tráfico de drogas. El otro es Jamal, de 35, que acaba de ser juzgado en Nancy en apelación y para quien el fiscal ha pedido un año de prisión.
Los problemas de sus hermanos con la justicia han aportado munición para el fuego cruzado contra ella, que, según Omar, “es el ejemplo de que este país puede abrirse”. Nacida hace 41 años en una cité, un barrio marginal, de Chalon – sur – Sa“ne (Borgoña), Rachida Dati lo ha hecho todo sola, gracias a su aplomo y a su ambición. Hija de Mbarek, marroquí, y de Fathim, argelina, vivió su infancia junto a sus 11 hermanos en una HLM (vivienda de alquiler moderado). Trabajando de albañil, su padre conoció el colegio católico Le Devoir, de monjas carmelitas, y allí colocó a Malika, su hija mayor, y a Rachida, que leía siempre una sura del Corán en las clases de catecismo.
A los 14 años, mientras estudiaba, vendía productos de belleza Avon puerta a puerta y a los 16 trabajaba de noche de auxiliar de clínica en Chalon. Su obsesión por triunfar la llevaba a escribir cartas y pedir citas a los personajes importantes. Escribió, sin éxito, al presidente internacional de Saint – Gobain, cuyo nombre descubrió en un organigrama que trajo a casa su padre, que entonces trabajaba en esa empresa de barrendero. Le pedía hacer una estadía de dos meses en Nueva York. Un día se autoinvitó a una recepción en la embajada de Argelia y allí conoció a Albin Chalandon, entonces ministro de Justicia de Jacques Chirac. Chalandon le encontró un trabajo de contable en Elf – Aquitaine. Después repitió su audacia con Jean – Luc Lagardère, patrón de Matra, donde trabajó de auditora, y con Jacques Attali, de quien fue asesora en el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo (BERD), en Londres.

La Francia de hoy
Después, apadrinada por Simone Veil, que le prestó hasta su toga, entró por méritos en la magistratura, donde permaneció cuatro años – – fue fiscal de delitos económicos en Evry – – , hasta que Sarkozy la fichó en el 2003 para su gabinete del Ministerio del Interior, donde se encargó de la violencia juvenil. En 1996, Rachida ya había pedido una cita a Sarkozy cuando era alcalde de Neuilly. En enero del 2007, Cécilia, la mujer de Sarkozy, le dio al entonces candidato la idea de hacerla portavoz de la campaña electoral porque “representa la Francia de hoy”. Tras la victoria, Sarkozy la nombró ministra de Justicia. ¿La razón? “En un país donde parte de la población piensa que hay dos justicias, se verá, con Rachida, que solo hay una”.
Víctima de un matrimonio forzoso que duró poco, observa el Ramadán, pero es muy discreta en su vida privada. Como Azouz Begag, el ministro de Dominique de Villepin de origen argelino que se sentía como el árabe de servicio, a Rachida Dati le horroriza ese papel, pero a veces no puede dejar de acusar que la traten con desprecio o condescendencia.

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