Travesía hacia la vida, travesía hacia la muerte
La Vanguardia, , 20-07-2007JOSEP PLAYÀ MASET
La imagen de ayer del camerunés Eto´o y el brasileño Pelé con Nelson Mandela se habrá podido ver en las televisiones de todas las aldeas africanas. Como los goles de las ligas. Y los niños africanos seguirán soñando con esa Europa en la que los futbolistas acuden a los entrenamientos conduciendo deportivos último modelo y logran maravillas con sus zapatillas especiales. Muchos subsaharianos que llegan a Catalunya sólo conocen el nombre del Barça, pero lo asocian a un paraíso. Los satélites, los móviles, internet… Las tecnologías propias de la globalización facilitan los procesos migratorios. Pero lo que explica ese lento degoteo hacia Europa son las desigualdades económicas, la pobreza de unos y la abundancia de otros, la falta de oportunidades del sur y las expectativas del norte.
Sobre ese terreno abonado actúan las mafias, y se benefician además de la ignorancia de sus clientes potenciales. No todos los que suben a un cayuco conocen los peligros que tendrán que afrontar. No lo saben las familias que muchas veces han contribuido con sus ahorros a pagar el viaje de sus hijos.
Los europeos nos preguntamos cómo es posible que sucedan y se repitan desgracias como la de Canarias. A punto de irnos de vacaciones, nos interrogamos por las razones que les impulsan a lanzarse al Atlántico en esas piraguas artesanas o en esos míseros barcos. Y la pregunta debería ser al revés: ¿cómo es posible que no haya más personas dispuestas a emigrar? Según la ONU, hay 191 millones de personas que viven fuera de su país de origen. Sobre 6.500 millones de habitantes representa que tan sólo un3% de los habitantes ha emigrado, a pesar de las guerras, del hambre, de la pobreza que atenaza sólo en el continente africano a millones de personas. La respuesta es clara: si no hay más emigrantes es porque en materia de movilidad los países siguen siendo proteccionistas, ponen barreras, establecen controles, levantan muros, ponen barcos para controlar el mar e impiden el libre tráfico de las personas. Pese a ello, desde el Sur lo siguen intentando. Es la vida o la muerte.