La memoria y el olvido

El Periodico, RAFAEL VILASANJUÁN, 22-07-2007

Regreso de México tras una semana en este país de contrastes, donde el presidente del Gobierno español viene de formalizar acuerdos y estrechar lazos privilegiados. A pesar de altibajos en la relación, México ha sido siempre un defensor de nuestras libertades. Primero, como destino de buena parte de nuestros exiliados, luego fue el único país occidental que no renovó relaciones diplomáticas hasta que los españoles pudimos votar libremente, hace ahora 30 años.
Voy a empezar por el pasado. En México, el olvido tiene nombre de españoles que tuvieron que encontrar refugio en el exilio renunciado a su familia, a sus amigos y a su país. Estos días, mirando a la cara a algunos de los que aún viven, he podido comprobar cómo agradecen un gesto de aprecio después de tanto olvido. Lo recordaba el testimonio de una de las niñas de Morelia, ahora ya anciana, agradecida a Zapatero porque, por fin, después de 30 años de democracia, alguien del Gobierno se acordara de ellos cuando visita el país. Los niños de Morelia, hijos de combatientes republicanos, fueron los primeros 450 exiliados que llegaron a México. Aún vive un centenar de ellos. Desalojados de nuestro país cuando apenas tenían 10 años y enviados al exilio sin sus padres, fueron la vanguardia de otros miles de españoles, niños y adultos, que irían llegando progresivamente.
Ahora, cada vez quedan menos, pero su hueco se ha ido llenando de testimonios como este: “Jo no tindre veu audible quant vosaltres, gent de l’endemà de mi, sentireu aquestes paraules que us dirigeixo”. El inicio de esta carta póstuma evidencia que nuestra memoria tiene vacíos. Por eso es justo recuperar ahora la de quienes durante tanto tiempo permanecieron en el olvido. No es voluntad de revancha, es guardar en la memoria colectiva aquel sufrimiento, contarlo a quien no lo ha vivido y aprender que hay algo por lo que no debemos pasar nunca más. Un país que sabe mirar al pasado sin traumas es capaz también de construir mejor su futuro. Por eso es necesario recuperar la memoria histórica.

La ciudad que viene

Y
del recuerdo al presente, porque, en la actualidad, unos de los aspectos que más impresionan de México es la abrumadora extensión de su capital. Una ciudad sin fin, donde la vista es incapaz de fijar horizontes. México ciudad ronda los 20 millones de habitantes y sigue creciendo. Es una metáfora del siglo nuevo. Porque hasta el final del siglo XX, la humanidad vivía mayoritariamente en el campo, pero ahora más de la mitad de la población mundial lo hace en las ciudades. Bombay, Yakarta, Lagos o Sao Paulo compiten con México por ver cuál de ellas rebasará primero los 20 millones de habitantes, algo que todas alcanzarán pronto. El movimiento migratorio no cesa. En África, Asia y Latinoamérica, lugares donde amplias capas de la población están atrapadas en la pobreza, es imparable. Y México capital es el paradigma de esta evolución. Enormes barrios marginales que se superponen. Kilómetros de tierra invadida donde millones de personas viven ilegalmente en terrenos ocupados, sin una dirección registrada que les reconozca como ciudadanos. El sueño de hacer fortuna en la ciudad no deja de ser excepción, para la inmensa mayoría el camino andado solo conduce de la pobreza a la exclusión. Sin duda, el siglo XXI será el de las ciudades, pero debemos empezar a tomar conciencia de los retos que plantean y actuar.

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